El río Paraná continúa descendiendo frente a varios puertos de Entre Ríos. La bajante histórica que comenzó a mediados de 2019 no logra estabilizarse y tampoco retornar a sus niveles históricos provocando serios problemas en el ambiente, así como en la vida social, cultural y productiva de las ciudades costeras. La situación impacta en la reproducción de los peces, en la sequía del Delta y en la toma de agua cruda para potabilización en ciudades como Paraná y Victoria.

 

La tendencia a la baja del río más importante de la Argentina continuará al menos hasta 2025, según las estimaciones del Instituto Nacional del Agua (INA) que en un reporte más recatado había pronosticado que esta situación se prolongaría hasta el año entrante. En un informe recientemente difundido, el organismo alertó que en un escenario inmediato la disminución de los caudales entrantes a la cuenca del río Paraná continuará hasta el 28 de febrero del 2022.

 

Las alturas actuales ya superaron las marcas más bajas de 1971 (0,50 metros), las de 2020 y 1970 (0 metros), y hay que remontarse a 1944 para registrar una situación peor que la actual.

 

Ese año, el río marcó -1,40 (debajo del nivel del mar) metros frente a Paraná, al igual que en Diamante (-1,38), Victoria (-41) y en La Paz (-1,11).

 

En el noroeste entrerriano, en La Paz, el río Paraná bajó de 1,33 metros a 93 centímetros, lejos de los 3,20 metros de límite de aguas bajas y de los 4,11 que la Prefectura Naval Argentina (PNA) registró como promedio entre 1996 y 2020.

 

En la capital provincial, el río descendió los últimos días de 68 a los actuales 18 centímetros de este domingo, disminuyendo 2 centímetros las últimas 24 horas. Estos registros están muy por debajo de su nivel de aguas bajas –2,30 metros– y de su altura promedio en noviembre –3,08 metros–.

 

De todos modos, el Instituto Nacional del Agua espera que los registros oscilen entre los 55 y 0 centímetros a principios de enero.

 

En el puerto de Diamante, más al sur de la costa entrerriana, el río mantiene un descenso desde mediados de noviembre y hoy permaneció estable sin cambios en la última jornada, con 40 centímetros de altura.

 

Así, se mantiene por debajo de los 2,40 metros del límite de aguas bajas, y el INA prevé que descienda a 0,88 en diciembre y 83 en enero.

 

En tanto, en Victoria también baja desde noviembre y hoy tenía 98 centímetros, por debajo de aguas bajas de 2,60 metros, de sus 3,41 metros registrados como promedio este mes. El INA prevé que en Victoria las aguas desciendan a 0,94 en enero y a 0,91 metros en enero.

 

FAUNA, AGUA Y DELTA

 

Entre los diversos impactos que ha tenido la bajante, afectó la reproducción de la fauna íctica al dejar seco el valle de inundación, en el Paraná Medio, donde los peces se refugian, alimentan, reproducen y crecen. Este problema ha puesto en duda la reproducción adecuada de especies base de la pirámide alimentaria en el río como lo es el sábalo, pero la cuota de extracción y exportación comercial no varió, manteniéndose los niveles fijados desde principio de año, a pesar de los pedidos de entidades científicas, ambientales, sociales y deportivas.

 

También la baja de la cota de agua produjo inconvenientes en el riego de cultivos que toman agua del río, como el arroz, y también complicó la captación para la potabilización, como los casos de la ciudad de Victoria que tuvo que extraer de las islas del Delta y de Paraná, que debió extender el ducto de extracción de agua cruda hacia río adentro, al secarse el muelle de la bomba extractora.

 

La sequía y la bajante acrecentaron los problemas en el Delta del Paraná, dado que no hubo capacidad para drenar la zona insular, resecándose la vegetación, produciendo materia orgánica de fácil combustión. El agua en el humedal, en situaciones normales, funciona como cortafuego natural.

 

 

Con información de Télam.

De la Redacción de ERA Verde