Sus dimensiones no superan la palma de una mano. Viven de forma solitaria en cuevas de estrechas dimensiones. Y poseen hábitos crepusculares que los hace muy difíciles de observar en la superficie. No había registros de su presencia en los paisajes entrerrianos hasta cuando, recientemente, un guardaparque atento “los sintió”. No los pudo ver, sólo escuchó el sonido característico que le da nombre a este pequeño roedor silvestre: “tuco- tuco”. Fue así que comenzó a rastrearse la existencia de una especie milenaria que subsistió al avance de la frontera agrícola en medio de un campo de tiro del Ejército Argentino.

 

Encontrar un Tuco Tuco en el Pre Delta entrerriano es como hallar “una pepita de oro”, grafica sin perder el asombro Ariel Carmarán, biólogo y guardaparque oriundo de Concordia, responsable del proyecto de investigación que pudo dar cuenta de la subsistencia de esta especie que se encuentra en peligro de extinción.

 

El Tuco Tuco habita la Tierra desde tiempos inmemoriales. Registro fósiles permiten datar su presencia remontándose quizás a miles de años atrás. Pero los datos precisos de su biología y evolución son escasos. Por el momento se puede afirmar que este roedor es propio de Sudamérica, donde su familia la integran más de 60 especies, y en el territorio argentino su diversidad reconocida alcanza unas 40. Pero particularmente en Entre Ríos no se habían verificado hábitats que fueran su refugio, porque hoy ya se los considera seriamente amenazados.

 

La investigación sobre el relevamiento del Tuco Tuco en el Pre Delta de Diamante está precedida de una decisión político institucional. Fue cuando el Parque Nacional, por ley provincial Nº 10.193 promulgada en enero de 2013, incorpora un terreno lindero que pertenecía al Ejército Argentino. Fueron un poco más de 146 hectáreas de un inmueble denominado Campo Coronel Sarmiento que era parte del ejido municipal de Diamante, pero que merced a esta normativa se transfirió efectivamente al sistema nacional para la ampliación del Pre Delta.

 

Antes, por 2007, cuando ya se barajaba la idea de anexar este predio, Carmarán comenzó a explorar el Campo Sarmiento. “Venía visitando al predio, y fue ahí que ‘los siento’, porque estos bichos son difícil de ver”, cuenta el guardaparque. “Son cavícolas, viven en cuevas subterráneas, que cuentan con una serie de túneles con cámaras donde viven los individuos aislados: Los machos por un lado, las hembras por otro, y los subadultos van colonizando los alrededores o perímetros de la tuquera, cono se le llama a todo el lugar”, describió.

 

“Los Tuco hacen dos tipos de vocalización: una rítmica y otra de advertencia, y que de ahí deriva su nombre, porque suena como ‘tucum-tucum, tucum-tucum’. Y cuando los escuche dije: ‘bueno, vamos a tener que ver qué especie es’, porque detectando su presencia lo estábamos protegiendo desde el vamos con la compra de ese predio. En la zona no se los había encontrado, en el Pre Delta no había, porque se supone que ya la agricultura lo había exterminado. Estos que encontramos se salvaron porque quedaron en esta especie de cantera”, comentó.

Refugiados en las madrigueras

 

Estos Tuco Tuco de Diamante sobrevivieron al avance de la frontera agrícola y también sin saberlo a las pruebas de tiro del Ejército. El lugar donde fueron detectados estos especímenes era utilizado como campo de maniobras de artillería. Justamente para esta actividad se depositó arena en una cantera que oficiaba de terraplén para colocar los blanco, explicó Carmarán.  Posteriormente la zona pasó a ser desmontada y utilizada para la agricultura intensiva, dado que el Ejército arrendó esos lotes para las faenas agrícolas. Luego el lugar entró en los planes de Parque Nacionales. Buena parte de la superficie con la que contaba el Pre Delta era afectada cuando crecía el río y debía cerrar sus puertas. Entonces se planteó la idea de incorporar este terreno del Ejército, sumando de este modo un sector de bosque sobre la barranca que da al río Paraná, no inundable, lo que permitiría un uso público todo el año.

 

Fue en este sector, en esa cantera de arena que se extiende por aproximadamente dos hectáreas, donde subsistieron los Tuco de Río Negro (Ctenomys rionegrensis), tal como fueron identificados en la investigación. “El rionegrensis se lo diferenció así por habitar en los márgenes del río Negro, en la República Oriental del Uruguay. Frente al Parque, en la zona de Coronda, en Santa Fe, también hay un Tuco, el yolandae o santafesino, que es también ‘endémico’, que vive sólo en ese lugar. No sabíamos si el río Paraná era una barrera o si era el mismo que el de Sana Fe. Por eso era necesario saber a ciencia cierta qué tipo de Ctenomyidae era. Hay características muy finas dentro de este grupo que los diferencia entre sí, porque por el pelaje se puede confundir.  Es más, este tipo tiene dos: uno melánico, que es negro, y otro cútis, con una cresta más obscura y bayo a los costados (el de la foto)”, detalló el biólogo.

 

“El Tuco estaba instalado en el lugar. Esto es así a diferencia de otros animales o aves. Es un mamífero es muy localizado. No puede trasladarse por la agricultura. En otros lugares los han llegado a envenenar para exterminarlos porque suponen que es perjudicial, cuando no lo es. Es una especie beneficiosa porque va haciendo un reciclaje de los nutrientes, va ‘arando’ subterráneamente, y va podando la vegetación a la vuelta, y son beneficiosos para el suelo por que van renovando naturalmente el suelo”, describió. “Son vegetariano, roen troncos, raíces y van incorporando material vegetal al suelo, distribuyendo semillas, y generan hongos en las cavernas que favorecen los nutrientes para otras plantas”.

 

Entre otras características el macho pesa poco más de 300 gramos y en las hembras es de menor peso, presentando un dimorfismo sexual. “Tienen las orejas y el cuerpo adaptado para trasladarse por las estructuras tubulares de las cuevas, que no tienen más de 10 centímetros de diámetro. Cada cueva tiene uno radio aproximado de 6 metros, aunque este es un  aspecto que está en estudio. Las cuevas necesitan oxigenación, porque se acumula dióxido de carbono en el interior. Por eso deben mantener liberada de vegetación, renovando la zona arenosa, como la que cuenta la barranca de Diamante”, describió. Entre los predadores naturales, el Tuco Tuco tiene a aves rapaces, lechuzas, zorros, iguanas y víboras como la yarará.

 

 

Gran familia

 

El estudio que encabezó Carmarán junto con Diego Caraballo, doctor en genética que en ese momento trabajaba en el Museo Florentino Ameghino de La Plata, finalmente confirmó la presencia de esta nueva especie de mamíferos. La tarea se dio sin mucho apuro, comentó el guardaparque, luego de llevar adelante las tareas de cuidado del nuevo predio. Formalmente la investigación se desarrolló entre fines de 2016 y 2017. “Trabajamos en conjunto. Yo dirigí el proyecto y le enviaba muestras”. Se realizaron muestras morfológicas luego de atraparlos para observarlos de cerca. Y por un análisis de ADN se determinó el parentesco y el tipo especie. “Fenotípicamente daba que podía ser el rionegrensis”, conto Carmarán, pero se lo confirmó por el análisis genético con algunas muestras que se debieron enviar a Corea del Sur. Ahora los investigadores se encuentran realizando el paper final para publicar su trabajo.

 

Además de su aporte al equilibrio del biosistema, el Tuco Tuco representa un hallazgo de especial relevancia para el reconocer al Pre Delta como área de protección. Incorpora un animal poco conocido y dota de una insignia de conservación al Parque Nacional de una familia amenazada tanto en Argentina como a nivel global. “De estas especies quedan poblaciones redictuales en distintas zonas, y ésta ahora es una de ellas”, destacó Carmarán para finalizar.

 

 

Fotos: Ariel Carmarán, biólogo y guardaparque nacional

 

 

Silvio Méndez

Twitter: @silviom12

 

De la Redacción de ERA Verde