El trigo transgénico (HB4) se convirtió en otro “yuyo” capaz de vender un sinfín de bondades económicas para un país necesitado de divisas. ‪Rafael Lajmanovich, biólogo, investigador del Conicet e integrante del Colectivo Trigo Limpio, conversó con ERA Verde sobre este fenómeno que se debate en toda la militancia ambientalista. Desde una perspectiva crítica y científica, rebasada de datos empíricos sobre cómo la “revolución de los transgénicos” ha afectado los ecosistemas lindantes al río Paraná, alerta sobre esta nueva tecnología que ya cuenta con un rechazo social.

 

La “militancia científica” que ha llevado y lleva a cabo Lajmanovich para concientizar sobre las consecuencias que puede traer la siembra a gran escala del trigo transgénico, forma parte de un debate que cruza las fronteras nacionales.

 

Bioceres Semillas, firma ligada a la familia Grobocopatel, es la responsable de la creación del organismo genéticamente modificado HB4 en nuestro país. Hasta no hace mucho tiempo atrás, el potencial para la venta de esta nueva semilla estaba atada a la aprobación del principal comprador de trigo: Brasil. La Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad del vecino país (Ctnbio), este 11 de noviembre finalmente dio vía libre para la comercialización de esta variante resistente a la sequía que está estrechamente relacionada con la aplicación del agrotóxico glufosinato de amonio.

 

A pesar de autorización, la militancia del colectivo de científicos, docentes y activistas académicos Trigo Limpio insiste en denunciar que es “el trigo transgénico que el mundo no acepta”, dado el rechazo al uso del glufosinato de amonio que la Unión Europea prohibió para el uso agrícola.

 

Profundizando el debate, en diálogo con ERA Verde, Lajmanovich, advirtió cuáles son las consecuencias más palpables que se pueden advertir con la implementación del trigo transgénico.

 

–El trigo transgénico llegó como una revolución para la producción agropecuaria ¿Qué opinión tenés al respecto?

–Que la revolución viene ocurriendo desde que la empresa Monsanto patento la soja resistente al glifosato, la “Revolución de los Trasgenicos” dejo ganancias inconmensurables a las empresas multinacionales y en países de América Latina, los territorios desbastados, contaminados y con tierras concentradas en pocas manos y migración de pequeños agricultores y pobladores rurales a los grandes centros de pobreza de los cordones urbanos. Este nuevo evento solo viene a sumar un poco más a lo dicho anteriormente

«…el glufosinato de amonio, un herbicida 500 por ciento más toxico que el glifosato, por lo tanto es de esperar que aumente la contaminación».

–Sos un estudioso de la flora y la fauna que habita en el ecosistema lindante con el río Paraná ¿Cuál pensas que pueden ser los efectos que traigan aparejados la utilización del trigo transgénico?

–Estos eventos a factores de estrés –como la sequía– uno de los mayores riesgo a nivel ecológico que plantean es que sirvan para expandir las fronteras agropecuarias deforestando territorios más secos –donde se hace ganadería extensiva– y eso provoque mayor presión ganadera en humedales e incendios. Ese podría ser un tipo de efecto. Por otro lado no hay que olvidar que este trigo también es resistente al glufosinato de amonio, un herbicida 500 por ciento más toxico que el glifosato, por lo tanto es de esperar que aumente la contaminación.

 

–¿Hay posibilidades de pensar algún tipo de equilibrio entre la utilización a gran escala de pesticidas y un ambiente “saludable”? ¿Es un problema de mala administración?

–Todas las explotaciones a gran escala de transgénicos terminan generando problemas ambientales como los descriptos anteriormente, nada hace pensar que esto no es así.

 

–¿Y el impacto en humanos?

–Según los expertos en salud humana que han analizado este problema, los impactos podrían estar relacionados son el uso masivo del glufosinato de amonio y la contaminación alimentaria y/o ambiental.

«de producirse un masivo uso de este trigo, según los expertos producirá contaminación genética en todas las variedades de la cadena triguera».

–A partir de tu experiencia como profesional e investigador ¿pensas que las líneas de investigación sobre la materia que estamos discutiendo son apoyadas desde las áreas institucionales?

–Supongo que los gobiernos apoyan todo lo que piensen traerá ganancias y divisas al país, lo que obviamente no está mal. El tema es que cuando las tecnologías que se apoyan –en especial cultivos genéticamente modificados resistentes a herbicidas– son tecnologías que claramente han demostrado producen efectos socioambientales negativos. Y particularmente este trigo (la variante HB4 desarrollada por Bioceres) fue rechazado hasta por las mismas cadenas de productores que ven en él una amenaza a sus propias ganancias. Como Estado que invierte el dinero de toda la comunidad, se tiene que tomar recaudos para prever que ciertas nuevas tecnologías pueden tener un masivo rechazo social, y sin duda este es un caso muy claro que incluye hasta el rechazo de un país vecino (Brasil) que también ve amenazada su seguridad alimentaria, junto con otros países de América Latina ya que de producirse un masivo uso de este trigo, según los expertos producirá contaminación genética en todas las variedades de la cadena triguera .

–A partir de tus afirmaciones, ¿cómo pensas que se puede llevar a cabo una revolución en la producción agraria que habilite la producción en masa de alimentos sustentables?

–Mis declaraciones son solo anecdóticas, la revolución es de toda la comunidad; consumidores y productores, ya que, sin que se llegue a ese acuerdo difícilmente la revolución de alimentos sustentables se pueda llevar a cabo.

 

–¿Cómo llegaste a tomar esta postura crítica y qué es lo que te motiva a diario mantenerla?

–La postula critica en cuanto a los modelos agroindustriales extractivistas la vengo construyendo hace muchos años y se basan en gran parte en mis propias investigaciones, que han demostrado numerosos impactos de los agroquímicos y la destrucción de los hábitats sobra la fauna silvestre. Sumado a las evidencias socioambientales y de salud humana que son sin duda innegables.

 

Por Nicolás Zuttión

Pasante de las Prácticas Curriculares de la carrera de Comunicación Social de la Facultad de Ciencias de la Educación (FCEdu) de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER).

Para la Redacción de ERA Verde