Una alianza por la soberanía alimentaria de América Latina, África y Asia, elevó un petitorio a los relatores especiales de Derechos Humanos de las Naciones Unidas solicitando una intervención urgente para bloquear el cultivo y el comercio del trigo transgénico HB4. La polémica semilla desarrollada en la Argentina es cuestionada porque no reúne los requisitos de pruebas previas a su aprobación que aseguren su inocuidad. El colectivo de organizaciones advierte que la siembra y el consumo de la semilla modificada genéticamente “viola varios derechos humanos, incluido el derecho a la vida y a los medios de subsistencia; salud; alimentación adecuada y soberanía alimentaria”, entre otros. Asimismo, se pone en duda el carácter de resistente a la sequía del producto desarrollado por la empresa Bioceres, junto con la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y Conicet. Se “ha hecho afirmaciones publicitarias engañosas y sin base científica ante autoridades reguladoras, instituciones académicas, productores y consumidores”, sostiene el documento presentado al que accedió ERA Verde. La estrategia, señalan, “consiste en exagerar y reafirmar las supuestas ventajas productivas, y ocultar y/o minimizar los daños y riesgos que implicaría la adopción generalizada de la tecnología. Esto nos parece una omisión grave del principio precautorio, porque se ha pasado de arriba de muchas regulaciones, en instituciones que deberían garantizar el derecho a la salud, la alimentación, y a un medio ambiente sano”, afirmaron.

Un colectivo de organizaciones comprendidas en el denominado Sur Global, que conforman activistas por la soberanía alimentaria, movimientos sociales de campesinos y pueblos indígenas y académicos de América Latina, África y Asia, realizó una presentación a los siete relatores especiales de las Naciones Unidas (ONU) que se ocupan de los derechos humanos y su relación con el medio ambiente, la alimentación, tóxicos, el agua y el saneamiento, la pobreza, los pueblos indígenas y la salud. En una nota presentada el pasado 26 de enero, este colectivo solicita la intervención urgente de la Relatoría de la ONU en relación con el trigo HB4 transgénico, al que apunta “supuestamente tolerante a la sequía y el agrotóxico glufosinato de amonio”. Esta solicitud se funda en la aprobación en Argentina, Brasil y Paraguay de la producción comercial de esta variedad de trigo transgénico y de la importación de esta semilla en Sudáfrica, Colombia, Nigeria, Nueva Zelanda e Indonesia, desde 2020, “lo que sugiere un fracaso generalizado en gobernanza de la bioseguridad en todo el mundo”, señala el escrito. Con base estas preocupaciones que han ido surgiendo a medida que el HB4 iba sorteando las aprobaciones para su comercio, en la presentación conjunta solicitan a los Relatores Especiales los siguientes puntos:

 

  1. Instar a los gobiernos de Argentina, Brasil y Paraguay que se suspenda/revoque todas las autorizaciones para el cultivo comercial de trigo transgénico HB4.

 

  1. Recomendar al gobierno de Paraguay derogar la Resolución N° 556/2023 –mediante la cual se aprobó el trigo transgénico HB4 ¬– y reformar el marco regulatorio de los organismos genéticamente modificados (OGM), mediante un proceso participativo abierto, transparente, con especial énfasis en la necesidad de proteger los derechos de los pueblos indígenas y comunidades campesinas.

 

  1. Recomendar al gobierno de Argentina derogar la Resolución 27/2022, que se basa únicamente en información documental de Bioceres, empresa que desarrolló la variedad de trigo transgénico, e instituir una prohibición adecuada del cultivo de trigo transgénico en el país.

 

  1. Recomendar que el Consejo Nacional de Bioseguridad de Brasil prohíba el cultivo comercial de trigo transgénico y suspenda la decisión de la Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad (CTNBio), a través de la cual se permite la importación de grano y harina de trigo transgénico al país, e impulse una revisión de la legislación de bioseguridad a través de un proceso participativo abierto, transparente y democrático.

 

  1. Recomendar a los gobiernos de Colombia, Sudáfrica, Nigeria e Indonesia que instruyan a sus autoridades de bioseguridad que revisen las aprobaciones de importación de trigo transgénico e inicien una moratoria sobre todas las aprobaciones (autorización a producto, importación y liberación en el medio ambiente) de cultivos transgénicos.

 

ALERTA

 

Con esta acción, la alianza afirma un planteo que se ha venido expresando en cuanto las graves preocupaciones con respecto a la siembra y el consumo de trigo transgénico, en el sentido de que viola varios derechos humanos, incluido el derecho a la vida y a los medios de subsistencia; salud; alimentación adecuada y soberanía alimentaria; un medio ambiente equilibrado y libre de contaminación; acceso a la tierra y al territorio; y el derecho a la autodeterminación de los pueblos y comunidades locales que basan sus estilos de vida en la relación que mantienen con la naturaleza, sostienen.

 

Además de estas violaciones de derechos humanos, han surgido preocupaciones sobre las semillas transgénicas en general, que van acompañadas de paquetes tecnológicos que incluyen agrotóxicos dañinos, sobre los cuales un puñado de empresas multinacionales de agroquímicos tienen el monopolio, en circunstancias en las que los agricultores y millones de hectáreas de tierra están cautiva en un mercado altamente concentrado. Según la alianza, introducir trigo transgénico en los sistemas agrícolas y alimentarios es similar a apagar un incendio con combustible, ya que fomentará el avance de la frontera agrícola industrial hacia áreas marginales y comunidades locales, con el argumento de palear el cambio climático. Esto, a su vez, “ejercerá una mayor presión sobre los ecosistemas frágiles y fomentará una mayor deforestación, cercamientos y acaparamiento de tierras y recursos, socavando el derecho a la autodeterminación de las comunidades locales e indígenas, especialmente en Brasil, Argentina y Paraguay”, apuntan.

Senasa confirma que no hay etiquetado para la harina de trigo trasngénico

La presentación sustantiva del grupo aborda lo que han afirmado se trata de una “falacia promovida por Bioceres de que el trigo transgénico HB4 es tolerante a la sequía o una solución al cambio climático”, señalando afirmaciones y marketing engañosos y poco científicos, y fracasos comerciales de rasgos transgénicos que pretenden conferir tolerancia a la sequía, especialmente en Argentina y Sudáfrica.

 

TRIGO VENENOSO

 

La presentación conocida por ERA Verde, también describe en detalle numerosas fallas regulatorias, incluyendo, por ejemplo, en Paraguay, donde el proceso de toma de decisiones se llevó a cabo en completo secreto, violando así derechos constitucionales básicos relacionados con una justicia administrativa justa. Los países importadores también eludieron las normas de bioseguridad reconocidas internacionalmente, al no exigir estudios de alimentación ni datos de toxicidad, con lo que no lograron garantizar, sobre la base del principio de precaución, que los riesgos necesarios para la salud y la seguridad asociados con el trigo transgénico se hubieran evaluado exhaustiva e independientemente. “Esto es particularmente pertinente a la luz de que el trigo es un alimento básico importante en el Sur Global, consumido por cientos de millones de personas diariamente”, recordaron.

 

La presentación también llama la atención de los Relatores Especiales de la ONU sobre el hecho de que el cultivo de este trigo transgénico, que está genéticamente modificado para resistir la fumigación con glufosinato de amonio, aumentará el uso de esta agrotoxina. “El glufosinato está relacionado con una variedad de efectos adversos para la salud y el medio ambiente, incluido daño cerebral, discapacidad del desarrollo (autismo) y defectos del desarrollo después de la exposición paterna, lo que ha dado lugar a prohibiciones y restricciones parciales en varios países”, apuntaron.

“Cualquier implementación generalizada del trigo HB4 en Argentina, Brasil y Paraguay expondrá a las poblaciones en las zonas de influencia del cultivo a este plaguicida, sin que exista información sobre la toxicidad de este herbicida, si es que tienen alguno, para garantizar la seguridad alimentaria”. Según la red, este simplemente no puede ser el precedente que deseamos sentar para el cultivo básico más importante del mundo. “Los reguladores tienen la obligación de adoptar un enfoque de precaución y reacio al riesgo en la toma de decisiones relativas a las aprobaciones de transgénicos, en particular en relación con nuevas características transgénicas y plantas de cultivo que involucran alimentos básicos. Este enfoque no se adoptó en ninguno de los países que han dado luz verde al trigo transgénico”, observaron.

 

Teniendo en cuenta las graves preocupaciones planteadas en la presentación y las extensas violaciones de derechos humanos descritas, “corresponde a los Relatores Especiales intervenir con carácter de urgencia”, expresaron finalmente.

Un Estado que renuncia a la salud en favor del trigo trasngénico


Foto de portada: Paz Arando /Unsplash
De la Redacción de ERA Verde