En enero de 2020, en la ciudad de Concordia, se produjo el primer caso positivo en humano de esta enfermedad generada por un parásito alojado en los perros y que es transmitida por un insecto similar al mosquito: el flebótomo. El caso encendió las alarmas ya que desde hacía años no se tenía antecedentes en la provincia y además los eran en perros. Ahora, como medida de prevención, en la capital provincial se colocaron trampas para analizar si existe registro de este flebótomo. “Las enfermedades vectoriales se buscan para poder prevenirlas. Sino, cuando aparecen, es tarde”, afirmó a ERA Verde la coordinadora del Nodo Epidemiológico de Paraná, Silvina Saavedra.

 

La leishmaniasis es una enfermedad del grupo de patologías producidas por diferentes parásitos microscópicos llamados Leishmania. La leishmaniasis tienen tres variantes: la Visceral, Cutánea y Muco Cutánea y es causada por un parásito que se propaga por la picadura de flebótomos (insectos transmisores). En la provincia, los antecedentes sobre este mal se remontan a 2010 cuando se detectó la transmisión vectorial a perros en la ciudad de Chajarí y a principios de 2015 en Concordia. Este año, en los primeros días de enero, se detectó en Concordia en un ser humano. Se trató del tipo visceral, que afecta a los órganos internos, generalmente el bazo, el hígado y la médula ósea. Pero de esta enfermedad, la más frecuente en Argentina en los humanos es la cutánea, que produce lastimaduras en la piel que tardan mucho en sanar. El tercer tipo es la mucosa que genera lesiones en nariz y paladar.

 

Como una medida de prevención, esta semana en Paraná comenzó a colocarse trampas para detectar si existe la presencia o no de los flebótomos, confirmó Saavedra a ERA Verde, quien justificó la medida de carácter precautorio.

 

El proceso para llevar adelante la tarea comienza buscando lo que técnicamente se llama “peores escenarios”, es decir en las condiciones ideales donde podría estar el flebótomos. “Se eligen casas donde hay mucha materia orgánica, si hay gallinero se mejor, con sombra y cercanas a algún arroyo. Se coloca las trampas durante tres días seguidos. Se la deja una tarde, al otro día se retira la trampa, una tela colectora donde caerían los bichitos en caso de estar presentes, y así durante tres días consecutivos. Las muestras se envían para el análisis para que determinen si tiene o no tienen flebótomos. En caso de encontrar flebótomos hay que ver si es la que transmite la Leishmaniasis visceral o la Leishmaniasis cutánea. De acuerdo a lo que se encuentre, después se procede”, sostuvo la especialista en plagas urbanas y vectoriales.

 

Prevención para la erradicación

 

Saavedra apunta reforzar tareas de saneamiento para erradicar la enfermedad. Esto es tareas en viviendas y el ambiente en general. En el caso de la prevención con los canes cree que los “veterinario están súper capacitados” para diagnosticar la enfermedad en los perros.

 

Las recomendaciones para evitar el riesgo de transmisión de leishmaniasis es por un lado disminuyendo el riesgo, esto es abundancia de flebótomos, a partir de restringir los sitios favorables para su reproducción y disminuyendo el contacto con los humanos y la probabilidad de ser picado. Para eso en el domicilio se deben reforzar la limpieza y desmalezado. Evitar la acumulación de desechos orgánicos en los alrededores. Hojarasca, frutos, excremento de animales se deben erradicar. Del mismo modo sitios de reposo a los ejemplares adultos en cajas, leñas, objetos que generan sombra. También se aconseja drenar de tierra donde se acumule humedad, mantener los sitios de dormir de animales domésticos/mascotas a distancias mayores a los 5 metros de sitio de dormir de humanos, evitar su proximidad en horas crepusculares; rotar los sitios de dormir de animales anualmente y mantenerlos libres de materia orgánica.

 

En cuanto al “saneamiento ambiental comunitario”, Salud de Nación y la red de especialistas en la problemática apuntan a “limpieza y desmalezado de áreas públicas y baldíos; drenado o canalización de cursos de agua evitando terrenos anegadizos; eliminación de residuos sólidos orgánicos y destino adecuado de los mismos; acciones de ordenamiento ambiental, programadas y coordinadas entre los distintos sectores; coordinación con programas de manejo de animales domésticos de cría y mascotas para disminuir el riesgo”.

 

Respecto a la población canina donde hay riesgo de transmisión de leishmaniasis visceral, se apunta directamente a la “erradicación de perros ambulantes y sin dueño, su persistencia disminuye drásticamente la efectividad de cualquier medida de control” y en los animales sanos el uso “de repelentes y pipetas validados para vectores de leishmaniasis”.

 

 

De la Redacción de ERA Verde