La agroecología “es un modo de producir en sintonía con los ciclos de la Tierra”, afirmó la Fundación CAUCE –Cultura Ambiental Causa Ecologista– en un comunicado en respuesta a las afirmaciones del presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Dardo Chiesa, donde carga contra “los veganos” por su accionar “irrespetuoso como ignorante”, en su avance por limitar el uso de los agrotóxicos.

 

La organización ambiental enterriana dio a conocer una declaración que anima el debate respecto a las restricciones en el uso de agroquímicos para la actividad rural. En una columna de opinión publicada el pasado 7 de octubre, el titular de CRA se despachó contra el “sector denominado ‘verde o conservacionista’ (que) pretende, a través de su accionar, instalar el rechazo a la producción aunque sea sustentable”. En una declaración titulada “Hay que evitar la grieta ambiental”, Dardo Chiesa critica el avance “en la prohibición del uso de los fitosanitarios (maliciosamente llamados agrotóxicos) y, abuso de las limitaciones de las distancias mínimas de aplicación, que dejan miles de hectáreas productivas sin posibilidad de trabajar”.

 

Y en este sentido, se lanza contra “el accionar desconsiderado tan irrespetuoso como ignorante, de los veganos, que bajo falaces paradigmas, esconden los problemas de la dieta que ellos mismos defienden. Negándose a su vez, a corroborar con la ciencia y la tecnología lo que desde la producción se argumenta”, sostiene el dirigente ruralista, quien finaliza con una invitación desde CRA en donde se insta “a trabajar de manera conjunta entre todos los sectores, con respeto, con conocimientos basados en la ciencia y tecnología y no en doctrinas”.

 

Discusión

 

Ente estas declaraciones, desde CAUCE se rebatió que las afirmaciones responde a que se “visibiliza claramente el miedo que el sector agroindustrial intenta imponer para sostener prácticas perjudiciales para la salud y el ambiente, propias de un modelo basado en el monocultivo de transgénicos y el uso de plaguicidas”.

 

Y apoyándose “en su invitación” se apuntó a “dar a conocer algunos datos que nos resultan imprescindibles a la hora de problematizar el modelo de producción agrícola de nuestro país”, a lo que detallaron: “Según el informe presentado en marzo de este año por Hilal Elver, Relatora Especial de la ONU sobre el Derecho a la Alimentación, 19 millones de hectáreas (un 60 % de la tierra cultivada) están dedicadas a la producción de soja, sólo un 2 % es consumida en nuestro país, el resto se procesa y exporta. El documento señala que la tenencia de la tierra está concentrada y estima que el 22% de los ingresos provenientes de la soja van a los propietarios de las tierras, es decir que el modelo actual agrícola beneficia a un pequeño porcentaje de la población. Elver apunta al uso de semillas transgénicas y destaca que “su aprobación fue autorizada por la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria, integrada por las mismas empresas, por lo que su opinión resulta ilegítima debido al conflicto de intereses”. Asimismo, remarca el incremento del uso de plaguicidas (en especial el glifosato, declarado por la OMS como sustancia probablemente carcinógena) y advierte sobre los peligros que los mismos plantean para la salud de los trabajadores y las poblaciones aledañas a las zonas de cultivo.  El informe incluye otros impactos ambientales de los agronegocios: agotamiento y degradación del suelo, deforestación y contaminación del agua. Mientras la CRA asegura que ‘falsos conceptos con la conservación de los montes, leyes de reordenamiento territorial que no sólo no defienden lo que deben, sino que, además impiden la producción, el empleo, el arraigo y el desarrollo’, las pruebas indican todo lo contrario: este modelo expulsa a las familias rurales y destruye cualquier posibilidad de desarrollo”.

 

Propuesta

 

Frente a este análisis y aporte, desde CAUCE se afirmó que “la grieta ambiental ya existe, se ve en la tierra, en la calidad de los alimentos y en la salud de las comunidades. Frente a esta realidad, sostenemos una opción: la agroecología”.

 

Sobre esta línea, desde la organización ambiental se planteó justamente que de “esto trata la agroecología: hacer agricultura con una perspectiva ecológica que considere las interacciones entre personas, suelos, animales y cultivos. Este modelo percibe al suelo como un organismo vivo y busca, a través del conocimiento y comprensión de sus ciclos, lograr un equilibrio que ayude al control natural de las plagas y aumente la capacidad de resiliencia de los ecosistemas. Las prácticas agroecológicas promueven la conservación de la tierra, el agua, la energía y los recursos biológicos; permiten un aprovechamiento de procesos naturales (recicla nutrientes y materia orgánica, utiliza malezas como forraje, estiércol como fertilizante); se trata, en síntesis, de un modelo de producción sustentable, arraigado en una ética del cuidado”.

 

Y en cuanto a las experiencias de producción concreta en el camino hacia la transición a la agroecología, la entidad ecologista enumeró “el emprendimiento Minhoca (Tabossi), la granja agroecológica La Porota (La Picada), la huerta agroecológica municipal (Gilbert), estancia San Luis (Gualeguaychú), estancia Villa Parquecito (Paranacito), área productiva reserva Las piedras ( Gualeguaychú) y Los yerbatales (costa Uruguay Sur)”, para finalizar en la afirmación que “la grieta ambiental existe: la tierra es víctima de la agroindustria”.

 

De la Redacción de ERA Verde