El Sexto Distrito en Gualeguay es tierra de nadie en materia de fumigaciones. Prueba de ello son las innumerables denuncias por aplicaciones en condiciones climáticas adversas y sin cumplir con los requisitos de aviso previo de al menos 48 horas a los lindantes de los campos donde se realizan estas prácticas. Esta vez la víctima fue nuevamente Lidia Moreira a quien se le avisó que en el lote de al lado iban a pulverizar. A las pocas horas diluvió y el agua escurrió todo el agrotóxico hacia su chacra.

 

“Es lo mismo de siempre. Viene la ingeniera, avisa, y es cada vez más corta la charla, porque ya sabe que para mí son ‘malas tardes’. Me dice que ‘si da el tiempo se va a hacer la aplicación’. Le pido la receta (agronómica), no me contestó ni ‘A’ de la receta, y ya está. Entonces, denunciar ¿para qué?, ¿para qué un a se va a ocupar de hacer denuncia tras denuncia, si seguimos en la misma? Así esa misma tarde, era las 15.45, había viento, no fuerte pero había, fumigaron. Justo a casa había venido mi tía, con sus nietos, grandes ya, y estábamos charlando, de cómo se habían secado los paraísos, y estábamos hablando de eso cuando de repente los señores venían fumigando, y tuvimos que irnos con la tía ¿qué íbamos a hacer?”, se pregunta y se lamenta al mismo tiempo Lidia de lo que nuevamente le tocó padecer en su chacra

 

Toda esta situación que narra Lidia Moreira del Sexto Distrito a ERA Verde se produjo este 23 de marzo. El campo en cuestión, que linda con su propiedad, es de Alejandro Berlingeri, un joven hacendado con domicilio en Buenos Aires. Lo arrienda para el cultivo Carlos Flores y la responsable técnica que se negó a darle el cóctel de agrotóxicos con el que fumigaron es la agrónoma María Luciana del Sarto, matrícula 1.434, que tiene asiento profesional en la ciudad de Victoria. Ese día, el 23, la anoticiaron, y en la misma tarde, la fumigaron.

 

Hoy en el Sexto Distrito, tal como se las previsiones meteorológicas lo anunciaban desde hace días, llovió copiosamente y con intensidad. En horas del mediodía ya se contabilizaban 130 milímetros. Los campos, no pudieron absorber semejante cantidad de precipitaciones y el agua drenó hacia la chacra de Lidia, alcanzando incluso el sector donde tiene la bomba para la extracción de agua para consumo. La lluvia dreno con fuerza, sin tener en cuenta los límites y alambrados, escurriendo y arrastrando todos los venenos aplicados hacía horas para donde vive Lidia Moreira.

 

 

De la Redacción de ERA Verde