Por Gimena Viviani, Fabian Maggi y Jorge Daneri (*). En una provocación generada por ERA Verde, este ensayo para intentar comprender, en cinco claves, la mal llamada hidrovía Paraguay Paraná. Tomamos como disparador la lamentable crisis del derecho humano de acceso al agua saludable del querido pueblo de Victoria, provincia de Entre Ríos.
1– En sus casi treinta años de desarrollo, el control autónomo, quizás independiente de los dragados del río, fue inexistente. Salvo en los dos últimos años de la gestión nacional precedente, que se conformó un Órgano de Control con participación federal y equipo técnico*, para la gestión y monitoreo de los dragados: controlar dónde se vuelcan, quién observa dichas operaciones, área de descarga autorizadas, etc., fueron realizadas por los mismos impulsores de mayores profundidades y ensanchamientos de canales en beneficio de los barcos de exportación para garantizar bodegas llenas sí o sí, etc. Este órgano de control acaba de ser disuelto por un impresentable Decreto de Necesidad y Urgencia del Presidente Javier Milei1.
2– Este descontrol de años, determinó, por ejemplo, que los conocidos cinco pasos de ingresos de agua del río Paraná hacia la toma de agua de la ciudad de Victoria en Entre Ríos en su valle natural de inundación, sea sistemáticamente taponada por dragados así “controlados”. Disponemos de informes de la Dirección de Hidráulica de la Provincia de Entre Ríos, que, desde hace más de tres años, así lo precisan. Nada cambia, todo se complica con estas enormes crisis ambientales que a la cuenca vienen a quedarse y así manifiestan la crisis de civilización impactando directamente sobre el acceso a aguas sanas.
3– No queda duda, que esta crisis en el sistema de humedales Paraguay Paraná, es fruto de un proceso antrópico (causado por el ser humano en estos últimos dos siglos, en números redondos), pero esencialmente a partir de la simplificación total del modelo de producción agropecuario que va desforestando de manera brutal como criminal el Chaco Americano, una parte no menor del Pantanal, como Amazonia. Los organismos genéticamente modificados, son un factor determinante en los últimos casi treinta años en todo el Cono Sur. La Hidrovía Menemista, como de la mano de su impulso por parte del Banco Interamericano de Desarrollo, la Corporación Andina de Fomento, la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Sudamericana (IIRSA) y la “lúcida” visión de los que se están robando nuestros mundos, sacrifican territorios y generan graves procesos de exclusión social, consecuencia de sus impactos ambientales y sociales negativos, como los que ahora se expresan en la diversidad biológica como cultural de nuestras tierras.
4– En estos tiempos demenciales, en semejante contexto, el Estado Nacional con la complicidad cuasi silenciosa de los Estados Provinciales ribereños, empujan la profundización total del Paraná Inferior, el Paraná Medio, el derrocamiento de los diques naturales (rocas) que regulan el régimen hídrico milenario de los humedales de los países hermanos, aguas al norte en el río Paraguay, escenario de impactos aún más desoladores para el río en su Delta, el mayor proveedor de agua a la región más poblada del País.
5– Finalmente. Recientemente también y por otro Decreto de Necesidad y Urgencia, el Gobierno Nacional desarticula las competencias sobre estudios de impacto ambiental (EIA) de la máxima autoridad ambiental Nacional, para centralizar los procesos de EIA de nuestros ríos, con foco en la navegación con canalizaciones más artificiales, profundas y ensanchadas, en manos del mismo organismo público que las promueve, licita y privatiza2.
Y en el medio de todo este proceso, una sociedad angustiada por el día a día, como por la estructura normativa represiva en consolidación, que conforma temores por el control de un Estado Gendarme hacia los procesos de resistencia social, mayores debates, audiencias públicas, participación social, incidencia democrática y en pocas palabras, aplicar y cumplir desde las convicciones cívicas y populares, el denominado Acuerdo Regional de Escazú, de acceso a la información, la participación social y la justica.
Transitamos como una novela de ciencia ficción, donde la sociedad organizada se ve casi imposibilitada de actuar en tiempo y forma, para ampliar la conversación política local y regional, articular alianzas estratégicas y también amorosas. Pero no está aún, todo dicho ni hecho.
Victoria, en semejante escenario, se está quedando sin agua, violación extrema al derecho que dice la constitución de Entre Ríos proteger:
“El acceso al agua saludable, potable y su saneamiento es un derecho humano fundamental. Se asegura a todos los habitantes la continua disponibilidad del recurso.
El servicio público de suministro de agua potable no podrá ser privatizado, a excepción del que presten las cooperativas y consorcios vecinales en forma individual o conjunta con el Estado provincial, los municipios, las comunas, los entes autárquicos y descentralizados, las empresas y sociedades del Estado. Los usuarios tendrán participación necesaria en la gestión.
La Provincia concertará con las restantes jurisdicciones el uso y aprovechamiento de las cuencas hídricas comunes. Tendrá a su cargo la gestión y uso sustentable de las mismas, y de los sistemas de humedales, que se declaran libres de construcción de obras de infraestructura a gran escala que puedan interrumpir o degradar la libertad de sus aguas y el desarrollo natural de sus ecosistemas asociados”.
Entre la letra bella de la norma madre y el río artificializado, antípodas, miserable contraste.
- https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/248560/20210825
- https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/311793/20240806
- https://www.boletinoficial.gov.ar/detalleAviso/primera/311973/20240809
(*) Miembros Colectivo de Acción por la Justicia Ecosocial (CAJE), Asociación Argentina de Abogadas/dos Ambientalistas (AAdeAA).
Especial para la Redacción de ERA Verde