Lidia Moreira, mujer campesina del Sexto Distrito de Gualeguay, varias veces fumigada desaprensivamente por arrendatarios vecinos, volvió a sentir la congoja en su cuerpo ante la posibilidad de estar expuesta una vez más a los venenos. Fue cuando esta semana, a través de una cédula policial, fue notificada que iban a realizar una aspersión con agrotóxicos en un lote lindante a la vivienda que habita con su anciana madre. No fue ese día que realizaron la aplicación, porque los logró frenar, pero sí al otro, con una fórmula totalmente caduca.

En la receta agronómica se lee que el preparado para la fumigación contenía Biciclopirona, 5 Metolacloro, Glifosato, Picloram, Alcohol Lineal Etoxilado y Fenol Genol Etoxilado. La fecha de prescripción 28 de agosto de 2020, con la firma del responsable técnico ingeniero Luis Alfonso Nievas, matrícula Nº 1.678 del Colegio de Colegio de Profesionales de Agronomía de Entre Ríos (COPAER), con asiento en Victoria. El día que golpearon a la puerta de la vivienda de Lidia Moreira para notificarla de que a lado de su casa iban a esparcir esos venenos fue el miércoles 9 de septiembre, con los plazos hartos vencidos, ya que según la legislación vigente, la Resolución Nº 47/04 de la Subsecretaría de Asuntos Agrarios establece que las aspersiones que puedan ocasionar daños a terceros “deberán comunicar fehacientemente con 48 hs. de anticipación a la pulverización de estos lotes”. Fue entonces, 12 días después.

 

De esta falta a la ley Moreira se dio cuenta luego, al otro día en que se le presentó la notificación de manos de la profesional responsable a campo, la ingeniera Sabrina Inés Imbert, matrícula 8211133, de Victoria, quien portaba el mencionado documento recibido y rubricado por el agente Alberto Jorge Ríos, de la Comisaría Nº 17 de 6º Distrito, departamento Gualeguay. Se percató luego porque el miércoles logró frenar la fumigación por el terrible viento que había en contra de su casa, pero no pudo ya resistir el jueves el 10 de septiembre que realizaron la aspersión desde la tarde hasta que bajó el sol. Como era de esperar esa noche Lidia se brotó entera de un sarpullido que le invadió toda la piel por los terribles efectos del pesticida en el campo vecino. Cuando logró reponerse y el viernes se acercó a la comisaría a realizar la denuncia de la fumigación con la receta vencida, para su sorpresa en el lugar no encontró a nadie. El destacamento policial estaba totalmente abandonado, sin guardia, ni señales de vida en su interior.

 

Un continuo suplicio

 

Esta última polémica fumigación, contó Lidia a ERA Verde, se efectuó sobre 125 hectáreas de maíz del campo denominado La Silvina. Y si bien mencionó que el viento no iba contra del lugar donde vive, el poder residual del herbicida persiste en el ambiente. “Nos encerramos, cerramos bien puertas y ventanas hasta que pase todo, pero eso dura varios días. Y no podemos hacer nada, porque si ese día no hay viento y están a 50 metros está permitido por la ley”, dice algo resignada.

 

No es la primera vez que Moreira padece episodios de este tipo de los cuales da cuenta su salud que se deteriora cada vez que se ve expuesta a estos pesticidas.

 

La primera denuncia data de 2018, cuando la fumigaron a una distancia de 5 metros, en una tarde calurosa de septiembre. El problema se repitió en noviembre 2019, también el 24 de marzo pasado y el 17 de julio de 2020. Lidia Moreira vive con su madre de 92 años que padece de mal de Parkinson y ella una alergia que se potencia con los tóxicos. Se le cierra el pecho “con vómitos y mareos”, que le hacen temblar las piernas, describe. Pero el arrendatario del lote lindante donde siembran y fumigan, Carlos Flores, le dice “que los vómitos son psicológicos”, contó sobre lo que repite el hombre para desestimar su relato.

 

Sobre el episodio de julio pasado, donde denunció que aplicaron agroquímicos con viento en contra y sin respetar las distancias, las actuaciones se elevaron Fiscalía de Gualeguay de turno en la Feria, a cargo de Pablo Benedetti, pero de su resolución nada se sabe.

 

Y de la situación del jueves Lidia no las pudo exponer en sede policial, porque la comisaría del 6º distrito estaba cerrada y sin guardia.

 

 

De la Redacción de ERA Verde