Nicolás Indelángelo se autodefine como un técnico pagano, pero también es Ingeniero agrónomo. En diálogo con ERA Verde conversó sobre el modelo de producción agrícola a partir de algunos ejes de debates. ¿Qué es la agroecología? ¿Sirve el cultivo masivo de soja transgénica? ¿Este campo produce alimentos?, fueron algunos de los interrogantes abordados con un referente que cuenta con enriquecedoras experiencias. Y desde estas prácticas brega y trabaja por modelos de producción agrícolas alternativos bajo el horizonte de restablecer un vínculo armónico entre la naturaleza y la humanidad, así como en una lucha para alcanzar la soberanía alimentaria.

 

–En Argentina el modelo productivo se encuentra atravesado por una matriz donde predomina el cultivo de unas pocas semillas transgénicas ¿Cuáles crees son los porqués de este sistema agrícola que hegemoniza la producción?

El modelo tiene varias aristas, está pensado desde la lógica del negocio, del agronegocio y del extractivismo. Es un modelo capitalista, pero con esas características sobresalientes y de pretender una producción lo más parecido a lo que es una industria. De hecho, la palabra insumo es una palabra asociada a un proceso industrial. En una fábrica es mucho más fácil imaginarse lo que es un insumo, por ejemplo, una tinta para una imprenta o un buge para la fabricación de un auto.  En el agronegocio se pretende llevar esa lógica a la producción de cosas que distan diametralmente de lo que es un alimento. Básicamente todo lo que nosotros observamos tiene que ver con esa lógica. Estamos ante un modelo que es capitalista y el capitalismo busca la valoración ampliada del capital en tasas y velocidades cada vez mayores y hace todo para que ese capital se reproduzca con ciclos que son opuestos a los ciclos de la naturaleza y a los ciclos del trabajo.

 

El que genera capital es el trabajo, el capital por sí solo no genera capital. Hay fuertes contradicciones en el modelo y una tiene que ver con que esta lógica de multiplicación del capital que no tiene nada que ver con lo que sucede con la naturaleza ni con el trabajo humano. Todo lo que nosotros observamos son las características morfológicas de un sistema extractivista, capitalista, que busca imponer esa lógica al proceso productivo. Entonces recurre a lo que conocemos que es sobre simplificar los ambientes, al monocultivo, a la semilla transgénica, porque esa transgénesis le da una característica que el modelo necesita, como puede ser la tolerancia a un herbicida para usarlo masivamente. No podemos tener 55 herbicidas en el mercado si no que hay uno y hay que fabricarlo en grandes cantidades y que sea ese único herbicida el que se use. Todo lo que vemos tiene que ver con esa lógica.

 

Eso es estrictamente porque es una producción capitalista, ¿cómo piensa el capitalismo? Tiene que licuar costos, si yo tengo una sembradora y siembro 100 hectáreas no me rinde lo mismo que si a esa sembradora la hago sembrar 1.000 hectáreas. Esta lógica de pensar que estamos en una fábrica es desconocer todo, la naturaleza, la cultura, la historia con el único objetivo de generar dinero. No importa el ambiente, la salud, la calidad real de lo que se produce, lo que importa es la calidad para el mercado y ganar guita, no hay ética ni valores detrás de eso.

 

Lamentablemente es así y si uno busca en la historia algún punto de inflexión, porque la agricultura tiene 10.000 años, los que estudian esto dicen que en la posguerra nos podemos imaginar el comienzo de la profundización de este modelo, por lo menos en lo que se llama el sur global y nosotros somos parte de ese sur global. Porque empezaron a haber directrices globales en relación a los sistemas alimentarios a partir de la ONU y la FAO. Después de la posguerra a nosotros nos asignan un rol y estamos en ese rol de producir proteína barata para el mundo, para los grandes consumidores de esa proteína que después la transforman en carne, en leche o el azúcar del maíz en un polímero para las bolsas de los supermercados chinos. Básicamente tenemos un rol que tiene que ver con ese sur global y estamos sufriendo la globalización de ese modelo capitalista, extractivista y tan jodido como lo sabemos.

 

ALTERNATIVAS AL ACTUAL MODELO

 

–Tu experiencia está trazada por la práctica de modelos productivos alternativos, específicamente aquel denominado como modelo agroecológico ¿A qué se hace referencia con agroecología?

La agroecología es una disciplina que busca comprender los agroecosistemas y a partir de esa comprensión aportar herramientas para su diseño y el manejo de los mismos. Pero en realidad, lo que nosotros estamos tratando de hacer, como técnicos, productores y los mismos movimientos sociales, es recuperar la agricultura. La propuesta es cultura agrícola, “agri” significa tierra, necesitamos recuperar la cultura del hombre que se vincula con la tierra para vivir, es decir laburar para vivir y no vivir para laburar. La agroecología en ese sentido aporta esta matriz tecnológica o esta forma de mirar el agroecosistema, diseñarlo y pensarlo. También tiene una esfera sociopolítica que pone en discusión no solo la producción del alimento sino la distribución y el consumo. Si yo abordo al agroecosistema a nivel de chacra, de parcela, tengo una cierta posibilidad de trabajo en una producción; si me voy a una escala más grande y analizo un territorio tengo que sí o sí plantear la cuestión del consumo, de la distribución del alimento, quién produce y para qué. Ahí la agroecología aporta desde esa dimensión sociocultural.

 

«No es una agroecología porque somos amantes de la lechuga orgánica sino porque queremos recuperar una agricultura para ser soberanos en términos de políticas alimentarias»

 

La búsqueda es recuperar la agricultura y el mojón político en la soberanía alimentaria. No es una agroecología porque somos amantes de la lechuga orgánica sino porque queremos recuperar una agricultura para ser soberanos en términos de políticas alimentarias. De hecho, la soberanía alimentaria surge como una propuesta de los movimientos sociales que dieron base a la agroecología porque ésta surge de observar cómo producían los campesinos y las comunidades que hacían sustentable su producción a lo largo de los años.

 

Hay una idea de que una región del mundo se va a sacrificar para alimentar al resto, pero la soberanía alimentaria plantea que cada pueblo tiene que alimentarse con un sistema propio, que respete la cultura, la historia y las posibilidades agrícolas de esa comunidad. África tendría que tener un modelo alimentario propio, así como Latinoamérica y Europa; por supuesto que tiene que haber intercambio, pero no en los términos que hay hoy sino en términos de hermandad entre pueblos y no de sometimiento de una región a otra.

 

–¿Cuáles son sus principales beneficios?

–La agroecología aporta herramientas para que el productor pueda desarrollar la agricultura de manera sustentable. Lo que hay que decir también es que faltó una propuesta tecnológica distinta a la de la Revolución Verde.

 

Los productores que son grandes, son exitosos en términos económicos. Quien tiene 100.000 hectáreas le va bien, saca 40 quintales de soja en región núcleo y con lo que vale hoy la soja la levanta con pala, no tiene problema. El que sí lo tiene es quien no posee la escala para sostener el ritmo financiero del consumo de insumos, el riesgo, etc. Ese es el productor que no tuvo una alternativa tecnológica y hoy la agroecología la está brindando. Quizás si hace 50 o 40 años atrás el productor hubiese podido adoptar una propuesta agroecológica como la entendemos hoy y con todos los avances que tenemos, tal vez no hubiesen desaparecido productores, como en la región pampeana que fueron más de 100.000. En los 90 (el ex presidente Carlos) Menem decía: “van a quedar la mitad de los productores” y casi se cumple. En Entre Ríos desaparecieron alrededor de 12.000 productores en los últimos 20 años.

 

Uno de los beneficios de la agricultura es ser una matriz tecnológica apropiable por los productores que no pueden sostenerse dentro del esquema de la revolución industrial porque no tienen escala para hacerlo. No pueden asumir riesgo, no pueden mantener la locura financiera que es producir bajo ese otro modelo. Con locura financiera me refiero a que suben los granos y los vendedores de insumos dejan de venderlos porque quieren adecuar los precios para seguir ganando la misma proporción de la torta, entonces no venden los fertilizantes hasta que no suba y en tres días el Glifosato pasa de valer 8 dólares a 10 dólares y esta situación corre al pequeño productor de la cancha. Sólo es posible sostenerse cuando tenes un montón de posibilidades financieras y comerciales que los pequeños productores no tienen, para zafar de toda esta situación.

 

«Tener un modelo de producción que no contamina, que genera alimento de calidad y respeta la diversidad cultural, etcétera, te permite obtener beneficios ambientales, culturales y de salud»

 

–Los defensores de la extensión de la frontera sojera en la provincia, cuando pueden, exponen que los modelos extensivos de producción agroecológica no son rentables para el país ¿Qué opinas al respecto?

–Tener un modelo de producción que no contamina, que genera alimento de calidad y respeta la diversidad cultural, etcétera, te permite obtener beneficios ambientales, culturales y de salud.

 

Vinculado a la escala y la rentabilidad, queremos dar un debate. Suponiendo que hay un territorio, por ejemplo, la provincia de Entre Ríos, ¿qué vamos a hacer? ¿Vamos a producir con 1.000 productores grandes o con 100.000 productores chicos? La agroecología puede producir en escala, pero con muchos productores adentro. Se puede hacer agroecología en 100.000 hectáreas, pero con 10.000 productores de 10 hectáreas cada uno, no con un (Gustavo) Grobocopatel que maneje las 100.000.

 

Se habla mucho de que tenemos que generar divisas ¿para qué? ¿para pagar la deuda externa que es ilegítima y fraudulenta? Ayer, creo que Guzmán pagó casi US$400 millones de una cuota de intereses, ¿sabes lo que podemos producir con US$400 millones con los productores agroecológicos? Podemos producir mucha comida. En Argentina hay pobreza, hay hambre y desocupación.  Yo no puedo creer que la estructura social argentina tenga al pobre como parte de esa estructura, en un país donde antes de la dictadura militar no había pobreza estructural. Resolvamos la pobreza, el hambre y la desocupación; produzcamos alimento, generemos laburo y saquemos a la gente de la pobreza. Estamos diciendo que el campo genera laburo, bueno, generemos laburo. A la deuda externa revisémosla y si no tenemos que pagarla, no la paguemos. Argentina en los últimos años aumentó en un 635% las exportaciones y cada vez necesitamos más dólares porque hay un círculo donde la deuda externa es la herramienta que tiene el poder para someternos a este modelo.

Estamos atravesando una pandemia y volver a la normalidad es acelerar más a fondo con lo que veníamos, como las mega granjas porcinas. Nosotros tenemos tres cuencas que hablan del extractivismo: la cuenca del Plata con la soja, la de los Andes con las mineras del Reino Unido y canadienses y la Patagonia extranjerizada con el fracking y el petróleo. Ahí se ve cómo nuestro territorio está dividido en tres para estar sometidos a ese extractivismo en nombre de esas divisas que nadie se pregunta para qué son.

 

La soja no es comida y lo demuestran esos muffins proteicos que acordaron entre Buenos Aires y Salta darles a los pibes wichis o como la super sopa que hacía la UNL en El Pozo, eso no es comida, es basura transgénica. ¿Cómo puede ser que en Argentina haya desnutrición infantil? Hay muertes por hambre y eso tenemos que discutir, pero no tenemos soberanía y tenemos un gobierno que es abiertamente capitalista, no es un gobierno de los pobres, de los hambrientos, de los desocupados ni de los trabajadores.

 

EXPERIENCIAS Y HORIZONTES

 

–¿Cómo fue tu propia experiencia a la hora de incursionar con estos modelos alternativos? ¿Recibiste alguna ayuda estatal/gubernamental?

–Yo entré a la facultad en el 2000, con todo lo que eso supuso en términos de conflictividad social y la militancia del centro de estudiantes estaba más asociada a la cuestión social agraria que a lo ecológico. Para mí la búsqueda de una agricultura tiene que ver con que no sigan desapareciendo los productores y mi búsqueda tiene que ver siempre con eso. Yo nunca llegué a ejercer en lo otro, porque cuando me recibí me di cuenta que para lo que me habían formado no era lo que quería hacer, entonces empecé a buscar otras cosas y lo hice solo, metiéndome en espacios autogestivos de formación como la Escuela Vocacional de Agroecología “La Verdecita” donde estaba Chabela Zanutigh, quien falleció hace unos años. Para mí fue un espacio transformador porque era una escuela pensada para los campesinos huerteros del cinturón hortícola de Santa Fe. También fui a vivir al campo y viví en La Porota 3 años, en La Picada. Después cuando empecé a retomar el rol de ingeniero, ya con una formación vinculada a la agroecología, empecé a tomar posgrados, siempre bancándomela solo. No hay apoyo estatal para que un profesional se forme en agroecología, hay algunos programas, pero lo importante sería que la formación de grado tenga que ver con la agroecología y no que uno una vez graduado tenga que deconstruir todo eso y volver a armar otra cosa.

 

Ahora hay mucha más oferta académica en relación a la agroecología, siempre desde las organizaciones y los espacios autogestivos. Las instituciones del Estado lo están tomando también, pero vienen mucho más atrasadas que los productores y las organizaciones. Siempre está la pregunta para qué lo toman si es para cooptar al movimiento y frenarlo o es una cosa más genuina.

 

Hablar de ayuda es meterse en un debate importante, de si la agroecología está ya cooptada o corre el riesgo de ser cooptada y que se transforme esto en un capitalismo verde. No podemos pensar que la agroecología va a funcionar en un esquema capitalista porque el capitalismo es la causa de todos los problemas que tenemos. Hay que pensar que vamos a construir otra cosa, no sé qué, pero no nos podemos conformar con un capitalismo verde, porque tiene los límites de la contradicción que va a chocar con los ritmos de la naturaleza y con los ritmos de la reproducción del hombre. No podemos pensar que la agroecología va a proliferar en el marco de un capitalismo verde y humanitario.

 

Ahora se creó la Dirección Nacional de Agroecología, yo fui convocado para un consejo consultivo y estoy participando porque entiendo que tengo que ser un nexo entre los productores, que son las bases, y esa dirección que por lo menos plantea algunas discusiones. Todos sabemos que estamos llenos de contradicciones, que mientras nosotros tenemos una reunión de consejo consultivo mañana (el ministro de Agricultura de la Nación Luis Eugenio) Basterra anda en Roma diciendo que Argentina produce de una manera que no hay que cuestionar, reafirmando el agronegocio y apostando por el AgTech de Bill Gates, avanzando en Chaco con el acuerdo con China, con una empresa creada por el ex ministro de Cristina Kirchner. En ese nivel de contradicción estamos, el ex ministro de Agricultura del kirchnerismo es el que arma una empresa con capitales chinos para meter la mega granja en Chaco y van a desmontar una reserva protegida de unas comunidades que vienen litigando por la propiedad comunitaria de esas tierras. En este escenario es que se crea la Dirección Nacional de Agroecología.

 

«Alicia Schwartman que, para mí, es una referente, dice que la agroecología no es una alternativa, es la única que nos queda»

 

Partiendo de los conocimientos que has podido recabar a lo largo de este tiempo ¿pensas que la agroecología se va a convertir en algún momento un modelo extendido a nivel nacional? ¿Qué es lo que falta para que ocurra?

–Creo que estamos en esa disputa, lo que puede suceder es que avance un capitalismo verde y que sea presentado por fuera como agroecología, pero la agroecología profunda no creo que se transforme en un modelo de extensión nacional porque justamente no tiene nada que ver con dónde se dirige nuestro país.

 

Acá hay una campesina que se llama Alicia Schwartman que, para mí, es una referente, quien dice que la agroecología no es una alternativa, es la única que nos queda. El que no la entienda va a ir por el lado del capitalismo verde, los productos biológicos, cultivos de cobertura y cultivos orgánicos, pero sin que nada cambie mucho. Yo creo que el cambio tiene que ser más radical y más parecido a lo que la agroecología propone en su concepción más prístina, relacionado con todos estos movimientos de campesinos y de comunidades de agricultores que realmente tienen un vínculo con la tierra. Pienso en más posibilidades de que la agroecología sea cooptada y se avance en pintar de verde algunas cosas.

 

Hay que analizar los hechos y no los dichos. Cuando analizamos lo hechos nos referimos a que, más allá de lo que diga Basterra en Roma en la Cumbre de la Alimentación, el hecho es el acuerdo entre la empresa China creada por el ex ministro de agricultura de Cristina Krichner con Capitanich; las toneladas de soja que Argentina exporta; la propuesta al Senado por parte del Consejo Agroindustrial Argentino que plantea una meta de 300 millones de toneladas de grano; el desmonte; la quema en las islas; el corte del ciclo hidrológico que se llama Parientes del Mar, esos son hechos. Lo que diga Cabandié no importa, se puede sacar una foto con una pala apagando un foco ígneo en una isla, pero los hechos son que se quemaron miles de hectáreas, que pasamos de 500 millones a 600 millones de litros de venenos por año, que Argentina es el país en el mundo que más carga tóxica por habitante tiene por año, que los pibes se mueren por leucemia.

 

Es un hecho también que la Cancillería esté ocupada por la misma persona que autorizó la entrada a la soja en el ‘96, es decir que el alfil del agronegocio es el canciller argentino.

 

 

PERFIL


Una lectura que te haya marcado:
Las venas abiertas de Latinoamérica que me lo ofreció como lectura obligatoria una profesora de Geografía en 2º año de la secundaria en plena década el ‘90.

 

Tema musical que te identifique: Por ser de un colega, Remanso Valerio de Fandermole.

 

A qué te dedicas en tus tiempos libres: Trato de estar con mi familia, con mi hija que va a cumplir 7 años y con mi compañera. Yo nací en Concepción del Uruguay, me gusta mucho el río, por lo menos mirarlo y me gusta mucho el campo así que a veces vamos a andar a caballo. Me gusta mucho estar en el campo y a veces armo juntadas entre productores en lo que serían tiempos libres míos. La paso muy bien cuando se da la juntada y la compartida de la vivencia de unos con los otros. Cuando ando a caballo, en el río jugando a ser un carpincho, charloteando con los campesinos y los chacareros.

 

 

Por Nicolás Zuttión

Pasante de las Prácticas Curriculares de la carrera de Comunicación Social de la Facultad de Ciencias de la Educación (FCEdu) de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER).

 

Para la Redacción de ERA Verde.