Se trata de un ejemplar de encina de aproximadamente 140 años que se encuentra en una de las esquinas de Plaza 1º de Mayo de la capital entrerriana. Habría sido plantado cuando este espacio púbico sufrió un abrupto cambio en la década del 1880. En una época más reciente, en la primavera democrática, este árbol le dio nombre a una de las primeras ferias artesanales de la ciudad: la Feria de la Encina, que se desplegaba en la diagonal de la céntrica manzana. Antes, el célebre escritor Amaro Villanueva dedicó una crónica a su emblemática presencia. Desde Parques y Paseos de la Municipalidad de Paraná se adelantó que los próximos días se evaluará si puede sobrevivir o deberá ser reemplazado por otro ejemplar de las misma especie. Los diagnósticos son poco alentadores porque se detectaron problemas en sus raíces, confirmaron oficialmente a ERA Verde. “Es un día muy triste para la ciudad”, admitió el técnico del organismo municipal, Jorge Galván.

 

En la madrugada de este martes 8 de noviembre, se desplomó en Plaza 1º de Mayo de la capital entrerriana la mitad del gran árbol de encina que se encontraba sobre el vértice Sur, a pocos metros de la esquina que da con el edificio del Banco Nación. El ejemplar quedó partido casi al medio y parte de la ramificación se desmoronó sobre la diagonal del paseo público. La causa de esta caída se debe a que el interior putrefacto del tronco originado en un proceso lento y silencioso, se indicó. Se trata de no cualquier ejemplar, “era uno de los árboles fundacionales de la Plaza”, contó el técnico de Parques y Paseos municipal, ingeniero Jorge Galván. En efecto, se trata de uno de los más antiguos e histórico de la ciudad porque data de cuando la traza de la Plaza 1º de Mayo adquirió a fines del siglo XIX el diseño que se conoce actualmente.

 

El árbol partido, “junto con el ciprés del Lawson frente al Banco Bersa (hacia el Sur), son los más antiguos de la Plaza 1º de Mayo”, señaló Galván sobre la importancia de lo acontecido.  “Es un día muy triste por haber perdido ese ejemplar. Fue durante la madrugada, cuando soplaban ráfagas de viento importantes, se cayó la mitad que mira hacia el Norte. Concurrimos con una cuadrilla ni bien nos enteramos, con la primera intensión de despejar lo que estaba en el suelo, y de ahí se pudo observar sin temor a dudas una gran pudrición del tronco principal. Si bien es corto es grueso, el fuste del árbol totalmente necrosado por acción de distintos gérmenes, bacterias, hongos, durante muchos años; son procesos muy lentos favorecidos por la humedad que ingresaba por la parte superior fue provocando un ahuecamiento que le generó la debilidad y partirse. Afortunadamente no hubo que lamentar lesión a personas, solamente la luminaria de que se deberá reponer”, explicó el especialista a ERA Verde.

 

Luego de las acciones de emergencia, “ahora comienzan una serie de cuestiones”, planteó el técnico municipal. “El árbol está muy afectado. Lo que se hizo inmediatamente y para evitar peligros fue una poda para buscar cierto equilibrio, porque al caerse la mitad del árboles quedó en una situación muy inestable, porque el centro de gravedad se dirigió hacia uno de los laterales, hacia la diagonal del local de comidas rápidas de la esquina. Todo el peso fue hacia ahí. Las noticias no son buenas, el tronco está muy putrefacto y se suma a esto que se ve en el suelo un movimiento de raíces. Eso es muy preocupante, por lo que se trató de disminuir el peso”.

 

Sobre algunas características del árbol, Galván comentó que es “una encina, del género Quercus, originario del hemisferio Norte, con un gran valor patrimonial para la ciudad, porque tiene más de 140 años. Vamos evaluar en los próximos días su permanencia, pero son pesimistas sobre el particular. De tomarse esa decisión drástica, por tratarse de un problema irrecuperable, se plantará un árbol de la misma especie en el mismo lugar, pero eso lo vamos a decidir en los próximos días. Hoy se actuó con personal de Parques y Paseos no obstante siendo Día del Empleado Municipal a efectos de despejar cualquier riesgo hacia las personas”, se explayó.

PATRIMONIO NATURAL

 

Sobre los registros históricos del “árbol abuelo”  de Paraná, la arquitecta especialista en patrimonio urbano, Mariana Melhem, apuntó a ERA Verde que “la antigüedad no debe ser mayor a los 140 años, aproximadamente, porque la anécdota dice que cuando (Enrique) Berduc era intendente (1889- 1891) se fue de viaje, y (el presidente del Concejo Deliberante Santos) Domínguez y Benguria lo esperó a su regreso con la sorpresa que había limpiado la plaza completamente. Había mandado a hacer el trazado nuevo con los nuevos árboles, porque decía que era intransitable la plaza por la cantidad de árboles súper crecidos que había, que parecía una selva y no se podía transitar. Desde entonces data el trazado que conocemos hoy. Existe el dato del plano del proyecto de esa obra que es de 1884, del arquitecto Bernardo Rígoli”, documentó la especialista.

 

Por otra parte, en la historia más reciente, a esta encina que este martes se quebró, se la tienen como referencia que “cuando volvió la democracia, ese árbol le daba nombre a una feria que se hacía, la Feria de la Encina, que fue de las primera ferias artesanales medianos del años 80’”, trajo a la memoria Melhem.

 

Por su parte, el periodista y escritor Amaro Villanueva dedica un escrito a este emblemático ejemplar. En su crónica “La encina de Plaza de Mayo”, Villanueva dice:

 

No lo aprecian mucho los habituales amigos de la Plaza, porque su amplia grandeza vegetal ha tomado bajo su protección dos o tres bancos del paseo que resultan inútiles para sentarse. Y no porque las ramas de la encina se enreden en las cabelleras engominadas o debareten los bucles de las adorables muchachas. Nada de eso. Es que la encina también da su hojosa protección a centenares de pájaros que buscan en ella el abrigo cuando la tarde muere. Y, es claro, lo pajarillos tienen sus ‘necesidades meridionales’, como los hombres, de modo que los asientos reciben un inesperado fertilizante que no llega de Chile  y sus guaneras famosas, sino que mana de las secretas ramas de la encina, cuya cerrada copa protectora no deja ver los pequeños y emplumados aviones vivientes que bombardean ese sector de bancos –y a quienes allí se sientan sedentarios– siguiendo un ejemplo también muy humano, que hoy está en cruenta boga por todos los continentes”. (…)

¿Cuándo y de dónde llegó a Paraná esta hoy vigorosa encina? Todavía –o mejor dicho, ya– no se sabe. Hace poco tiempo,  una distinguida educacionista paranaense dedicó un cordial artículo literario a este magnífico ser arbóreo, recordando su origen galo, su procedencia de las azules costas del Mediterráneo, de la Europa meridional. Pero la fecha del viaje de esta planta inmigrante se ha perdido en la memoria de los hombres de Paraná que frecuentaban su siembre verde presencia” (1).

(1) En relatos reunidos de obra entre 1942-1946 en “Paraná, rosa de otoño”).

 

Fotos: Beatriz Zapata.

 

Silvio Méndez

De la Redacción de ERA Verde