Por Abelardo Llosa (*). En primer lugar, quiero decir que lamento profundamente la muerte de los ciclistas y el peatón que trágicamente perdieron la vida en los últimos días pasados, atropellados por automóviles en Paraná. También lamento las heridas y fracturas de quienes chocaron gravemente en avenida Uranga días atrás y de todos los que han padecido en accidentes de tránsito. En particular Cesar Hayy fue profesor de matemáticas de mi hijo mayor y es recordado con cariño en nuestra casa.

necesitamos recuperar la empatía con los otros, ser más prudentes y respetuosos al circular y respetar las reglas del tránsito.

Cada día al circular por las calles de la ciudad de Paraná puede percibirse el riesgo en el tránsito, en cada esquina, en cada sobrepaso, en cada semáforo. La agresividad entre los conductores es notoria, las malas y temerarias maniobras son constantes, sobre todo en las motos. Los peatones no se animan a cruzar las calles en las esquinas y ni siquiera se animan a mirar a la cara a los conductores para pedir paso por temor a recibir una respuesta dura. Los conductores no dan paso a los peatones, los ignoran o los atemorizan con el movimiento del auto y el ruido del motor. Es evidente una terrible falta de empatía, respeto y atención para con el otro/a, una ansiedad de ganar espacio y posicionar el vehículo para “quedar adelante”, “pasar primero” o “ganar un metro”. En esa falta de empatía y en la disputa por el espacio vial, se impone casi siempre el más fuerte: los automotores sobre los ciclistas y los peatones, que son además los más vulnerables.

 

La calle es un espacio público compartido, necesitamos recuperar la empatía con los otros, ser más prudentes y respetuosos al circular y respetar las reglas del tránsito. Tenemos que entender que todos/as formamos parte de un “sistema de movilidad” en la ciudad, que el sistema es complejo y tiene que funcionar en base a valores y reglas compartidas a partir de las cuales disminuyamos los riesgos y prioricemos la vida y la convivencia.

 

Pero un sistema de movilidad, complejo como el urbano, requiere además de reglas y valores también infraestructuras adecuadas que contemplen a todos los medios de circulación. Como urbanista quisiera enfocarme en este punto, el de las infraestructuras.

 

Todo sistema para funcionar necesita una estructura, en este caso son las infra estructuras de circulación, que se ubican en las calles públicas. En el ancho de una calle no solo se han de ubicar las calzadas vehiculares, sino también las aceras peatonales, las bicisendas y los carriles para otros modos de movilidad según la función, el ancho y la longitud de los diferentes tipos de calle.

 

El tránsito en la ciudad es multi-modal, es decir que conviven distintos modos de movilidad. Además de los autos, los colectivos y los camiones de abastecimiento, transitan los peatones, los que corren haciendo ejercicio físico, los ciclistas que pasean, entrenan o van a trabajar, los que usan sillas de ruedas, los discapacitados visuales, las madres que llevan bebes cochecitos, y ahora también los monopatines eléctricos. Es necesario que la infraestructura del sistema de movilidad reconozca esta diversidad de usuarios, medios, velocidades y vulnerabilidades y que cada uno requiere espacios y condiciones adecuadas para circular con seguridad.

…las infraestructuras actuales responden casi exclusivamente a la lógica de los automóviles y las bicisendas y veredas son elementos ornamentales…

No es razonable ni justo que las personas deban caminar por la calzada vehicular arriesgando su vida porque no hay veredas o porque estas están ocupadas con autos estacionados o son intransitables por los obstáculos y desniveles, cosa muy común en los barrios de la ciudad. No es razonable que los ciclistas deban transitar en la misma calzada que los autos y los camiones porque no hay otra alternativa. Tampoco es razonable mezclar el tránsito pesado con el de vehículos livianos en calles y avenidas urbanas.

 

Se necesita invertir en vías diferenciadas y complementarias según los diferentes medios de circulación. No es razonable ni justo que se construyan calzadas para autos y no se realicen veredas peatonales y bicisendas. Hay que destinar espacio suficiente a estas infraestructuras y asignar fondos para su realización. El costo de las veredas y las bicisendas es ínfimo comparado con la obra vial. La falta de un diseño adecuado de la infraestructura para que contemple todos los medios de movilidad (vehicular, peatonal y ciclista) y la falta de control y mantenimiento de esas infraestructuras para que estén en condiciones de seguridad, son factores que contribuyen a las causas de las tragedias que hoy lamentamos.

 

Sin dejar de reconocer los esfuerzos de las gestiones municipales, puede decirse que las infraestructuras actuales responden casi exclusivamente a la lógica de los automóviles y las bicisendas y veredas son elementos ornamentales en unos pocos espacios públicos de la ciudad. Para revertir esta situación necesitamos adaptar las calles y avenidas existentes para recuperar o incorporar las veredas peatonales, incorporar bici sendas, eliminar el estacionamiento de autos en el espacio público e incorporar más arbolado y alumbrado urbano. Hacia el futuro, por cada metro de calzada vehicular que se construya deberían construirse dos metros de veredas peatonales y dos de bicisendas.

 

Es necesario tomar conciencia y repensar el sistema de movilidad y circulación de la ciudad y cambiar el modo de concebir, diseñar y gestionar la infraestructura de movilidad. No podemos seguir diseñando, construyendo y gastando los fondos públicos solo en calzadas para los autos. Es necesario pensar las calles de modo integral, como espacios públicos multipropósito, que contengan la infraestructura del sistema de movilidad multi modal de la ciudad (transporte público, autos, bicicletas, peatones) y también el arbolado urbano y las redes de servicios públicos. Es necesario también intensificar el control para liberar las veredas de obstáculos, que el estacionamiento de vehículos no se realice en el espacio público sino dentro de cada vivienda, comercio o institución o en playas de estacionamiento.

No alcanza con los controles de alcoholemia o las foto multas. Necesitamos cambiar el paradigma de la movilidad en la ciudad y dejar atrás la tiranía del automóvil sobre los demás medios. Esto requiere mejor transporte público, fuerte control del uso adecuado del espacio público,  más planificación urbana e inversión pública en calles multipropósito y multimodales.

La formación universitaria tiene mucho que mejorar para formar profesionales con visiones más integrales, amplias y sistémicas a la hora de abordar el diseño de una calle o avenida urbana. Ya no se trata de diseñar una vía de circulación eficiente para los autos, sino un espacio público integral multipropósito, para circular, permanecer y facilitar el encuentro social con seguridad.

 

No alcanza con los controles de alcoholemia o las foto multas. Necesitamos cambiar el paradigma de la movilidad en la ciudad y dejar atrás la tiranía del automóvil sobre los demás medios. Esto requiere mejor transporte público (accesible y de calidad), más educación vial para todos/as desde la escuela, fuerte control del uso adecuado del espacio público, mayor señalética vial, mayor mantenimiento de las infraestructuras, mejorar la formación universitaria de nuestros profesionales para contar con mejores diseños, más planificación urbana e inversión pública en calles multipropósito y multimodales. Todo ello como una política pública integrada. De otro modo seguiremos lamentando la pérdida de vidas de nuestros amigos, vecinos, maestros y conciudadanos.

 

Foto: Markus Winkler

(*) Arquitecto (Caper 11.532), urbanista, desempeñó cargos como director Nacional de Ordenamiento Ambiental del Territorio (2019-2022); director de Planificación Ambiental y Territorial de Entre Ríos (2016 a 2019); subsecretario de Infraestructura de la Municipalidad de Paraná (2010 y 2015) y como coordinador Institucional del Programa para el Gobierno de Entre Ríos (2003 y 2004).