Los márgenes de rutas nacionales y provinciales son considerados de “dominio público”. En Entre Ríos, el uso de los márgenes de los caminos ya está regulado pon la Ley provincial Nº 9.358 que está en vigencia aunque nunca fue reglamentada. Ahora, con el tratamiento del proyecto de ley denominado “Forestación de rutas provinciales en sus márgenes y zonas adyacentes” la cuestión vuelve al debate. La iniciativa cuenta con media sanción en la Cámara de Diputados y ahora se analiza en el Senado.  En la normativa se otorgan facultades extraordinarias a la Dirección de Vialidad para habilitar usos productivos de estos bordes. Ambientalistas advierten de la pérdida de un valioso corredor biológico si estos espacios se usan para el cultivo.

 

La regulación de la siembra en banquinas ingresa nuevamente a la discusión parlamentaria en la provincia de la mano de un proyecto de forestación. La iniciativa con media sanción en la Cámara Baja de Entre Ríos tiene como propósito generar acciones de “impacto positivo” para mitigar el cambio climático. La propuesta apunta a “fomentar la forestación de la zona de camino de las rutas provinciales en sus márgenes y adyacencias”, según plantea en su primer artículo. Pero el marco normativo, al mismo tiempo, introduce un apartado que puede plantear algunas contradicciones. En el artículo 11º, en los “permisos”, se autoriza a la Dirección Provincial de Vialidad a otorgar permisos para el “uso de los márgenes y las zonas adyacentes de las rutas y caminos provinciales” para la “utilización productiva”.

 

Precisamente este apartado fue advertido por organizaciones socio ambientales que se han puesto en alerta y han comenzado a debatir la cuestión en grupos y cadenas internas de discusión, según pudo saber ERA Verde. Se señala que la utilización de las banquinas con cultivos que utilicen paquetes tecnológicos con pesticidas podría atentar con la vegetación silvestre y en algunos casos los montes nativos que “alberga insectos beneficiosos para el hombre y sus floraciones (que) constituyen una fuente de polen y néctar necesarios para su desarrollo y sustento”, tal como indica una investigación de la Universidad Nacional del Litoral (UNL-Conicet) y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA)” en un relevamiento de rutas publicado en 2014.

 

Otro punto que ha comenzado a observarse es que sobre el uso de estos espacios de dominio público actualmente no hay un registro, así como tampoco se paga por su utilización y usufructo. Se calcula que los productores suman para sus utilidades 1 hectárea de siembra por cada mil metros lineales por 10 de ancho de banquina. Este uso en la provincia está legalizado por la Ley Nº 9.583 del año 2004 que fuera impulsada por el entonces senador Carlos Orlandi (PJ-Nogoyá). Con esta legislación se autoriza a Vialidad –a través de las Zonales Departamentales– a dar permisos precarios y onerosos para el aprovechamiento de las zonas marginales de las rutas y caminos donde, por sus características, pudieran sembrarse todo tipo de cultivo extensivo. Pero resulta que la normativa desde su sanción arrastra problemas para su reglamentación, aunque en los hechos está “vigente”, admitió a ERA Verde una abogada especializada en la materia. Es legal, no se aplica, pero se ejecuta; “es cualquiera”, graficó.

EN DEBATE

 

Así las cosas, el proyecto de “Forestación de rutas provinciales en sus márgenes y zonas adyacentes” comenzó a ser analizado en la comisión de Salud que preside Nancy Susana Miranda (PJ-Federal). La idea, según trascendió, es arribar rápidamente a algún tipo de consenso que permita emitir un dictamen y así avanzar o tal vez reformular la propuesta. Esta última opción esperanza a las entidades ambientales que ya comenzaron con un cabildeo que todavía no ha tenido trascendencia pública.

 

Las organizaciones sociales y ecologistas insisten en la relevancia de reservar las banquinas como cordones biológicos para mantener la fauna apícola que, en definitiva, son los principales polinizadores para la reproducción vegetal. Asimismo, se plantea que pueden ser espacios para monte nativos tan castigados por la desforestación y tan necesarios para la regulación del cambio climático cuyo espíritu impulsa la mentada ley que debate la Legislatura.

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RUTAS ARGENTINAS

 

En jurisdicción nacional, la siembra en banquinas está prohibida desde el 27 de noviembre del 2008, a través de la resolución N° 2.018 de la Dirección Nacional de Vialidad. En esta oportunidad, el organismo federal dispuso terminar con todos los convenios de uso de banquinas para la siembra durante la cosecha del 2009 y establecer que de ahí en más ese tipo de prácticas quedaban vedadas en todas las rutas nacionales.

 

Pero resulta que esta “resolución no ha cumplido el objetivo”, dice en sus fundamentos un proyecto de ley nacional que propone prohibir “la utilización con fines agrícolas de las banquinas de las rutas nacionales”. La iniciativa ingresó a fines de 2016 con la firma de 16 legisladores nacionales, entre los cuales se encuentra el entrerriano Juan Manuel Huss (PJ) y aún conserva estado parlamentario para ser analizado en las comisiones de Transportes, Agricultura y Ganadería, y Presupuesto y Hacienda.

POLINIZACIÓN

 

“Las banquinas, un reservorio de vida”, señaló una publicación científica de la UNL y el Consejo Nacional de Ciencia y Técnica (Conicet) de Santa Fe en un documento publicado en noviembre de 2014. Y apunta: “Aunque no se los valore debidamente, los márgenes de las rutas son espacios que albergan numerosas especies de plantas e insectos”. Es por esto que investigadores oficiales llevaron adelante un relevamiento del “porqué es importante dejar esos lugares sin cultivar”.

 

El trabajo surgió ante la preocupación de “la pérdida de biodiversidad vegetal que se está produciendo en el campo y en la producción en general, debido al avance de la soja y de las técnicas de cultivo, que provoca que las especies vegetales desaparezcan de los ambientes. Muchas de ellas son consideradas malezas, pero en realidad su presencia es importante porque pueden jugar un papel fundamental en el mantenimiento de ciertos servicios ecológicos, como la regulación de plagas o la polinización”, dijo César Salto, docente e investigador de la Facultad de Humanidades y Ciencias (FHUC) de la UNL y del INTA Rafaela.

 

Salto sostuvo que la vegetación que crece espontáneamente en los márgenes de las rutas aloja insectos benéficos que se alimentan de otros que pueden resultar perjudiciales. “Por otra parte, las abejas encuentran alimento en las flores que crecen en las banquinas. Además, cuidar esos espacios promueve la protección de los polinizadores en general, que son los que posibilitan que las plantas se multipliquen. “Gracias a este servicio tenemos frutas y verduras que aportan proteínas y minerales a nuestra dieta, además, muchos principios activos o sustancias químicas utilizadas en medicina, incluso algunos insecticidas, se extraen de las plantas”, enumeró el científico.

 

De acuerdo con el investigador, se recorren transectas de 100 metros durante una hora y se registran por observación directa los diferentes insectos que visitan las flores y la cobertura de las diferentes especies vegetales. “A la par muestreamos las especies vegetales para conocer el sustrato sobre el que estamos trabajando”, comentó.

 

El relevamiento constató en rutas de la provincia de Santa Fe constató “una riqueza de vida enorme: insectos polinizadores como los abejorros (Bombus atratus), abejas silvestres (Protandrena sp. Augochloropsis sp), la abeja melífera (Apis mellifera y parasitoides (Braconidae), entre otros”.

 

Al mismo tiempo el investigador planteó que “la idea es proteger las banquinas, ya que son corredores biológicos que tienen muchísima utilidad. El tema de su limpieza es otro problema, porque es necesario despejar espacios por la seguridad de los automovilistas. Sin embargo, se puede dejar la mitad de los lugares con crecimiento natural”, apuntó frente al argumento extendido que con la siembra los productores “limpian” un lugar  que debiera mantener Vialidad.

 

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De la Redacción de ERA Verde