En continuidad  del diálogo con ERA Verde, los bioconstructores Horacio Bertozzi, del estudio Ara-Yví (Tiempo de la tierra, en guaraní); Laureano Galliussi, de la cooperativa Ñacurutú (Gran Búho, también en guaraní); y Giuseppe Mingolla, del equipo La Terrada, abordan algunas de las “máximas” de la actividad. Legislación, materiales, técnicas y datos sobre las ventajas de este tipo construcción sustentable.

Bertozzi, Galliussi y Mingolla, biocontructores.

–La situación de pandemia que estamos atravesando, ¿ha afectado tu laburo? ¿Qué consecuencias imaginás que va a traer al rubro?

Horacio Bertozzi.  Y sí, nos afectó. En cuanto a diseños de proyectos nuevos hay laburo, pero lo más difícil es iniciar las obras proyectadas. En realidad, la pandemia agudizó un proceso económico que ya venía en picada, donde la construcción, pública o privada, prácticamente estaba parada hace dos años por los altos costos y donde sólo un sector muy pequeño podía construir, refaccionar o ampliar su casa, sin contar lo más complicado que es el acceso a la tierra para construirte tu vivienda. Los mayores perjuicios dentro del rubro de la construcción son para los trabajadores independientes informales: albañiles, sanitaristas, electricistas, carpinteros, herreros. Aunque esté habilitada la actividad, tras que son pocos los que pueden hacer alguna obra, no todos quieren dejar entrar personas a su casa.

Laureano Galliussi. El efecto de esto a lo que han llamado pandemia es catastrófico. Catastrófico, en cuanto al impulso que se venía tomando. Hablo como parte de una cooperativa que arranca hace año y medio, con muchísimo entusiasmo y fuerza. Veníamos logrando muy buenos objetivos, la parte organizativa venía muy fluida. Y después del trabajo hermoso que hicimos en la YPF de Diamante, que pertenece a La Agrícola Regional de Crespo, que nos dieron la oportunidad de plantear lo del biodigestor más grande que se ha instalado acá, en donde se sembró arriba todo un jardín de aromáticas, con un sector de deck, que también hacemos nosotros, con un trabajo para darle superdurabilidad, fue el último trabajo que hicimos. Después el equipo se desarmó, porque dos o tres estamos acá en Paraná, dos o tres en Santa Fe. La pandemia ha jodido bastante. No obstante, seguimos con trabajos de menos porte, con tres personas por obra máximo. Y las consecuencias en el rubro, quiero creer en mi optimismo que van a ser positivas. Mientras, replanteamos, nos equipamos de herramientas, acomodarnos nuestra casa. Y ya vamos a poder volcar la sabiduría y lo que hemos estado estudiando en este parate.

Giuseppe Mingolla. Si lo vemos desde una perspectiva mercantilista, me ha afectado tener varada una obra en Paraná. Somos varias familias que sufren el corte de flujo de dinero. Estuvimos ayudando a construir un merendero, aquí en la ciudad, donde ahora van a alimentarse muchas personas que se quedaron sin ingresos, pero esa obra también está frenada porque se encuentra en una instancia de ejecución de la mampostería que es difícil seguirla por la estación. En bioconstrucción se tiene en cuenta el clima. Generalmente el barro se prepara y se coloca en primavera, porque puede secarse en el tiempo y la forma que la naturaleza marca.

 

–Es más económico y ecológico construir en barro que en base a cemento. El barro mantiene más el fresco cuando hace calor y el calor cuando hace frío. ¿Cuánto más económico y ecológico?, y ¿cuánto más fresco o más cálido según el caso? ¿Por qué?

HB. El arquitecto alemán Gernot Minke dice que “las necesidades de vivienda solo se pueden solucionar utilizando materiales de construcción locales y técnicas de autoconstrucción”. Esos son dos aspectos fundamentales en cuanto a la economía de construir una vivienda, ya que al usar de materiales naturales locales o de zonas cercanas ya se economizan los costos de transporte, sobre todo de los materiales industrializados. Aparte, a las diferentes técnicas de construcción con tierra, las pueden ejecutar personas no especializadas con el acompañamiento de alguien que tenga experiencia. A largo plazo reducimos los costos económicos de calefacción y refrigeración de una vivienda; y reducimos impacto ambiental, porque baja el consumo de energía y por ende baja su producción. En cuanto a lo ecológico: el barro puede ser reutilizado ilimitadamente, es 100% natural, y disminuye los residuos de obra. Para elaborar, transportar, moldear el barro se utiliza mucha menos energía que para producir cemento, hormigón, acero o ladrillos cerámicos cocidos. Es un material que se encuentra todos lados y muchas veces se extrae de la propia excavación de los cimientos. Tampoco hay que mencionar los beneficios a la salud, tanto la de quienes trabajan con el material como la de las personas que habitarán la vivienda, puesto que el barro regula el clima interior al tener la capacidad de absorber y largar humedad más rápido y en mayor cantidad que los otros materiales.

LG. Es mucho más barato y ecológico. Mucho, mucho, mucho. En general las personas visualizan su casa como el hecho de plantarla, construirla y después meterse a vivir. Pero los beneficios en lo económico y en lo ecológico no tienen que ver tanto con la construcción en sí sino con la habitabilidad. Ecológico y económico es que vos dentro de tu casa vas a tener un consumo en kilowatts de energía que es 30% de lo que sería tu 100% sin bioconstrucción. La diferencia la notás después de 5 años de vivir una familia en una casa de cemento y 5 años en una de barro, comparando los gastos por mes. Seguro lo vas a ver un montón en calidad de vida; y en ahorro económico, porque baja inmensamente el consumo eléctrico y de gas. Muy pocas casas de barro, pero muy pocas de las que yo he visto, tienen aire acondicionado: en verano no lo necesitás. Cualquiera lo puede ver si se acerca. Además, en casos de autoconstrucción asistida, es decir que el dueño de la casa es el propio constructor y nosotros lo asistimos, es mucho más económico todavía, porque la dinámica de la logística va a recaer sobre el dueño. Así que si el futuro habitante se encarga de conseguir los materiales, diagrama los fletes, calcula dónde deposita los materiales, diagrama el trabajo, es más barato aún.

GM. La mitad del trabajo que hacemos en la bioconstrucción es romper prejuicios, tanto los que van en contra de la bioconstrucción como los que van a favor. “Lo barato” es un concepto que tiene que ver con la compra-venta de mercadería, donde el precio está preestablecido y no hay negociación posible. En esa lógica se utilizan parámetros meramente ligados al objeto a utilizar. Usar materiales naturales requiere un cuidado especial al decidir qué material extraer y sopesar costos directos e indirectos. Que sea económicamente ventajosa depende de la elección del material, eucalipto o quebracho, tierra estabilizada con paja o con cal, muros con espesor de 0,40 o de 0,15 m, madera en rollizos o tirantes aserrados, etécera. Para todo parámetro se utiliza una herramienta llamada “arquitectura bioclimática” que en la etapa de anteproyecto nos arroja datos a correlacionar con factores como el asolamiento –la cantidad de horas de sol en cada estación– y posición del sol, régimen de lluvia, condiciones del entorno, etcétera. Lo del bajo impacto ecológico no es siempre una relación proporcional. Si todo el mundo quisiera utilizar eucalipto, sería una abominación en términos de sustentabilidad y sostenibilidad. Estoy fomentando el uso de la guadua, el bambú sudamericano; fijate: https://ecohabitar.org/la-guadua-una-maravilla-natural-de-grandes-bondades/.

 

–¿Qué características distintivas, si las hay, tienen las materias primas usadas en bio-construcción en Entre Ríos? ¿En todos lados se puede bio-construir y con qué materiales o con qué técnicas? ¿Hay lugares más versátiles o más embromados?

HB. En todos lados se puede bioconstruir; lo importante es saber de qué recursos se dispone y definir cómo se van a usar. Acá, en la región noreste, zona cálida y húmeda, antiguamente se usó la Quincha (sistema quechua en base al entramado de caña o bambú y barro). La emplearon muchas etnias: los charrúas, los guaraníes, los wichis. Y se sigue usando. Una variante de esa técnica mixta o de entramado estamos realizando con nuestro grupo. Hacemos estructuras de madera independiente y las paredes de barro como cerramiento, con entramados dobles de sostén del barro con listones de madera aserrada, o cañas, o varas de sauce, como en las técnicas originarias. Luego se prepara una mezcla de tierra arcillosa con mucha fibra vegetal (paja picada). La variante nuestra es una quincha alivianada, con más paja, que implica menor peso de la pared y más aislación térmica. Por ahí en otras zonas más frías se prefieren técnicas que usan más tierra, ya que se busca mayor inercia térmica, o sea que sus muros mantengan el calor que absorben durante el día y lo vayan desplegando de a poco.

LG. En todos lados, sí. La técnica va a ir asociada al material que tengamos. Si vamos a los bordes de las barrancas, ahí hay mucha piedra caliza, que es un material muy noble, pesado: son piedras gigantes, hay que trabajarlas, pero está bien; no necesitás casi postes; con un poco de barro. En zonas de costa hay mucha vegetación y abundan postes, ahí hemos usado postes de ligustros, que pintados parecen quebracho, con un peso y una portabilidad fantásticos. El ligustro, aparte, lo mismo que la acacia, la mora y el paraíso, es exótico; hay un plan de manejo para evitar que prolifere porque hace disminuir la vegetación autóctona. Es lo que tiene la gente en el lugar y ha resultado un material excepcional para trabajar. Lo mismo el sorgo de Alepo, que es lo que más trabajo nos da a quienes tenemos un espacio verde para cortar el pasto en el verano, y es la causa de que se usen también tantos agrotóxicos en la soja y el trigo: es abundante, invasor, pero es una materia prima de muy buenas capacidades constructivas, de fibra muy fuerte. Y trabajado con el calendario lunar es aún más perdurable: si la luna está menguando la fibra posee menos materia biológica. Otro dato: en Entre Ríos no se usa la arena de los arroyos, por contener mucho salitre. Cuando usamos arena para mezclar, para hacer una quincha, no se usa del arroyo. En fin, cada lugar dispone y tiene casi toda la materia prima que se va a usar, lo que significa que sí, se puede bioconstruir en cualquier lugar.

GM. Sí. Cada material tiene virtudes y defectos. Si no tienes una técnica apropiada, por más que tengas el mejor material, no sirve. El ser humano ha acumulado conocimientos para utilizar en la mejor forma cada producto de la Pacha. Como nos dijo Indira Gandhi: “Hay mucha lógica en lo que las personas han estado diseñando a lo largo de los siglos en su entorno, en su forma de vivir. No puedes quedarte con ello, porque la vida cambia, pero gran parte se puede adaptar y hacer más eficiente». Algo así. Cada lugar tuvo y tiene sus propias respuestas.

 

Legislaciones y regulaciones

 

–¿Hay leyes, ordenanzas o políticas de Estado que fomenten –o por el contrario que obstaculicen– el desarrollo de la bioconstrucción? ¿O hay indiferencia? Pregunto pensando en la cantidad de gente que no puede concretar su derecho a la vivienda, pensando también en el lucro extraordinario que significan los créditos hipotecarios para los bancos, en las exuberantes ganancias de un hipertrofiado sector inmobiliario.

HB. Hace mucho se viene luchando para lograr ordenanzas y leyes. Siempre se han realizado estas construcciones en la “clandestinidad”, ya que si querías construir tu casa de barro y hacías un proyecto para presentarlo al municipio –en Paraná por ejemplo– para regularizar te lo rechazaban porque decían que no tenían herramientas que regulen construcciones de este tipo. La única opción era que la gente construyera y luego presentara un relevamiento en caso de que la intimaran. Al no ser aprobada esta clase de proyectos tampoco tenías opción de acceder a créditos hipotecarios. Pero el 8 de noviembre de 2019 entró en vigencia el Nuevo Código de Edificación de Paraná y se incorporaron varios tipos de construcción en tierra cruda, con requisitos y procedimientos estipulados. Esas disposiciones están en el “Capítulo IV – Ejecución de las Obras”. Hay 2 puntos que se refieren al tema. El punto 4.9.10 detalla los requisitos de los “Métodos de Construcción con Tierra Cruda” y enumera las técnicas para cada caso, por ejemplo BTA (bloques de tierra alivianada), Quincha, Paja Enrollada, BTC, Adobe o Tapia. Hay requisitos sobre revoques, pinturas (naturales al agua o a la cal), revestimientos, instalaciones eléctricas, cloacales, de agua, pluviales. El requisito principal es el análisis de los elementos constructivos y del suelo y los ensayos a dichos materiales que deben ser realizados por un laboratorio acreditado y firmados por un profesional habilitado. El otro punto es el 4.14.15 del código, que autoriza la construcción de “techos, terrazas y balcones verdes” y también de muros verdes (jardines verticales), siempre y cuando presenten cálculo estructural del peso del techo o muro verde y de la impermeabilización.

LG. Las leyes, por presencia o por ausencia, no determinan que la gente supla una necesidad habitacional. La gente construye igual. En la provincia de Santa Fe se aprobó la construcción con tierra ya que analizaron casas de más de 80 y 90 años en Santa Rosa de Calchines y el corredor de la Ruta 1, donde hay muchísima permacultura, y esas casas de adobe están perfectas. En Entre Ríos es hora de que se empiece a ver la construcción natural como la construcción que es y no como se la ha visto por cuestiones de favorecer la economía de los grandes grupos corporativos, como  las mineras de la cal por ejemplo. En Paraná tuvimos una empresa que estuvo 90 años extrayendo piedra caliza, que la manejó la familia Fortabat. Y eso fue, básicamente, la destrucción de la construcción natural y la adopción de otros paradigmas y métodos constructivos. Ahí lo natural fue expulsado.

GM. Te doy un dato: En octubre de 2019, Entre Ríos sancionó la ley 10.736,  que genera un programa para fomentar el uso de materiales naturales en construcción de vivienda y espacio públicos. Hay una serie de municipios en Argentina que ya tienen ordenanzas de “eco-edificaciones”. Pero hay que señalar que en muchos ámbitos de la sociedad está instalado un prejuicio que relaciona la pobreza económica a la construcción con tierra; muchas personas sienten que elevan su estatus cuando ya se pueden permitir un rancho “de material”. Asumo entonces que se deben impulsar procesos de reflexión crítica, con mirada latinoamericana, que cuestionen esa racionalidad económica homogeneizadora dominante y que posibiliten a las diversas comunidades legitimar sus saberes, ponerlos en común, producir, autogestionar y decidir autónomamente. Hay cuestiones fundamentales que la racionalidad instrumental no tiene en cuenta cuando habla de desarrollo sustentable. Para la sustentabilidad a la que apunta mi accionar se necesita una nueva ética del desarrollo. Además de elementos morales y espirituales debe haber nociones de justicia productiva y justicia distributiva. Es manifiesto el lugar central, urgente, de estos procesos críticos no sólo para que habitemos un mundo bioconstruido, sino como sustrato común de las acciones individuales, sociales y culturales.

 

–Si un amigo se fuera a una isla desierta, ¿Qué libro de bioconstrucción le recomendarías para que lleve?

HB. Le recomendaría un libro mucho más amplio, Introducción a la Permacultura, de Bill Mollison, que no es específico de bioconstruccion, pero le sería más útil, le daría más herramientas para diseñar ambientes sostenibles a largo plazo. Un libro muy bueno, específico de bioconstruccion es el Manual de Construccion en Tierra, de Minke: http://permaconstruccion.org/wp-content/uploads/2017/06/Manual-Construccion-En-Tierra-Minke.pdf.

LG. Sí, le recomendaría un libro de bioconstrucción. ¿Cuál? Nosotros lo tenemos de referente a Jorge Belanko, tiene mucho escrito, tutoriales, videos, da cursos. Sí, que se lleve un libro de Jorge Belanko.

GM. “El manual del arquitecto descalzo”, de Johan van Lengen: http://bit.ly/1J9dVqR.

 

 

Foto de portada: Esteban Castle.

Marcelo Mangiante

Especial para ERA Verde.