Desde el 16 al 20 de agosto se realiza el “Panazo”, un movimiento que ha programado una serie de actividades en todo el país en rechazo del HB4, la semilla resistente al poderoso agroquímico glufosinato de amonio y que quiere introducir en el mercado de alimentos la empresa Bioceres. La Municipalidad de Gualeguaychú se sumó oficialmente a la propuesta que impulsa la Plataforma Socioambiental en contra del ingreso del trigo transgénico en Argentina. Y en el Concejo Deliberante se analiza la posibilidad de dictar una normativa para prohibirlo en el ejido, según pudo saber ERA Verde.

“El trigo transgénico HB4 de la empresa ‘Bioceres’ se presenta como alternativa sustentable, y como un trigo resistente a la sequía. Pero en realidad es un exponente más de lo que representan los transgénicos: monocultivos industriales que utilizan millones de litros de agrotóxicos. En el caso del trigo HB4 el mismo es resistente al glufosinato de amonio, un herbicida mucho más tóxico que el glifosato, que actualmente está prohibido en la Unión Europea para uso agrícola”, denunciaron desde la campaña Panazo Nacional, en rechazo al trigo transgénico.

 

“Este es el primer trigo transgénico que tiene posibilidades de comercializarse en el mundo y así estar presente en nuestro pan y muchos de nuestros alimentos básicos junto con los agrotóxicos con los que será fumigado”, advirtieron las organizaciones sociales y ambientales nucleadas en esta movida.

 

Dentro las actividades para la semana del 16 al 20 de agosto se propone realizar “Panazos” y otras actividades en distintos lugares del país. Y en desde marco, desde el Programa de Alimentación Sana, Segura y Soberana (PASSS) y la Dirección de Ambiente de la Municipalidad de Gualeguaychú se invitó a “la ciudadanía a sumarse al ‘Amasado Virtual’ que consiste en subir a redes sociales un pequeño video o foto amasando o comiendo pan con el lema ‘Yo quiero seguir amasando/comiendo mi pan sin trigo transgénico’, etiquetando en Facebook a la Dirección de Ambiente y en Instagram a ‘plandealimentacionsana’ y ‘ambientegualeguaychu’. #ConNuestroPanNo”.

 

Gualeguaychú a la vanguardia

En Entre Ríos, la acción contra el trigo transgénico ya ha tenido eco en la Municipalidad de Gualeguyachú, que adhiere al Panazo a través PASSS. “Una vez más, la política pone al rédito económico sobre la vida, pero antes de lo económico debemos cuidar la salud y el ambiente”, coincidieron las concejales oficialistas de esta localidad del sur entrerriano, Susana Villamonte y Selva Chesini, al participar a principios de mes de una reunión de coordinación de la iniciativa virtual junto al senador provincial por el departamento, Jorge Maradey (PJ-Creer) y las responsables de la Dirección de Ambiente de la comuna, María de los Ángeles Gómez y Camila Ronconi.

 

La ediles participaron días pasados de una charla con Carlos Vicente, Daniela Verceñazzi y María Fernández Benetti, referentes y activistas ambiental provinciales. El tema tratado fue la aprobación del trigo transgénico en Argentina y la necesidad de generar ordenanzas que limiten el avance de este tipo de iniciativas que no hacen más que profundizar la lógica imperante del monocultivo y el envenenamiento a través de los agrotóxicos. Sobre este punto, según pudo averiguar ERA Verde, se conocerían avances en brece con la elaboración de la letra de una normativa local.

En esta oportunidad se recordó que el 16 de octubre del año pasado el Gobierno Nacional dio luz verde a la producción de semillas de trigo transgénico y, de esta manera, Argentina se convirtió en el primer país del mundo en aprobar este tipo de producción.

 

El equipo de investigación que la desarrolló esta semilla estuvo a cargo de Raquel Chan, del Instituto Agrobiotecnológico del Litoral (IAL), el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Coniet) y la Universidad del Litoral (UNL), y contó con la participación de la empresa local Bioceres, cuya fundación estuvo patrocinada por Fundación Los Grobo, del principal grupo productor de soja transgénica en la región.

 

La “ventaja”, según los impulsores de la semilla genéticamente modificada, es que, ante el cambio climático y los periodos de sequía cada vez más frecuentes, este tipo de semillas podrían resistir la falta de humedad del suelo y tener un rendimiento superior en un 20% a las semillas naturales. Esto es resultado de la incorporación del gen HB4 del girasol al trigo.

 

Una vez conocida la noticia, se hizo sentir el fuerte rechazo a la misma por parte de organizaciones ecologistas, sociales y políticas, desde donde se volvió a poner el foco del reclamo en la falta de evaluaciones de impacto ambiental en todos los biomas y en la falta de ensayos a largo plazo sobre los efectos crónicos y cancerígenos, dado que la legislación no los exige.

 

“Es una gran preocupación el deterioro de los suelos y la posibilidad de que se impida el crecimiento natural de brotes sin hacer uso del agrotóxicos”, manifestaron las concejales, al tiempo que apuntaron contra el Glufosinato de amonio, utilizado para estos procedimientos:  “Es un pariente del Glifosato, pero mucho más toxico y prohibido en Europa desde 2013”, afirmaron y agregaron: “Como país no podemos comprometernos con estos intereses, que acá y en el mundo son sinónimo de hambre, precarización y ecocidio”.

 

 

De la Redacción de ERA Verde