Por Jorge Daneri (*) La renuncia de Vanesa Zehnder a la Subsecretaria de Ambiente y Acción Climática de la Municipalidad de Paraná es una mala noticia, otra más. Su alejamiento expone la complejidad en integrar visiones que permitan la construcción de un proceso social y político de transición hacia una sociedad democráticamente sostenible en la ciudad.
La decisión lleva consigo una dignidad y coherencia que en estos tiempos donde gestos así son inexistentes, adquiere un volumen y simbolismo de significativas dimensiones y particular respeto.
Estamos transitando una tensión y un debate sobre al menos dos modelos de ciudad: más de lo mismo, o una transición democrática hacia sociedades convivenciales con todos los reinos de vida, a escala humana.
Si no se comprende en la gestión de lo público lo que implica el Acuerdo de Escazú (1) recientemente ratificado por ley, no solo no se está a la altura de las circunstancias; no se puede leer y menos interpretar los procesos novedosos y creativos en la defensa de los derechos ambientales y humanos, como en la fortaleza legal e institucional que sus defensores adquieren con semejante y rico tratado regional.
Si las herramientas de participación ciudadana siguen conformando –tanto para el oficialismo de la ciudad, como para la oposición– un relato para la pantalla y lo demás es vacío, estamos frente a problemas no menores.
La gente se va apropiando de saberes sobre ecología social, como de sus nuevos derechos, del valor simbólico, espiritual y material de los bienes comunes, colectivos y públicos.
Lo que están intentando hacer los responsables políticos y técnicos de la obra pública y la «planificación e infraestructura» en la ciudad, concentrando el poder decisorio, acortando y flexibilizando plazos en los procesos de estudios previos, resulta particularmente delicado. Lo expuesto va a producir graves problemas para el conjunto de la sociedad de consolidarse este modo retrógrado de gestión de los bienes públicos y comunes.
La tendencia política hacia la concentración de las decisiones sobre la obra pública, es un salto, definitivamente, al vacío, sin dudas, desde una mirada que no se comparte ni política ni jurídicamente.
Lo expuesto no se lo manifiesta desde una reflexión teórica, viene de la experiencia institucional vivida en la ciudad y en la que él Concejo Deliberante tuvo un rol central. En cualquier momento, volverán como fantasmas invocados por el mismo canto de sirena, los representantes empresariales de aquella Catamarca oscura de los Saadi pretendiendo plantar un casino en el parque Urquiza (Puerto Viejo), en la Toma Vieja o entre Tribunales y la Casa de Gobierno. Todo será posible.
La ciudad dispone de una norma jurídica (Ordenanza) de Presupuesto Participativo que se debe enriquecer y ampliar desde la creatividad ciudadana y de los miembros del cuerpo legislativo. Existen las herramientas de la democracia ambiental y en particular las de participación ciudadana que se deben activar con convicción y compromiso. De lo contrario es puro cuento.
Se celebró un debate constituyente auspicioso durante el año 2008 gravemente incumplido en sus mandatos sobre sustentabilidad y ambiente, tanto en la provincia como en la ciudad de Paraná. Este negacionismo impacta cultural y socialmente en la ciudad. Estamos visualizando sus consecuencias territoriales y ecológicas.
Es el momento de que el presidente municipal resuelva dar un punto de inflexión en estos escenarios decadentes y dar un salto cualitativo profundamente democrático, aperturista y de celebración de la construcción de los procesos sociales de mayor legitimación social en las decisiones de gobierno.
Si la tendencia es la concentración del poder en la gestión, las antípodas se encontrarán en la actitud, gestos y creatividad de las organizaciones sociales y vecinos movilizados en las calles, porque han sido demasiadas gestiones negativas y no poca gente está cansada. En estos tiempos se necesitan gestos de enorme paciencia y calma. Un ejercicio cívico de la escucha y la conversación por parte de todos los sectores comprometidos e interesados en la construcción de una ciudad saludable e inclusiva. No existe otro camino.
La mesa oficial de arbolado de Paraná fue un espacio de trabajo, de mucha convicción. Estábamos incluso hasta felices muchos de los que aún la integramos. Recibe así un golpe bajo frente al proceso institucional del proyecto Racedo. Más aún ahora con la salida de una funcionaria que la jerarquizaba, le daba presencia y garantizaba una construcción social y democrática del derecho ambiental local y una política ambiental de mayor vuelo y efectividades conducentes.
Renuncia Vanesa, los árboles se plantan, los pájaros se reúnen y la madre Tierra se convoca, una y otra vez para decir, basta, así no!.
Su renuncia será mañana la ratificación de una convocatoria activa y pacífica a que podemos conformar entre todos, con el presupuesto participativo renovado y creativo celebrándose en cada barrio, en la sombra amorosa de las plazas, los parques y el urbano bosque de Racedo, otra ciudad posible, como el Foro Social Mundial lo anticipa «un mundo donde quepan muchos mundos».
(1) Ley 27.566. Acuerdo Regional Sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe. Texto
(*) Ex concejal de Paraná mandanto 1987-1991, integrante de la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas (AAdeAA)