Por Darío Dayub (*). La Asamblea Parque Urquiza de Paraná rechaza en general todas y cada una de las excusas esgrimidas por cada uno de los cinco bloques de concejales de la ciudad para no votar el proyecto que declaraba de «utilidad pública» y «sujeto a expropiación» el predio lindero al Patito Siriri. Sin embargo, ninguno tuvo reparo alguno para sí votar, por unanimidad, su archivo. La voluntad para un voto y no para otro muestra a las claras que lo único que les falto fue justamente eso: voluntad política.
Seguramente atravesados por presiones políticas y económicas, falta de convicciones y debilidades varias, lo cierto es que han dejado sola a la ciudad y a merced de la voracidad inmobiliaria con el grave riesgo de perder una parte esencial de lo más representativo de la tan mentada «Marca Paraná»: su Parque Urquiza.
Todos los bloques son responsables; desde quienes ni siquiera mostraron interés, pasando por los que alegaron falsos impedimentos ideológicos, hasta quienes se dieron vuelta a último momento. Entre los últimos se encuentran los dos bloques mayoritarios. Ya que Juntos por el Cambio (JxC) falto a la palabra qué empeño dos veces ante esta asamblea de acompañar el proyecto. Y el bloque oficialista utilizo esto como pretexto para no asumir la responsabilidad de votarlo con su mayoría simple de 8 miembros conforme la representación ciudadana que embisten. La voluntad del voto soberano de cada legislador no puede depender de lo que hace, vota u opina quien se tiene al lado, máxime si se trata de bancadas distintas, donde se sobreentienden las diferencias. El respaldo en todo caso a sus decisiones estará en la gente, y ante tal circunstancia, en la historia, que en su momento sabrá juzgar cómo actuó cada cual.
Por lo demás, han manoseando la participación ciudadana empobreciendo la democracia, en tiempos donde urge lo contrario. Han hecho peregrinar a esta asamblea por cuanto reducto institucional hubo para finalmente no tenerla en cuenta, abusando de su altruismo,.
El intendente Adán Bahl no es ajeno a todo ello. Nunca se manifestó públicamente en favor del proyecto, dejando que la sociedad tendiera un manto de sospecha sobre una posible influencia de los intereses del sector inmobiliario por sobre los colectivos. El intendente dejó como su única voz del Ejecutivo al bochornoso informe del omnipotente secretario de Planeamiento, Guillermo Federik, que sólo intento dividir a los vecinos, crispar a la sociedad y alentar un negocio inmobiliario, incluso sobrevaluando en dólares los terrenos en cuestión en un nuevo abuso de sus facultades. Un día el arquitecto Frederik deberá rendirle cuentas a la sociedad del desastre que le lego en sus más de 20 años de desaciertos en las distintas gestiones que, inexplicablemente, lo han ratificado.
No vamos a cesar en la lucha. Y frente al total abandono de cierta dirigencia, nos empoderamos aún más, con la absoluta libertad que ello nos da para emprenderla según lo decidamos. Para que las futuras generaciones no encuentren al final de calle Corrientes una ciudad dividida dos, de un lado un bello parque y del otro muros que le impidan la vista al rio, al verde y al sol.
(*) Integrante de la Asamblea Parque Urquiza.