El establecimiento rural genera su propia fuente de alimentación y podrá también vender su excedente merced a un sistema inteligente que optimiza el consumo.

 

La escuela Anexo N°5 de la localidad de Energía, en el partido de Necochea, provincia de Buenos Aires, será el primer establecimiento rural en el país en tener un novedoso sistema de energía distribuida, que permitirá medir en forma inteligente el consumo real y vender el excedente a la red eléctrica.

 

Esta tecnología impone un cambio de paradigma ya que supone romper el papel pasivo del consumidor y volverlo también un generador de energía. El sistema utiliza paneles solares y un medidor bidireccional inteligente, que mapea minuto a minuto y forma online el consumo y luego mide el excedente que es derivado a la red.

 

La técnica es posible por la promulgación en diciembre pasado de la ley de Generación Distribuida de Energía Renovable Integrada a la Red Eléctrica Pública, que espera aún ser reglamentada a nivel nacional. “Estamos muy contentos, principalmente porque los alumnos ahora entienden que dependerá de ellos, el ahorrar y también producir energía”, comentó Ángel Vallejos, vicedirector de la escuela.

 

“Enseñamos a tomar la energía como un tema propio. Somos responsables de crear modos inteligentes de usarla”, explicó Juan Bosch, presidente de SAESA, una pyme nacional vinculada al desarrollo de proyectos de energía renovable que se involucró con la escuela. El pasado 27 de julio La Nación publicó una nota relatando los proyectos de recuperación de los alumnos de la escuela de este pequeño pueblo de 128 habitantes. Luego de leer la nota, el titular de la empresa decidió trabajar en el territorio.

 

Primeros pasos

 

El primer paso fue visitar la escuela y explicarle a alumnos y docentes qué es la energía distribuida, lo próximo fue instalarle el medidor bidireccional para que supieran el consumo que ellos hacían a diario en la escuela y en tiempo real. “Les pedimos que apaguen las luces de un salón y le mostramos que de los 2.000 watts que estaban consumiendo, bajaba a 1.200. Sólo con apagar algunas luces. La solución también está en correr las cortinas, e iluminar con luz natural. Podemos empezar a consumir menos”, reflexionó Bosch. El concepto que se busca es en transformar al consumidor en “prosumidor”, es decir en productor de energía. Con el medidor se hace un análisis de lo que se consume realmente y esta información es crucial para determinar la cantidad de paneles solares que se necesitan para abastecer a la escuela.

 

“Cuando supieron que nuestra escuela iba a ser la primera rural en tener energía distribuida, los alumnos entendieron la importancia de tener energía a través del sol y de saber ahorrarla”, aseguró Vallejos. La pequeña localidad vive días intensos, y sin dudas inolvidables. El siguiente capítulo de esta historia se conocerá en octubre cuando se instalen los paneles solares en el techo de la escuela, que abastecerán de energía en forma inteligente pero también los que la producirán. La energía distribuida es una solución comunitaria a un problema general.

 

“Esto rompe con el esquema de tener y mantener grandes centrales eléctricas e inmensas redes de clableado. Cada consumidor tiene la potencialidad de generar energía”, sostuvo Bosch. Para llevar a la práctica esta iniciativa pionera en el país, fue necesario que la Cooperativa Eléctrica y otros Servicios de San Cayetano, que provee de energía a la escuela, aceptara el desafío de abrirse a este sistema.

 

Aliados

 

La Cooperativa Eléctrica no dudó en sumarse al proyecto. “Es una tecnología que se viene, vamos a estar totalmente involucrados en la energía distribuida”, afirmó Diego Zubillaga, gerente técnico de esta institución que vende energía a pequeños pueblos de Necochea, Tres Arroyos y el propio San Cayetano. Para ellos será un cambio positivo, ya que podrán comprar energía a los propios usuarios, abaratando costos, que se encarecen por el transporte. “Las grandes centrales como Yacyretá o el Chocón están lejos, con la generación distribuida podremos localizar la producción”, explicó Zubillaga.

 

La irrupción de esta tecnología potenció ideas sustentables e identitarias de los alumnos de la escuela de Energía. En estos días están trabajando en un proyecto que presentarán en una feria de ciencias de Necochea, que llaman “Sonrisas Contaminadas”, que indaga en una problemática local: los habitantes del pueblo tienen manchas en los dientes, y quieren determinar la causa, se sospecha del agua y de los agroquímicos. Basura Cero en Energía es otro de los proyectos que están danza y lo inmediato es construir un invernadero para producir alimentos orgánicos.

 

La ley de Generación Distribuida de Energía Renovable aún no está reglamentada, pero se espera que en los próximos días el gobierno publique el decreto que la habilite. “Debemos entender que el techo de nuestra casa es una central energética”, explicó el empresario que es un apasionado del consumo responsable. Este sistema platea además un beneficio económico, ya que cada familia, al generar energía y luego venderla (el medidor bidireccional mide cuánto se deriva a la red) recibirá dinero a cambio.

 

 

Fuente: Leandro Vesco – La Nación