A principios de marzo, en un operativo llevado adelante por la Prefectura en Gualeguay y Gualeguaychú, se desbarató una organización criminal que depredaba en los ríos de La Plata y Uruguay. La banda capturaba y acopiaba fundamentalmente sábalos y los traficaban al Uruguay, movilizando un promedio de 11 toneladas de pescado por semana que le redituaba 4.400 dólares, según datos de la investigación llevada adelante en el Juzgado Federal de Gualeguaychú. También contrabandeaban fernet. Los cuatro detenidos quedaron procesados por el delito de “contrabando triplemente agravado” y les fueron embargados bienes por más de $30 millones. Hubo escuchas a los involucrados donde esgrimían la protección de un senador provincial, pero esta relación “no se pudo probar” confirmaron a ERA Verde fuentes oficiales.

 

Como derivación de otra causa judicial, en 2019 el Juzgado Federal de Gualeguaychú, a cargo de Hernán Viri, comenzó una laboriosa investigación sobre la pesca y tráfico ilegal de pescados hacia la República Oriental del Uruguay. Como resultado de la acumulación de pruebas a partir de pesquisas, escuchas telefónicas y relevamiento a campo, el 6 de marzo pasado Prefectura Naval Argentina informó de un operativo donde apresaron a cuatro personas. Las detenciones se realizaron en las ciudades de Gualeguay y Gualeguaychú, bases de la pandilla, donde se confiscaron materiales y vehículos con los que se consumaba el delito, así como se incautaron bienes que luego de la valuación fueron estimados en más de 30 millones de pesos.

La banda de contrabandistas pescaba con una flota propia compuesta por lanchones último modelo y equipados con poderosos motores. También acopiaba de pescadores supuestamente artesanales que tenían a los ríos de La Plata y Uruguay como lugares para ejecutar sus saqueos. Como se recordará, la pesca comercial sobre el río Uruguay está restringida, así como el cupo de exportación, aunque esta comercialización se efectuaba en los márgenes de la ley. En efecto, cuando ERA Verde dio a conocer la información se pudo saber que la organización, desde el momento que se comenzó a seguir sus pasos al menos, movilizaba unas 11 toneladas de pescados por semana que vendía en el Uruguay. En puertos clandestinos ubicados en Nueva Palmira del país oriental e incluso a mitad del río, entregaban la mercadería que se pagaba 400 dólares la tonelada, compuesta fundamentalmente de sábalo, algo de boga y tararira. En una publicación que dio a conocer hoy diario La Nación, también se detalló que el tráfico incluía fernet, el popular aperitivo producido en el país.

“Anzuelo de oro”, el millonario contrabando de pescados al Uruguay

En los allanamientos de marzo, se secuestraron tres automóviles, tres motos, un cuatriciclo, un tractor, dos embarcaciones y tres motores fuera de borda. Además 16 redes de pesca, equipos de radio comunicación, ecosondas, cajones para el transporte de pescados, electrónicos, armas, cartuchos y combustible, junto con una importante cantidad de dinero: 350.000 pesos y 256 dólares. Quedaron también supeditados a la causa tres hombres y una mujer, que luego les fue confirmado el procesamiento “por contrabando triplemente agravado” por el número de participantes en el hecho, porque la actividad con esta mercadería podría afectar a la salud y porque el volumen del negocio ilegal supera los 30 millones de pesos. Así, quedaron con prisión preventiva Leonardo Fabián Ceballo, Sergio Gabriel Ceballo, Walter Manuel Cano y Maricel Soria. Los hombres están alojados con prisión preventiva en la Unidad Penal N° 7 “Dr. Casiano Calderón” de Gualeguay y en la Unidad Penal N° 2 “General Francisco Ramírez” de Gualeguaychú, en tanto la mujer se le concedió prisión domiciliaria. Los procesamientos están apelados y se deberán resolver ante la Cámara, pero de quedar firme el expediente se dirimirá en el Juzgado Federal oral en lo criminal de Concepción del Uruguay, se confió a ERA Verde.

“Ha quedado acreditado en las probanzas recolectadas en el marco de la presente investigación que pudo haberse logrado un patrimonio valuado en más de 30 millones de pesos, contando para ello con embarcaciones y logística para mover miles de kilos de pescado de contrabando, obteniendo así ganancias en dólares, sin poder justificar, ninguno de sus integrantes, capacidad económica registrada para acreditar legalmente dicho nivel patrimonial”, afirmó el juez Viri en su procesamiento.

 

ZONA DE DEPREDACIÓN

 

Hasta ahora se conocía que la captura ilegal de sábalo y especies asociadas se efectúan en la zona de lo que se conoce como “Boya 0”, cerca de las de las desembocaduras del Paraná Guazú sobre el río Uruguay. En la publicación del diario capitalino del día de la fecha se detalla el modus operandi de la banda en todo lo que es el río de La Plata. En la nota firmada por el periodista Hernán Cappiello también se da cuenta que en las escuchas es filtró que los involucrados invocaron la protección política de un senador provincial. Consultada a una alta fuente del caso, se confirmó a ERA Verde que tal información aparecía en las desgrabaciones, pero que esa línea investigativa “no se pudo probar”.

En cuanto a la pesca furtiva de esta banda en el río de La Plata, La Nación consignó que se efectuaba en un sector frente a la cancha de River, en la isla Martín García. Las maniobras se realizaban al amparo de la noche y que incluía el Fernet que iba hacia la Colonia, que sumado al pescado, hacían una torta de más de 12 mil dólares por semana. Para el ilícito utilizaban lanchas nuevas de casi 10 metros y motores de 250 HP. Se trasladaban para el intercambio en dólares por el pescado y la bebida frente a la boya Oyarbide, cerca de la Isla Martín García. Otras veces directamente frente a la costa uruguaya, pero de este lado del canal, ante Nueva Palmira o Riachuelo, a cinco kilómetros de Colonia. Se indicó además que estos pescadores furtivos extendían su zona de pesca hasta Quilmes, más al sur, además del río Uruguay.

 

ARTES ILEGALES DE PESCA

En el expediente se da cuenta también el testimonio del inspector de la Dirección General de Fiscalización provincia, Silvio Arenas, quien explicó ante el juez Viri que la normativa vigente permite pescar hasta 100 sábalos, boga y tararira diarios con redes que no pueden exceder de los 250 metros de paño y un nudo o mayor a los 15 centímetros, para que los peces más pequeños puedan escapar. Se apuntó que a duras penas pueden llevar adelante controles con escases de recursos logísticos. Arenas dijo que el tipo de pesca de la organización de contrabandistas era “predatorio” y “descontrolado”.

 

Además, detalló que favorece a los pescadores furtivos la técnica que usan: el lanceo. Una vez que la ecosonda de la embarcación detecta el cardumen, se fondea la punta de un trasmallo y se gira en círculo, mientras se golpea el agua para que los peces, asustados, vayan hacia la red. “Este tipo pesca no está permitido”, dijo Arena, quien sostuvo que “es una actividad predatoria, e incontrolable, que afecta de manera grave el recurso natural ictícola, ya que realizan este tipo de lanceo entre dos o tres veces por día capturando los cardúmenes, sobre todo en época reproductiva que va desde octubre a marzo”.

 

LLUVIA DE DÓLARES

Otro dato que reveló La Nación es que los investigadores realizaron escuchas telefónicas sobre los sospechosos. Sus conversaciones revelaron cómo se manejaba la organización y cómo lavaban la lluvia de dólares, inesperada, que recibían y que los llevaba a cambiar totalmente su tren de vida.

 

Por ejemplo, uno de los detenidos, Sergio Ceballo, conversa con un colega, al que llama Perrín, y le cuenta su negocio. “¿En dónde estabas sacando? ¿Estabas en la Martín García, vos?”, le pregunta Perrín, a lo que Ceballo respondió: “Claro… sacábamos cerca de la cancha de River más o menos, frente ahí al puerto de Buenos Aires, ahí donde se termina el puerto, vio? El último canal, canal sur”. Perrín le volvió a preguntar: “Y eso va todo al Uruguay?”, a lo que Ceballo respondió: “Todo al Uruguay, sí; a veces lo entregamos en Conchillas. Y el que pesca realmente sábalo directamente se lo lleva al Uruguay, está 87 pesos casi”. Perrin quiere saber: “¿Lo llevas vos? ¿O te lo buscan ahí? O sea, ¿te lo viene a buscar el tipo de Conchillas?”. Ceballo le aclara: “No yo se lo llevó hasta el canal; ahí viene la canoa, se lo carga y se lo lleva. Laburamos así, viste. No, a la costa no me arrimo ni loco”. A Perrín le preocupa la Prefectura: “No, allá no, porque allá es un desierto el río, es tan ancho. Si hay un guardacostas que viene lo ves de lejos por el canal y bueno, marchás… ponés en marcha y nos vamos para adentro, o sea, como si fueras para la costa uruguaya, y… no hay bola”, respondió Ceballo.

 

La pesca llovía como maná del cielo: “Ustedes están en la gloria, con el pescado en el Uruguay están en la gloria”, le dijo Perrín a Ceballo, que le contestó “Sí, sí. Esta semana, en cuatro días sacamos 16.000 kilos, sacamos allá y lo vendemos todo sin problemas. Y si podíamos traer más le traíamos más… pero rebién, y sí”.

En otra conversación hablan de la protección que necesitan para evitar a la Prefectura: “Che, escúchame… mañana tenemos que estar en la municipalidad, ¿vos decís que nos van a dar bola en la Municipalidad de…”, y uno de sus interlocutores interrumpe: “Yo hablo con el senador, Leo”, a lo que Ceballo recrimina: “Pero ya tendrías que haberle mandado un mensaje al senador, boludo”. Su interlocutor explicó: “No puedo hablar con el senador sin ir para allá primero a preguntar si me lo dan”.

 

La Prefectura infirió que Ceballo se presentaría en la municipalidad de Islas del Ibicuy para conseguir que cesen allí los controles de la Prefectura, ya que les aplicaron multas, por lo que tenían que conseguir un permiso municipal para trabajar en la zona, motivo por el cual habían utilizado “influencias políticas” a través de un senador provincial de nombre Daniel, que supuestamente intercedió por ellos ante el gobierno comunal. La Justicia federal investigó al senador provincial, siguió esa pista, pero sin encontrar nada que lo ligue al caso, por ahora.

 

La organización buscó protección en la municipalidad porque ya había chocado con la Prefectura de Villa Paranacito y la de Ibicuy. Además, buscaban hablar con el senador provincial que ya los había ayudado, dado que tendría mucho “empuje político” para interceder ante el jefe de la Prefectura local, utilizando influencias a su favor para presionar y salir impunes de infracciones. La organización había alquilado una casa en el arroyo La Barquita, en el Delta, para cuando se trasladaban a pescar en esa zona.

En las escuchas a su vez se habla de operaciones de cambio de más de u$s 5.000, de la compra de más lanchas y de abrir la exPesquería Galli, centro de operaciones de la organización, sobre la costa del Río Uruguay, como un balneario para lavar el dinero del negocio.

El fernet, en tanto, era un agregado, para cuando bajaba el volumen de la pesca. Compraban entre 20 y 60 cajas de 12 botellas cada una, que pagaban aproximadamente a 3 dólares en Gualeguaychú, y las vendían al doble en Uruguay. Un complemento del pescado.

 

De las escuchas surge que Maricel Soria, por ejemplo, se interesa en comprar una casa nueva y que adquirió un terreno. Y Leonardo Ceballo estaba averiguando por una Jeep Renegade, un motor fuera de borda nuevo, y dejó un adelanto de u$s 3000 para un barco nuevo que le estaban armando en un astillero para ir a pescar corvina en abril . Incluso se fueron de vacaciones en el verano a Miramar, a una casa alquilada en $ 55.000.

 

El movimiento de dinero es tal que necesitaban una caja fuerte para guardar los dólares. El 19 de enero pasado, Leonardo Ceballo llamó a un vendedor: “Hola que tal, recién te mande mensaje yo, me pasaste tu número”, y el hombre le respondió: “sí, sí… exacto. Por las cajas fuertes…”. Ceballo le dijo “Ajá, sí, ehmmm… escúchame, ¿y ahora en la mañana se podrá ir a ver?”. El diligente vendedor pactó un encuentro para ese día. La compra se concretó y la caja fuerte fue encontrada y secuestrada en la casa de Leonardo Ceballo y su mujer, Maricel Soria.

 

Ella, al parecer, ahorraba dólares en paralelo, a espaldas de su marido, y le comentó a sus amigas: “Me compré la trituradora que me faltaba, me compré el microondas, que más, me compré el tele de 55… el tele de 32, y un equipo”. Su amiga le dijo: “Ja, te compraste una banda”. Maricel le contestó: “Y, sí, porque viste que yo tenía eso ahorrado… Mirá, yo estoy pagando 1200 dólares, todo en efectivo”.

 

No podía contenerse. Su amiga Candela le comentó: “Ah, bien, bueno, capaz que te caguen a pedos un cachito, no más, pero bueno, ya está comprado”. Maricel le respondió: “Ya sé, pero con mis ahorros, con mis ahorros, Cande”. A la lista de compras le agregó un auto usado, un colchón nuevo y la habitación completa de algarrobo para su hija.

 

Tan bien le iban las cosas que pensó que le hacía falta algo más: “Una máquina de contar la plata me iba a comprar, porque si no te volvés pelotuda. Pero sí, seguro mañana a la tarde me la compro, porque viste que yo tengo que pagar acá en el campo a un montón de gente y el pescado”.

 

La buena les duró unos meses, entre el 14 de noviembre de 2019 y el 5 de marzo pasado, cuando los allanaron y los detuvieron.

 

Con información de La Nación.

Fotos: PNA – DGRN Ministerio de la Producción.

De la Redacción de ERA Verde