El cielo puede obscurecer de pronto y el día volverse noche en un instante con su paso. Se calcula que una manga de langostas de un kilómetro cuadrado la integran 40 millones de insectos. Y esta de 2020, la que por estos momentos ronda la frontera de Entre Ríos con Corrientes, es de 8 kilómetros cuadrados. Es decir unos 320 millones de acridios hambrientos que son seguidos de cerca por autoridades sanitarias para tratar de ponerles un coto. La plaga que hoy es una seria amenaza para los cultivos de desmadró de su hábitat natural en 2017, llegó a Bolivia, pasó al Paraguay y ahora mete miedo en su viaje hacia el sur.

La noticia de que una impresionante manga de langosta quebracheras se encontraba en el límite con Corrientes alertó a las entidades agrarias de la provincia de Entre Ríos. Desde hace unos 15 días la presencia en el territorio nacional de una manga de unos 8 kilómetros cuadrados que viaja hacia al sur desde Paraguay encendió las luces de alarma de las autoridades del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa). La última ubicación del grueso de los insectos fue detectado cerca de Río Guayquiraro con rumbo hacia la zona de Curuzú Cuatiá. En su persecución, la manga pudo ser fumigada dos veces, contó a ERA Verde Martín Rapetti, que integra un equipo público- privado de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Senasa y el gobierno correntino, y que vienen persiguiendo el andar desbastador de esta plaga.

El problema con la langosta o tucura quebrachera como se la conoce, es histórico. Y recientemente se lo catalogó como de emergencia fitosanitaria en Argentina. Desde agosto de 2017 se estableció la obligación de su denuncia para realizar tareas de control por parte de productores, propietarios, arrendatarios o tenedores de establecimientos agropecuarios. Según los registros oficiales, la cuestión se salió de su cauce cuando esta población que naturalmente habita rotando su presencia entre Santiago del Estero y Catamarca, se desplazó hacia el norte, llegando en enero de 2017  hasta Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia. Del vecino país pasó al Paraguay, donde se asentó para desovar. Son justamente las nuevas generaciones nacidas allí las que ahora se surcaron en vuelo hacia el sur.

 

Formalmente hace 12 días se las detectó en Formosa, precisó Rapetti. Luego pasó al Chaco, de allí a Santa Fe y Corrientes –entre Santa Lucía y Goya– y ayudada por el viento Norte, la manga llegó a los límites con Entre Ríos. Pero el frio y el mal tiempo frenó ese andar, y ahora las langostas van y vienen, entre esta zona y  Curuzú Cuatiá. El rumbo hoy es anárquico, lo que preocupa a los gobierno de Brasil y Uruguay que temen una visita indeseada de estos invertebrados.

 

Cazadores de tucuras

“Es una nube negra que no deja ver nada, como si el aire se llenara de humo”, cuenta Rapetti que junto con un equipo del Senasa anda a la caza de esa manga. El seguimiento es para poder fumigarlas. Se realizar desde un avión y a campo en medio del monte, cuando la población se asienta en tierra, y para eso se debe llevar adelante todo un operativo. Se utiliza el insecticida cipermetrina al 25%, de mañana temprano o a la tardecita, cuando el insecto se detiene. Porque ya altas horas de la mañana, cercano a las 11, toma vuelo nuevamente en búsqueda de alimento. “Come posturas, alfalfa, trigo y cuando no tienen comida de calidad, come pasto y se la rebusca y algo come. Es muy ansiosa para comer”, comentó el ruralista que ha visto cómo el día se obscurece de pronto con esta presencia imponente.

 

Ahora la manga está a unos 120 kilómetros de La Paz, Entre Ríos, en una misma distancia en línea recta con Brasil y a 120 kilómetros del Uruguay, a la altura de Bella Unión, dice el productor precisando la ubicación. Y si se tiene en cuenta que las langostas pueden desplazarse entre 80y 150 kilómetros por día, los socios del Mercosur están más que inquietos sobre el rumbo que tomará. Para esto el baqueano apunta que hay que tener en cuenta el viento norte que se anuncia, de unos tres días, y que subirá algo la temperatura. Además, se debe prestar atención al estadio del insecto, porque por su tamaño se calcula que entre 10 y 12 días será crítico dónde se ubiquen, porque allí dejarán sus huevos, y desde allí mismo arrancarán las nuevas generaciones en el próximo ciclo. Los adultos miden entre 5,5 y 6,5 cm de largo y machos son ligeramente menores. La cabeza es de color castaño, antenas de castaño claro a amarillentas; patas y abdomen castaño.

 

“También pueden desbandarse en dos grupos” prevé Rapetti, y eso puede ser un problema extra. “El comportamiento no es definido”. La esperanza es que pase hacia el río Paraná, por Santa Fe, y pueda retornar a su hábitat del centro norte del país, donde su presencia no sea ya una amenaza tan fuerte para los cultivos y pasturas naturales. Por lo pronto y lo que se sabes es que las langostas “esta noche duermen en Sauce”, muy cerca de San José de Feliciano. Mañana se sabrá, tal vez, qué rumbo tomarán.

 

De la Redacción de ERA Verde