Un reciente estudio científico realizado por investigadoras de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) reveló una sorprendente diversidad de hongos en el Islote Curupí, reserva natural del municipio ubicada en el río Paraná. Se dataron “más de 67 especies de macrohongos”, revelaron a ERA Verde las científicas sobre estos organismos esenciales para el equilibrio ecológico. Se trata del «primer aporte al conocimiento en la caracterización fúngica de la región», subrayaron. “Los hongos cumplen un rol fundamental en los ecosistemas: actúan como descomponedores naturales, reciclando la materia orgánica muerta de plantas, animales y otros organismos. Esta función vital ha llevado a su evolución en una gran variedad de formas y estrategias de dispersión, convirtiéndolos en uno de los grupos biológicos más diversos del planeta”, explicaron. Aunque estos organismos son esenciales para el equilibrio ecológico, son escasamente estudiados en esta región del país, señalaron en relación al trabajo. El próximo 1 de noviembre harán un taller en Paraná donde presentarán sus hallazgos.

Con el fin de investigar la diversidad y la riqueza de los macrohongos en el Islote Curupí, un equipo de la Facultad de Humanidades y Ciencias (FHUC) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), formado por la doctora Wanda Polla, la licenciada Gabriela Rodríguez y la becaria Claudia Malinowski, se puso en contacto con la asociación ambientalista A Ñangarecó Nderejhé y con la Municipalidad de Paraná, quienes gestionan en conjunto las actividades permitidas en esta área natural protegida, la pierna de la capital entrerriana.
Entre los detalles aportados a ERA Verde por Malinowski, comentó que inició su formación en investigación científica gracias a una cientibeca, lo que la impulsó a trabajar intensamente en el campo. En esta labor recolectó y analizó muestras obtenidas del área siguiendo los protocolos establecidos. Su investigación fue minuciosa, usando microscopía óptica y claves taxonómicas de referencia nacional para identificar las especies. Como resultado de este trabajo, identificó 65 especies de macrohongos, con la mayor diversidad de especies durante las temporadas de otoño y primavera.
INFORMACIÓN CLAVE

Entre las especies registradas se encontró Leucocoprinus cretaceus, Auricularia cf. auricula-judae, Schizophyllum commune e Hypoxylon rubiginosum. “Muchas de estas especies son importantes desde un punto de vista ecológico, alimentario y sanitario”, se apuntó. Además de ser claves en los procesos naturales de descomposición, los hongos pueden funcionar como bioindicadores, revelando el estado de salud de los ecosistemas. Por esta razón, su estudio no solo aporta conocimiento científico, sino también herramientas para la conservación y gestión ambiental de áreas sensibles como el Islote Curupí, se agregó.
“Este trabajo constituye un primer paso en la caracterización fúngica de la región y busca incentivar futuras investigaciones como el análisis de especies según sus utilidades en función de los saberes etnomicológicos. Esto permite fortalecer la valoración y protección de estos ecosistemas únicos del litoral argentino”, explicó la investigadora.
GRUPO FUNGA

En diálogo con Wanda Polla y equipo, brindaron ERA Verde una serie de precisiones del alcance e importancia del trabajo llevado adelante.
–¿En qué consistió la investigación que desarrollaron? ¿Qué hallazgos obtuvieron?
–El título de la investigación es «Diversidad de macrohongos para la contribución del mapeo y saberes etnomicológicos en la región litoral». Es un trabajo de reconocimiento de hongos en el Islote Curupí de Paraná. El equipo de trabajo pertenece a la Facultad de Humanidades y Ciencias (FHUC) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Nos acompañó la Asociación Ambientalista A Ñangarecó Nderejhé, que estuvo representada por Elías Sigura, miembro del cuerpo de guardaparques de Entre Ríos, que cumple labor en el islote. Contamos con una estudiante que obtuvo una beca de iniciación a la investigación (cientibeca), lo cual permitió recorrer el Islote durante dos años, registrando más de 67 especies de macrohongos. Los objetivos fueron: identificar y conservar el material micológico, reconocer el material a través del instrumental microscópico de alta tecnología del Laboratorio de Procesamiento y Análisis de Muestras (FHUC-UNL), aprender a utilizar claves taxonómicas para identificar las especies y participar de cursos y talleres para su formación profesional.
Algunas especies encontradas e identificas fueron: Leucocoprinus cretaceus, Daldinia concentrica Auricularia auricula-judae, Schizophyllum commune e Hypoxylon rubiginosum. Estos hallazgos son importantes desde un punto de vista ecológico, alimenticio y sanitario. Recordemos, que los hongos son claves en los procesos naturales de la descomposición de materia orgánica y funcionan como buenos bioindicadores, revelando el estado de salud de los ecosistemas regionales. El estudio no solo aportó conocimiento científico, sino las herramientas para la conservación y gestión ambiental.

–¿A qué se llama “macrohongos” o cuál es la diferencia con otros tipos de estas especies?
–Los macrohongos tienen “cuerpos de fructificación”: estructuras reproductivas visibles a simple vista también llamadas setas, carpóforos o esporomas, que varían en color, forma y tamaño. Cuando el tamaño es suficientemente grande –superior a 1 centímetro– suelen ser percibidos a simple vista y se lo considera macrohongo. La estructura visible y compleja puede tener forma de “sombrero” –pie y láminas–, “trufa”, “pelota”, “vasija” o “estante”. Su principal diferencia con los “microhongos” radica justamente en el tamaño, ya que son organismos microscópicos no visibles a simple vista como los mohos y levaduras.
–¿Los hongos registrados en el Islote Curupí son característicos de la región o hay algún hallazgo inusual?
–Los macrohongos registrados en el Islote Curupí son característicos de la región, posiblemente existe un “patrón geográfico regional” determinado por diferentes factores: la ecorregión del Espinal, al ser descomponedores de materia orgánica están íntimamente ligados al tipo de vegetación nativa y a las condiciones del suelo; la influencia del río Paraná, su interacción fluvial genera constantemente humedad y la influencia del sustrato disponible en el área –madera, hojarasca, etcétera– y, por último, la estacionalidad común en los ecosistemas templados y subtropicales, por lo cual la diversidad de hongos es diferente de una estación a otra, por ejemplo en el otoño se registra mayor diversidad que otras estaciones del año.
La investigación tiene como objetivo “contribuir al mapeo de los macrohongos de la zona” por lo tanto, es el «primer aporte al conocimiento en la caracterización fúngica de la región». Esto indica que el estudio se enfoca en catalogar y entender la diversidad presente de los macrohongos, pero no sugiere ningún hallazgo inusual en particular.
CON RESPETO

–¿Alguna de estas especies tiene potencial para algún tipo de uso, ya sea medicinal o comestible?
–Algunas especies que presentan usos potenciales, según la bibliografía: Schizophyllum commune propiedades anticancerígenas (uso medicinal) y producción de enzimas (uso biotecnológico); Daldinia concentrica presenta acción antifúngica, también es conocido como “la yesca” para encender fuego. La bibliografía cita a esta especie para el consumo, pero debe ser abordado con precaución, ya que presenta consistencia dura y carbonosa. Las de uso culinario o comestible, como Auricularia auricula-judae, de textura gelatinosa y de sabor suave, es muy apreciado en la cocina oriental. En biorremediación o degradación de contaminantes, el Coprinus domesticus presenta oxidasas y peroxidasas extracelulares y podría usarse para degradar contaminantes industriales e hidrocarburos. El Leucocoprinus cretaceus presenta potencial para mineralizar completamente hidrocarburos de petróleo. Estos son algunos ejemplos encontrados en el Islote.
–¿Hay alguna especie que pueda ser de cuidado en caso de tomar contacto o manipularlo?
–En el reconocimiento no advertimos especies venenosas o de alta toxicidad ya que nuestra investigación se centra en la identificación de la diversidad y las posibles utilidades de los macrohongos. Consideramos que, ante cualquier especie de hongo que nos encontremos en la naturaleza, la manipulación siempre debe ser segura, sin tenerles temor, pero si respetándolas. Si deseamos tocarlas es importante no llevar las manos a la boca, nariz u ojos, y lavarlas con abundante agua y jabón. Dentro de las especies relevadas ninguna presentó alto nivel de toxicidad ante el contacto físico o ingestión.
–¿Qué se aconseja a quienes se topan con estas especies en la naturaleza?
–El estudio destaca el rol de los hongos como «recicladores de nutrientes en el ambiente» y su papel como «descomponedores moleculares». Al enfatizar su importancia ecológica y la necesidad de su conservación, se deduce que lo más aconsejable sería observar y recolectar parte de los ejemplares para el estudio científico y así, no interrumpir su función vital en el ecosistema.
PARA AGENDAR
El Grupo Funga adelantó que realizará un taller de exposición interactiva y exposición de fotografías. Participarán Wanda Polla, Gabriela Rodríguez y Claudia Malinowski. El encuentro se denomina “Diversidad fúngica del Litoral: Un acercamiento a los macrohongos en la región del Paraná, Argentina”. Se hará el 1 de noviembre 2025, en la Sala Mayo, en el Puerto Nuevo de Paraná. Se enmarca en el Proyecto “Ciencia En Territorio: La FHUC junto a vos”, de la FHUC-UNL. Es organizado por FHUC, UNL; Municipalidad de Paraná y Asociación Ambientalista A Ñangarecó Nderejhé.
Fotos: Archivo ERA Verde y gentileza Claudia Malinowski – Grupo Funga FHUC-UNL
De la Redacción de ERA Verde
