En la fatídica madrugada del 8 de noviembre pasado, fuertes ráfagas de vientos terminaron por desmoronar la mitad de un “árbol abuelo” plantado cuando se trazó el actual diseño de Plaza 1º de Mayo de la capital entrerriana en la década de 1880. La encina de aproximadamente 140 años quedó partida por la mitad al caer medio tronco con su copa. Tal como informó este sitio, personal técnico municipal se abocó a paliar la emergencia y se tomó un tiempo para evaluar las probabilidades de vida del ejemplar o pensar en su reemplazo. Los primero datos no era alentadores ya que se detectó que las raíces estaban afectadas, pero según pudo conocer ERA Verde finalmente se decidió llevar adelante una serie de tareas para su recuperación. El plan será anunciado el miércoles en una reunión del programa Marca Ciudad.
Para este 16 de noviembre en horas de la mañana está convocada una reunión de un espacio que trabaja la promoción de los valores y rescate de la identidad de la ciudad de Paraná. Se ha invitado a referentes de diferentes organizaciones sociales y entidades vinculadas a la protección ambiental para dar un informe técnico sobre lo sucedido con la encina cuya mitad se vino abajo el pasado martes en horas de la madrugada. La idea es poner en común el estado de situación del añejo ejemplar arbóreo y por lo que ha trascendido se darán a conocer los trabajos para su recuperación. Esta es la gran noticia, ya que en un primer momento se había evaluado que este “árbol abuelo” no tenía chances de vida.
El ejemplar que fue afectado por el viento se había debilitado por un proceso de putrefacción interna y es uno de “los árboles fundacionales de la Plaza”, contó a ERA Verde el técnico de Parques y Paseos municipal, ingeniero Jorge Galván, quien explicó que junto con el ciprés del Laos frente que se encuentra hacia el sur del paseo público, frente al Banco Bersa “son los más antiguos de la Plaza 1º de Mayo”. Según se data esta encina cuenta con unos 140 años y este dato surge porque se plantó cuando se realizó el actual trazado en el silgo XIX. “La anécdota dice que cuando (Enrique) Berduc era intendente (1889- 1991) se fue de viaje, y (el presidente del Concejo Deliberante Santos) Domínguez y Benguria lo esperó a su regreso con la sorpresa que había limpiado la plaza completamente. Había mandado a hacer el trazado nuevo con los nuevos árboles, porque decía que era intransitable la plaza por la cantidad de árboles súper crecidos que había, que parecía una selva y no se podía transitar. Desde entonces data el trazado que conocemos hoy. Existe el dato del plano del proyecto de esa obra que es de 1884, del arquitecto Bernardo Rígoli”, contó la arquitecta especialista en patrimonio urbano, Mariana Melhem.
El valor patrimonial de esta encina también estriba en que forma parte de la “primavera democrática” y el resurgimiento de las actividades públicas y culturales tras la última dictadura. “Cuando volvió la democracia, ese árbol le daba nombre a una feria que se hacía, la Feria de la Encina, que fue de las primera ferias artesanales medianos del años 80’”, trajo a la memoria Melhem en charla con ERA Verde.
Por otro lado esta encina ya era símbolo de Paraná a mediados del siglo XX, cuando en 1942 el célebre periodista y escritor Amaro Villanueva le dedicó una crónica a su emblemática presencia. En “La encina de Plaza de Mayo”, Villanueva dice:
“No lo aprecian mucho los habituales amigos de la Plaza, porque su amplia grandeza vegetal ha tomado bajo su protección dos o tres bancos del paseo que resultan inútiles para sentarse. Y no porque las ramas de la encina se enreden en las cabelleras engominadas o debareten los bucles de las adorables muchachas. Nada de eso. Es que la encina también da su hojosa protección a centenares de pájaros que buscan en ella el abrigo cuando la tarde muere. Y, es claro, lo pajarillos tienen sus ‘necesidades meridionales’, como los hombres, de modo que los asientos reciben un inesperado fertilizante que no llega de Chile y sus guaneras famosas, sino que mana de las secretas ramas de la encina, cuya cerrada copa protectora no deja ver los pequeños y emplumados aviones vivientes que bombardean ese sector de bancos –y a quienes allí se sientan sedentarios– siguiendo un ejemplo también muy humano, que hoy está en cruenta boga por todos los continentes”. (…)
“¿Cuándo y de dónde llegó a Paraná esta hoy vigorosa encina? Todavía –o mejor dicho, ya– no se sabe. Hace poco tiempo, una distinguida educacionista paranaense dedicó un cordial artículo literario a este magnífico ser arbóreo, recordando su origen galo, su procedencia de las azules costas del Mediterráneo, de la Europa meridional. Pero la fecha del viaje de esta planta inmigrante se ha perdido en la memoria de los hombres de Paraná que frecuentaban su siembre verde presencia” (en relatos reunidos de obra entre 1942-1946 en “Paraná, rosa de otoño”).
Se partió un “árbol abuelo” de Paraná y evalúan si vive o lo reemplazan
Fotos: Beatriz Zapata.
De la Redacción de ERA Verde