Por Encuentro Verde por Argentina (*). Frente a la situación de extrema gravedad que plantea la pandemia de coronavirus, Encuentro Verde por Argentina (EVA) da a conocer algunas propuestas de acción enmarcadas en los seis principios básicos que guían el accionar del ecologismo político: justicia social; democracia participativa; no-violencia; sabiduría ecológica; sostenibilidad y respeto por la diversidad.
Frente a un escenario extremo como el que nos toca enfrentar habrá que tomar decisiones extremas. Algunas ya han sido adoptadas, pero el inevitable agravamiento de la situación las tornará insuficientes.
Es por lo anterior que a continuación se enumeran iniciativas complementarias a los esfuerzos que ya se están desarrollando para enfrentar el muy grave desafío sanitario.
En primer lugar y no por obvio menos importante, resulta el significativo aumento del presupuesto de salud. Aumento que se debe concretar mediante la reasignación de partidas presupuestarias, ahorros que se pueden realizar por parte del gobierno nacional, medidas fiscales y la inevitable postergación de pagos de la deuda externa durante el periodo de tiempo que dure la emergencia.
El agravamiento de la crisis sanitaria requerirá concentrar y coordinar todos los esfuerzos, de allí que en tal situación resultará necesario colocar bajo control público operativo a la medicina privada; la industria farmacéutica y la de insumos médicos.
Las obras sociales y empresas de medicina prepaga por su parte deberán asumir el coste del tratamiento del coronavirus de sus afiliados o adherentes.
Será necesario garantizar los derechos laborales, la protección social y la atención sanitaria de las personas trabajadoras, especialmente aquellas con contratos precarios que son quienes cargan con el mayor peso y riesgo de la crisis causada por el coronavirus.
Así también resulta de fundamental importancia garantizar la atención general y los derechos humanos de la población en situación de calle que es numerosa (miles de personas) en las grandes ciudades del país y constituyen poblaciones de riesgo para sí y para el resto.
Con el objeto de facilitar la atención de las niñas y niños durante el periodo de suspensión de clases habrá que dar apoyo económico; licencias por cuidados con el 100 % del salario; reducción de la jornada laboral con el salario completo; medidas para garantizar la corresponsabilidad en el trabajo de cuidados y que estos no recaigan solo en las mujeres; etc.
Otro importante aspecto a considerar es facilitar ayudas a personas mayores que no cuentan con cuidados familiares y no tienen recursos para contratar ayudas profesionales para cuidados domésticos.
La crisis generada por la pandemia impacta particularmente sobre quienes se encuentran en situación de precariedad económica haciendo conveniente y necesario adoptar medidas tales como la regulación del cobro y el monto de los alquileres como así también la suspensión del pago de hipotecas.
La suspensión del cobro de intereses por créditos obtenidos a través de tarjetas de crédito cuando se trata de gastos en productos no suntuarios es otra medida de alivio que debe ser evaluada.
El contagio de coronavirus debe ser considerado como accidente de trabajo, para que las personas afectadas cobren su salario desde el primer día.
Los trabajadores afectados por cierres o despidos durante el tiempo que dure el estado de emergencia deben seguir percibiendo su salario.
Mientras dure la situación de emergencia resulta conveniente evaluar el establecimiento de una Renta Básica de Ciudadanía.
Se hace particularmente importante la protección a pequeños comercios, pequeñas empresas y a personas en régimen de autónomos, que son las que ya están viendo un impacto en sus economías, entre las medidas que pueden aplicarse se destacan aquellas que promuevan el comercio de barrio y los canales cortos de comercialización para abastecerse; como así también otorgar beneficios fiscales a pequeñas empresas que sufran el impacto de la situación de emergencia.
Hay que fomentar por todos los medios sistemas económicos de cercanía que permitan que la población pueda satisfacer sus necesidades. Esto es producir distribuir y consumir en circuitos descentralizados. Si algo muestra el modelo económico actual es una enorme debilidad por su capacidad para globalizar las crisis. La centralización de la economía de abastecimiento cotidiano genera desigualdad social e inseguridad sanitaria y riesgo de especulación y desabastecimiento.
En la crisis se hace particularmente importante aprovechar la enorme potencialidad de la economía social para aportar a la generación de nuevos y más saludables y justos circuitos de producción de bienes sociales y abastecimiento.
Llegado el caso habrá que evaluar la posibilidad del empleo de las monedas sociales, como herramienta alternativa para el desarrollo local, en tanto rompen los esquemas de la economía dominante y además crean cohesión social.
Un aspecto de particular importancia es el de garantizar la soberanía alimentaria mediante el fomento, a través del INTA y otros organismos públicos competentes (nacionales, provinciales y municipales) del desarrollo de huertas en viviendas particulares e instalaciones barriales, empleando los medios de difusión pública para realizar cursos de agroecología.
La pandemia configura un escenario de excepción que convierte en anacrónica la idea de soberanía del consumidor requiriendo de la intervenciones en los ciclos de producción y consumo con el objeto de minimizar o suspender la producción de objetos y bienes de uso del todo suntuarios o de un solo uso, salvo los justificados por razones sanitarias o de seguridad, promoviendo la posible reconversión industrial en esos rubros, para poner esas capacidades al servicio de la producción de bienes socialmente necesarios.
Para aumentar los ingresos del Estado se requiere del aporte “solidario” que corresponde hacer en situaciones de extrema emergencia a los sectores sociales que gozan de privilegios extraordinarios. En esa dirección habrá que apelar a la adopción de medidas fiscales que repercutan sobre las grandes fortunas, las actividades productivas que reportan ganancias extraordinarias y rentabilidades que superan en mucho las necesidades de sus titulares, así como las actividades de alta rentabilidad que dejan aportes mínimos al erario público tales como las que derivan de las actividades extractivistas o del sector financiero.
Resulta necesario que se prohíba la repatriación de capitales a las casas matrices de empresas radicadas en el exterior, exigiendo su liquidación local.
Se hace imprescindible aumentar y endurecer las medidas de fiscalización contra la evasión fiscal.
Es en este contexto que se deben descartar aquellas medidas como la rebaja de impuestos a grandes empresas, pues supone socializar las pérdidas de quienes han privatizado sus ganancias.
La necesaria disminución de gastos del Estado debe concentrarse en los subsidios a actividades insostenibles tales como los combustibles fósiles y la megaminería, o en aquellos proyectos de infraestructura absolutamente anacrónicos como las megarepresas o usinas nucleares, que son fuente de insostenibilidad y no repercuten en la calidad de vida de las personas.
En la misma dirección el énfasis de la política monetaria deberá ponerse en controlar y dirigir la creación de dinero hacia las áreas social y ambientalmente sanas de la economía, lejos de las áreas insostenibles e impulsoras del consumismo.
La contaminación química, la mala calidad del aire o la contaminación del agua, además de provocar una gran cantidad de muertes prematuras al año, merman la salud de la población y nos hacen más vulnerables a infecciones como la que supone el Covid-19. Por ello, se debe dar prioridad a actuaciones que mejoren y refuercen el binomio salud y ambiente en todas las políticas públicas. Es fundamental, por ejemplo, que la administración pública tome medidas para evitar que se utilicen sustancias tóxicas en las tareas de desinfección de instalaciones sanitarias, edificios y transporte, así como que se extremen las precauciones para proteger la salud de las personas que trabajan en las tareas de desinfección.
Tener presente que hay situaciones, como la emergencia climática, que generan tanto sufrimiento como el coronavirus y que merecen medidas igual de drásticas. Las medidas adoptadas deben llevarnos a cuestionar la lógica del sistema económico y de vida y comprender que también es necesario actuar drásticamente para realizar una transición ecológica justa y evitar males mayores y que hay mucha población empobrecida en el planeta que padece muertes evitables más allá del coronavirus, pero que son además los más vulnerables al mismo.
En la situación planteada por la pandemia, más que nunca, se deberá garantizar información fiable como así también que las medidas que se adopten, por más estrictas que sean, no afecten a las libertades políticas.
Estas propuestas se enfocan a equilibrar económica y socialmente el costo de la crisis por la pandemia, pero también a aprovechar concienzudamente y con la responsabilidad social necesaria y faltante hasta ahora, la ventana de oportunidad que paradójica y dramáticamente se abre para iniciar una transformación en la lógica productiva que sustenta la sociedad y no solo no garantiza justicia alguna ni social ni ambiental, sino que es la causa misma de emergencias sanitarias como la que atravesamos, pero que no son las únicas y proliferarán mientras esos cambios no sean adoptados de una vez por todas.
A modo de deseo, pero sobre todo de necesidad, resulta indispensable cambiar el sistema-mundo productivista. El coronavirus pone de manifiesto la escasa resiliencia y la gran fragilidad de nuestros sistemas económicos, basados en el lucro y el consumo continuo de recursos naturales. Un modelo que cuando “crece” genera gran cantidad de problemas: contaminación, contribución al cambio climático, pérdida de biodiversidad, injusto reparto de la riqueza y morbilidad y mortalidad ambiental y laboral y cuando entra en crisis, permite que mejoren los indicadores ambientales, pero genera aún más pánico y desigualdad. Lo cual demuestra claramente su irracionalidad. La consecuencia es clara: es un modelo que ataca la vida. Ante ello no queda otra opción que poner la vida en el centro y dejar el lucro de lado. Salgamos como salgamos de esta crisis no deberíamos regresar a los hábitos de la destrucción como si no hubiese pasado nada. Esta pandemia no es un hecho aislado y como tal focalizable y superable, es expresión de la complejidad perversa que hay detrás del modo en que tratamos al planeta y nos tratamos a nosotros mismos.
(*) Encuentro Verde por Argentina (EVA): Guillermo Baliña; Morita Carrasco; Jorge Daneri; Luciano Guaglianone Yametti; Carlos Merenson; Roque Pedace; Agustina Stegmann y Pablo Sessano.