Distintas organizaciones sociales y ambientales dieron a conocer un documento donde denuncian distintos hechos de pulverizaciones con agroquímicos sin ningún tipo de control durante el confinamiento decretado por la emergencia sanitaria por el Coronavirus. Desde Entre Ríos la Coordinadora Basta es Basta señaló que se “continúa fumigando y poniendo en riesgo máximo nuestra salud”.

 

“Señor gobernador (Gustavo) Bordet: Yo me quedo en casa, pero mi vecino sigue debilitando mi sistema inmunitario”, exclamó la Coordinadora provincial por una Vida sin Agrotóxicos: Basta es Basta de Entre Ríos. El planteó se realizó al difundir un documento que suscriben distintas organizaciones y particulares de todo el país en donde dan a conocer que se siguen produciendo pulverizaciones que afectan a pobladores rurales a pesar de las medidas de excepción determinadas por el Ejecutivo nacional para frenar el avance de la pandemia de Covid-19.

 

“Cuarentena perpetua para los agrotóxicos”, se indicó desde la Coordinadora en una oportunidad donde se reiteró el pedido de promover el cambio hacia un modelo productivo sin uso de agroquímicos.

 

Cuarentena para algunos

 

En el documento “¿De la pandemia del agronegocio quién nos cuida?”, las organizaciones ambientales y sociales plantearon que “mientras millones de argentinos y argentinas nos quedamos en nuestras casas para preservar nuestra salud ante la pandemia global de coronavirus, el agronegocio continúa regando nuestros territorios con agrotóxicos que comprometen la capacidad de nuestro organismo para hacer frente al virus”.

 

Las organizaciones recordaron que entre las actividades esenciales declaradas por el Ejecutivo Nacional que exceptúa de la obligatoriedad de suspender las actividades durante el confinamiento por la emergencia sanitaria está la producción agropecuaria, y que lo está “sin distinción, como si fuera lo mismo sostener la producción de alimentos que la de commodities de exportación o agrocombustibles”, se observó.  “En paralelo está en curso una enorme operación publicitaria: aprovechando la pandemia las organizaciones del agronegocio se muestran ‘preocupadas por la salud’ de las comunidades y ‘solidarias’, ofreciendo las mismas máquinas fumigadoras con las que liberan al ambiente sus agrotóxicos para ‘combatir a los mosquitos trasmisores de dengue’ y otras enfermedades. Una nueva mentira, porque además de ser inefectivos para el control del vector generan deriva de los piretroides afectando la biodiversidad y contaminando el ambiente, como quedó demostrado con el estudio científico del ingeniero químico Marcos Tomasoni”. Los ambientalistas también apuntaron que “ofrecen ‘silos-bolsa para fabricar ropa de protección para el personal sanitario’, material que se encuentra contaminado con biocidas y debe ser tratado como residuo peligroso conforme la Ley Nacional N° 24.051. Si realmente son solidarios y se preocupan por nuestra salud paren de fumigarnos y cambien a la agroecología”, dispararon.

 

Sucesos

 

En la proclama que firman los distintos colectivos ambientales, se denunció que “durante estos días de aislamiento ha habido ‘incidentes’ con fumigaciones en Santiago del Estero, Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos o Chaco; en aquellas zonas donde la producción de commodities se realiza parece haber vía libre para fumigar(nos). Esto no es nuevo, es la trágica cotidianeidad de los Pueblos Fumigados de nuestro país, donde se liberan cada año alrededor de 500 millones de kilos/litros de agrotóxicos en miles de formulados comerciales y con principios activos prohibidos en buena parte del mundo sin control alguno, e incumpliendo la Ley General del Ambiente Nº 25.675. Está comprobado científicamente y reconocido por las mismas empresas que elaboran estos agrotóxicos que estas sustancias producen inmunodepresión, irritan las vías respiratorias y gastrointestinales junto a un largo rosario de enfermedades por exposición crónica; lo que las comunidades y la ciencia digna han puesto de manifiesto”.

 

Desmonte y prebendas

 

Por otro lado, los grupos ecologistas expresaron que “el agronegocio ha cambiado la forma de enfermar y morir en nuestros pueblos , y en medio de esta emergencia el Estado no puede seguir mirando para otro lado. Mucho más cuando el efecto inmunodepresivo de los agrotóxicos, científicamente demostrado, pone a la población en una situación de riesgo ante la actual pandemia. ¿Cómo puede soportar un virus agresivo una persona en tratamiento por cáncer con todas sus defensas destruidas?”, se preguntaron.  “También es impactante saber que este mismo agronegocio sigue destruyendo nuestros bosques. En plena cuarentena organizaciones del Chaco denuncian que ‘las topadoras trabajan a apenas 8 km de la estación biológica que opera en el Parque Nacional El Impenetrable, lugar donde hace pocos meses se encontró uno de los últimos ejemplares de yaguareté del Chaco. El desmonte afectará 7 mil hectáreas de la estancia La Fidelidad, en la provincia de Formosa’”, explicaron.

 

“Es inaceptable que distintos estamentos del Estado acepten estos ‘generosos ofrecimientos’ mientras siguen sin escuchar lo que venimos denunciando hace años. Olvidan además que esta ‘explosión de solidaridad’ viene del sector que hace menos de un mes realizó 4 días de paro agropecuario, acaparando granos y carne, contra el aumento de 3% en los derechos de exportación para grandes productores de soja; hecho que fue repudiado por el campo que produce alimentos y amplias franjas de nuestra población, tanto urbana como rural.

Como dijo Alberto Fernández ‘Una economía que cae siempre se levanta. Una vida que se termina no la levantamos más’. Ojalá esta frase quede sonando fuerte más allá de sofocada la pandemia”, trazaron.

 

Después de la crísis

 

En el extenso documento dejaron planteada la “terrible paradoja, es que existen evidencias a nivel global que vinculan fuertemente al modelo del agronegocio con el surgimiento de las pandemias. En una entrevista reciente el investigador Rob Wallace afirmaba: ‘El aumento de la aparición de virus está estrechamente relacionado con la producción de alimentos y la rentabilidad de las corporaciones multinacionales. Cualquiera que pretenda comprender por qué los virus se están volviendo más peligrosos debe investigar el modelo industrial de la agricultura y, más específicamente, la producción ganadera. En la actualidad, pocos gobiernos y pocos científicos están preparados para hacerlo. Más bien todo lo contrario’. La sociedad global debe recoger la experiencia de otras grandes pandemias, como la Peste Negra, donde la avaricia y la acumulación de los señores feudales fueron a contramano de las necesidades alimentarias de la población desencadenando aquella gran pandemia. Hoy el Coronavirus vuelve a tener la misma aliada: la malnutrición, ahora junto a inmunodepresores.

 

Por último, se dejó planteado: “Sabemos que toda crisis es una oportunidad. Mientras las organizaciones del agronegocio la usan para lavarse la cara frente a la sociedad a la que envenenan cotidianamente mientras destruyen el ambiente, acaparando recursos y poder; quienes firmamos al pie les pedimos a nuestros gobernantes (una vez más) que defiendan nuestra salud. Y entendemos, como millones en todo el mundo, que es tiempo de cambiar este modelo agropecuario basado en transgénicos y venenos, para impulsar y consolidar a la agroecología como base de un nuevo modelo agropecuario, con tierra y dignidad para las familias productoras rurales y alimentos sanos a precios justos para quienes viven en las ciudades; en fin Soberanía Alimentaria para nuestro pueblo”.

 

De la Redacción de ERA Verde