Distintas organizaciones sociales y ambientales de todo el mundo dieron a conocer un comunicado en oportunidad de celebrarse este 22 de abril el Día de la Tierra. En una acción global por el plantea, reflexionan, debaten el presente al mismo tiempo que exponen una serie de propuestas para en un llamado por la paz y la preservación de la salud del planeta, en plena crisis por sanitaria por el coronavirus.

En una movida mundial que dio a conocer el Navdanya, el movimiento creado en India para defender la soberanía de semillas, alimentos y a pequeños agricultores de todo el mundo, comenzó a circular un documento al que invitan a instituciones y particular a adherir en oportunidad de celebrarse el 22 de abril el Día de la Tierra.

 

“La pandemia del virus Covid-19 Corona es una llamada de atención planetaria de la Tierra a la humanidad. Nos recuerda que somos uno con la Tierra, no estamos separados/as de ella, que no somos sus amos/as, dueños/as y conquistadores/as, ni que somos superiores a otras especies, como el dogma antropocéntrico que nos quieren hacer creer.

 

La pandemia nos recuerda que violamos los derechos de la Tierra y de todas sus especies por nuestra cuenta y riesgo, y que sería prudente que consideráramos los conocimientos y la sabiduría ancestrales de los pueblos originarios, guardianes de la Tierra a lo largo de los tiempos, cuyo profundo respeto por la Tierra se basa en la conciencia de la interconexión de toda la vida. Dañar una parte significa dañar el todo.

 

Esta pandemia no es un «desastre natural», al igual que la crisis de la extinción de especies y los extremos climáticos no son «desastres naturales». Las epidemias de enfermedades emergentes son antropogénicas – causadas por actividades humanas.

 

La Tierra es una red de vida interconectada. La emergencia sanitaria a la que nos enfrentamos como comunidad mundial está relacionada con la emergencia sanitaria a la que se enfrenta la Tierra: su constante degradación, la extinción y desaparición de especies y la emergencia climática. Cuando utilizamos venenos y agrotóxicos, como insecticidas y herbicidas para matar insectos y plantas en el modelo industrial de agricultura, producimos desertificación, contaminamos el agua, el suelo, el aire y destruimos la biodiversidad.

 

Los agrotóxicos están llevando a la extinción a las especies, incluyendo a los agentes polinizadores, como hemos visto en la drástica disminución de las abejas. Cuando hacemos minería metalífera a cielo abierto utilizamos millones de litros de agua que es esencial para la vida humana y la naturaleza. Cuando practicamos la fractura hidráulica o «fracking», alteramos la conformación geológica y aumentamos el riesgo sísmico. Cuando quemamos el carbono fósil que la tierra ha fosilizado durante 600 millones de años, violamos las fronteras planetarias. Al industrializar y globalizar nuestros sistemas alimentarios contribuimos hasta un 50% de los gases de efecto invernadero y el cambio climático es la consecuencia.

 

La ciencia nos informa de que a medida que invadimos los ecosistemas forestales, destruimos los hogares de las especies y manipulamos las plantas y los animales para obtener beneficios, creamos las condiciones para nuevas epidemias de enfermedades. En los últimos 50 años, han surgido hasta 300 nuevos patógenos. Está bien documentado que alrededor del 70 por ciento de los patógenos humanos, incluyendo el VIH, el Ébola, la Gripe, el MERS y el SRAG surgieron cuando los ecosistemas forestales fueron invadidos y los virus pasaron de los animales a los humanos.

 

Cuando los animales están hacinados en granjas industriales para maximizar las ganancias, nuevas enfermedades como la gripe porcina y la gripe aviar surgen y se propagan. La agricultura industrial intensiva con el uso de agrotóxicos y los sistemasalimentarios industriales dan lugar a enfermedades crónicas no transmisibles como malformaciones, cáncer, alteraciones endocrinas, diabetes, problemas neurológicos e infertilidad. Con las infecciones de Covid-19, la morbilidad aumenta dramáticamente con estas condiciones preexistentes.

Mientras afirma alimentar al mundo, la agricultura industrial ha empujado a miles de millones de seres humanos al hambre y este número está creciendo con el bloqueo mundial y la destrucción de los medios de vida.

 

Nuestra salud y la del planeta es una sola. Respetar los límites del planeta, los límites de los ecosistemas y la integridad de las especies es vital para proteger el planeta y nuestra salud. Las soluciones al cambio climático son también soluciones para evitar nuevas epidemias de enfermedades. En el debate sobre la cuestión del cambio climático no se puede evitar considerar cómo el modelo tecnológico y económico dominante, basado en los combustibles fósiles, no tiene en cuenta la finitud de los recursos de la Tierra. Una economía mundial basada en el mito del crecimiento y el apetito ilimitado por los recursos de la Tierra es la raíz de esta crisis sanitaria y de futuras crisis.

 

La respuesta holística e integrada a la emergencia sanitaria consiste en hacer una transición desde el paradigma de la agricultura y comercio globalizado intensivo en combustibles fósiles y productos químicos, con su pesada huella ecológica, a los  sistemas ecológicos locales y biodiversos de producción y distribución de alimentos, para curar la Tierra y curarnos a nosotros mismos como parte de la Tierra.

 

Compromiso

 

En el Día de la Tierra nuestro compromiso es regresar a la Tierra, en nuestras mentes, nuestras vidas

 

Durante la crisis del Covid-19 y mientras salimos de la Cuarentena necesitamos aprender definitivamente a proteger la Tierra, sus sistemas climáticos, los derechos y espacios ecológicos de diversas especies, y de diversas personas – indígenas, niños, niñas, jóvenes, mujeres, agricultores/as y trabajadores/as. Para la Tierra no hay especies prescindibles, no hay personas desechables. Todos pertenecemos y somos parte de la Tierra.

 

Para evitar futuras pandemias y hambrunas y un posible escenario de personas prescindibles, debemos ir más allá del sistema económico globalizado, industrializado y competitivo, que está incentivando el cambio climático, empujando a las especies a la extinción y propagando enfermedades que amenazan la vida. La localización deja  espacio para que prosperen las diversas especies, las diversas culturas y las diversas economías locales vivas.

 

Debemos pasar de la economía de la codicia y el crecimiento ilimitado, de la competencia y la violencia, que nos han empujado a una crisis existencial, a una ‘Economía del Cuidado’ – para la Tierra, para las personas y para todas las especies vivas.

 

Debemos reducir nuestra huella ecológica, para dejar una parte justa de espacio ecológico para otras especies, todos los humanos y las generaciones futuras.

 

Debemos dejar de ver los bienes comunes de la naturaleza como «recursos», abandonar la visión utilitaria, colonial, capitalista y antropocéntrica que nos ha enseñado a nombrar los dones de la naturaleza como ‘recursos naturales’. Sólo así podremos reducir conscientemente nuestra huella ecológica: actuando responsablemente como los antepasados del futuro.

La emergencia sanitaria y el encierro han demostrado que cuando hay voluntad política, podemos desglobalizar. Hagamos permanente esta desglobalización de la economía, y localicemos la producción de acuerdo con la filosofía de Gandhi del «Swadeshi» (basada en principios de autogobierno y autosuficiencia). Como muestra la pandemia, son las comunidades alimentarias locales las que pueden proporcionar y distribuir alimentos con regularidad, mientras que las cadenas alimentarias globalizadas, en algunas partes del mundo, se derrumbaron e incluso especularon con el aumento de los precios de los alimentos.

 

Contrariamente a lo que se nos hace creer, no es la globalización la que protege a las personas de las hambrunas, que ella misma produce y agrava, sino la soberanía alimentaria de los pueblos, en la que las personas a nivel comunitario tienen derecho a producir, elegir y consumir alimentos adecuados, sanos y nutritivos, en virtud de acuerdos de precios justos para la producción y el intercambio local. Los futuros sistemas alimentarios tienen que basarse en la soberanía de las semillas y la soberanía alimentaria, en economías locales circulares que devuelvan a la tierra, y con la garantía de precios justos a los productores.

 

La mente mecanicista que domina nuestras sociedades, crea beneficios corporativos y personales a través de la extracción y la manipulación. Las corporaciones y los multimillonarios que con sus acciones han declarado la guerra a la Tierra y han creado las múltiples crisis del mundo, se preparan ahora para la intensificación de la agricultura industrializada a través de la digitalización y la inteligencia artificial. Están imaginando un futuro de agricultura sin agricultores/as, y un futuro de alimentos falsos producidos en laboratorios. Estos acontecimientos profundizarán la crisis ecológica, destruyendo la biodiversidad y aumentando nuestra separación de la Tierra.

 

La comida es la red de la vida y hacer la paz con la Tierra comienza con la comida. Volvemos a la Tierra cuando cuidamos el suelo y la biodiversidad.

 

Recordamos que somos humanos porque somos del ‘humus’ – del suelo. Sólo nuestras mentes, corazones y manos trabajando junto con la Tierra, como parte integral de su creatividad, pueden sanar la Tierra, proveyéndonos a nosotros/as y a todas las demás especies de alimentos saludables.

 

Como nos ha enseñado nuestra experiencia junto con otras organizaciones y redes de concientización sobre la Tierra para la Libertad de Semillas y la Libertad de Alimentos, los sistemas alimentarios orgánicos, agroecológicos locales y biodiversos regeneran el suelo, el agua y la biodiversidad y proporcionan alimentos sanos para todos/as y fortalecen el sistema inmunológico humano. La riqueza de la biodiversidad en nuestros bosques, huertas, alimentos y el propio microbioma intestinal conectan el planeta y sus diversas especies, incluidos los seres humanos. Así, la salud se convierte en el hilo conductor, al igual que la enfermedad del Coronavirus, hoy en día, nos muestra tan claramente.

 

Fratricida

 

La guerra contra la Tierra es una guerra contra el futuro de la humanidad.

 

Todas las emergencias que amenazan la vida en nuestros tiempos tienen sus raíces en una visión mecanicista, militarista y patriarcal del mundo, en la que los humanos están separados de la naturaleza, como amos de la Tierra que pueden poseer, manipular y controlar otras especies como objetos para obtener beneficios.

 

También está arraigada en un modelo económico que considera los límites ecológicos y éticos como obstáculos que deben eliminarse en interés del beneficio y el poder corporativo desenfrenado.

 

Las predicciones científicas indican que si no detenemos esta guerra antropogénica contra la Tierra y su especie, pronto destruiremos las mismas condiciones que permitieron a los humanos evolucionar y sobrevivir. La codicia, la arrogancia y la irresponsabilidad humanas nos llevan a la próxima pandemia y finalmente a la extinción.

 

La Tierra refleja lo que somos. Nos muestra su interconexión y nos llama a empezar a reconocer sus diversas inteligencias vivientes: en la red alimentaria del suelo, en las plantas y animales, y en nuestros alimentos.

 

La Tierra ha enviado un diminuto virus invisible para ayudarnos a dar un salto cuántico y crear una nueva civilización planetaria y ecológica basada en la armonía con la naturaleza; hoy en día es un imperativo de supervivencia.

 

Nuestra resolución

 

Al firmar este manifiesto, nos comprometemos, como coalición planetaria, a instar y exhortar a las autoridades y representantes de los gobiernos de cada uno de nuestros países, ciudades, pueblos y comunidades, a que pasen del paradigma de ecocidio que hoy rige nuestros modelos de productividad, a un paradigma en el que la responsabilidad ecológica y la justicia económica sean fundamentales para crear un futuro saludable y vibrante para la humanidad.

 

La verdadera acción contra el cambio climático significa dejar atrás nuestra civilización basada en la extracción de petróleo y avaricia e iniciar una nueva era de interconexión y cuidado de la Tierra.

 

Pedimos el apoyo concertado de las comunidades, territorios y naciones que ponen la ecología en el centro de un paradigma de una nueva y justa economía del cuidado.

 

En el Día de la Tierra, pidamos disculpas por el daño que le hemos causado con la ilusión de la separación, creando paradigmas y herramientas violentas que han hecho la guerra contra la Tierra. Apreciemos su magnificencia y su belleza que tanto eleva nuestros espíritus y comprometámonos a hacer la paz con la Tierra y todas sus especies co-creando con ella sobre la base de sus leyes de la vida.

 

La Tierra nos ha dado un claro mensaje a través de la pandemia del Coronavirus. Es nuestro imperativo moral, dedicar este momento en el tiempo para hacer una transición a una civilización ecológica para que sembremos las semillas de un futuro común para la humanidad y todos los seres.

 

Juntxs nos levantamos como Hijxs de la Tierra!

 

Un planeta, una salud

 

Es hora de abandonar nuestros sistemas económicos intensivos en recursos y beneficios que han creado estragos en el mundo, alterando los ecosistemas del planeta y socavando los sistemas de salud, justicia y democracia de la sociedad.

La pandemia del Coronavirus y el consiguiente colapso económico mundial, así como el colapso de las vidas y los medios de subsistencia de millones de personas nos llama a tomar medidas urgentes.

Preparémonos para una recuperación post Coronavirus en la que la salud y el bienestar de todos los pueblos y del planeta sean el centro de todas las políticas gubernamentales e institucionales, la construcción de comunidades y la acción cívica.

 

Las acciones para sembrar las semillas de una nueva Democracia de la Tierra

incluyen:

➢ Promover y proteger la riqueza de la biodiversidad en nuestros bosques, nuestras huertas y alimentos para detener la destrucción de la tierra y la sexta extinción masiva.

➢ Promover los alimentos locales, orgánicos, agroecológicos y saludables mediante sistemas alimentarios locales biodiversos y culturas y economías de cuidado (mercados de agricultores, biodistritos).

➢ Dejar de subvencionar a la agricultura industrial y los sistemas insalubres que crean una carga de enfermedad. Las subvenciones públicas deben reorientarse hacia sistemas basados en la agroecología y la conservación de la biodiversidad, que proporcionan beneficios para la salud y protegen los bienes comunes.

➢ Poner fin a las subvenciones y a las nuevas inversiones en el sector de los combustibles fósiles, incluidos los insumos agrícolas basados en combustibles fósiles, como una verdadera acción climática.

➢ Dejar de favorecer la comida basura industrial y los sistemas de alimentos insalubres, ultraprocesados, basados en productos básicos tóxicos y nutricionalmente vacíos.

➢ Poner fin a los monocultivos, a la manipulación genética de plantas y a la cría industrial de animales que están propagando patógenos y resistencia a los antibióticos.

➢ Detener la deforestación, que se está expandiendo exponencialmente a través de los monocultivos industriales para los intereses corporativos. Los bosques son los pulmones de la Tierra.

➢ Practicar una agricultura sostenible basada en la integración de la diversidad de cultivos, árboles y animales.

➢ Salvar, cultivar y reproducir variedades de semillas tradicionales para salvaguardar la biodiversidad. Es necesario que se guarden no como piezas de museo en bancos de germoplasma, sino en bancos de semillas vivos que funcionen como base de un sistema de atención de la salud.

➢ Crear zonas, comunidades, huertas y sistemas alimentarios libres de venenos.

➢ Introducir políticas para evaluar los costos de los daños a la salud y al medio ambiente causados por los productos químicos y aplicar el principio de que quien contamina paga.

➢ La salud debe tener prioridad sobre los intereses de las empresas en lo que respecta al uso de productos químicos y plaguicidas en la alimentación y la agricultura.

Debe aplicarse el principio de precaución.

➢ Transición de la globalización a la localización y hacer permanente la desglobalización. Detener la toma de posesión corporativa de nuestra alimentación y salud.

➢ Introducir economías circulares locales que aumenten el bienestar y la salud de las personas.

➢ Crear Huertas de Esperanza, Huertas de Salud en todas partes – en terrenos comunitarios, instituciones, escuelas, prisiones, hospitales en las ciudades y el campo.

➢ Dejar de utilizar el «Crecimiento» y el PIB como medidas de la salud de la economía. El PIB se basa en la extracción de recursos de la naturaleza y la riqueza de la sociedad.

➢ Adoptar el bienestar de los ciudadanos como medida de la salud de la economía.

 

Esperamos que se unan a nosotros en esta transformación para la esperanza y el cuidado de la Tierra. Para apoyarlo por favor vaya a este link. Invita a tus redes y amiges a sumarse y apoyar”.

 

De la Redacción de ERA Verde