Por Fabricio Reales (*). En las distintas zonas de Entre Ríos es común encontrarse con animales silvestres que en muchos casos se encuentran perdidos o indefensos. En estas situaciones es usual que asalte la idea de llevarlos a nuestros hogares sin medir las consecuencias negativas que, en su mayoría, superan ampliamente cualquier posible beneficio. Quedarse con crías de especies salvajes para tenerlo de mascota no es un acto de amor o compasión, más bien supone un alto grado de ingenuidad y cierto desconocimiento que condena al animal a una vida de sufrimiento, representando un riesgo serio para la conservación de la vida silvestre y también para la salud pública. Lo más adecuado es llamar a las autoridades más cercanas.

Existen múltiples razones fundamentales por las que no es apropiado, ni ético, ni seguro, tener animales silvestres en crianza como mascotas. Entre alguna de las razones podemos enumerar:

 

  • Sufrimiento y bienestar animal comprometido

 

Los animales silvestres tienen necesidades biológicas y sociales muy específicas que son imposibles de reemplazar en un entorno doméstico. Requieren de dietas especializadas, espacios amplios para explorar, estructuras sociales con otros individuos de su propia especie y la capacidad de expresar comportamientos naturales de buscar alimento, cazar, construir madrigueras, entre otros. Sacarlos de su entorno natural les genera un estrés crónico que lo lleva a problemas de desnutrición, falta de desarrollo corporal, enfermedades óseas, agresividad y comportamientos estereotípicos como voces y movimientos repetitivos y sin propósito.

 

  • Impacto ambiental y ecológico negativo

Resulta una acción frecuente en las personas el “rescatar” animales de la naturaleza sin analizar, ni conocer, las malas consecuencias que esto conlleva. Muchos cachorros o crías de animales silvestres son capturados de su hábitat natural por el ingenuo deseo de «salvarlos», sin ser conscientes que el proceso de captura y traslado suele ser muy traumático y la probabilidad de muerte pasa a ser mucho más alta.

 

Tenerlos en un ámbito doméstico y darles una dieta inadecuada no cubre las necesidades nutricionales de los animales silvestres. Esto puede provocarles diabetes, obesidad, diarreas, enfermedades digestivas e incluso la muerte. En caso de que el animal logre sobrevivir al cautiverio, en la mayoría de los casos, quedará condenado a vivir dentro de una jaula o corral por el resto de su vida. Además, la habituación del animal al humano hospedador hace acostumbrarlos a recibir alimento directamente de las personas y convertirse agresivos cuando no reciben alimento. Este accionar no permite una correcta reinserción de los animales a la naturaleza, quedando más vulnerables al atropello, la caza, y la captura.

 

Los “rescates” de crías de animales silvestres, aunque sean bien intencionados, en la mayoría de los casos terminan siendo un grave error, dado que requieren de mucho cuidado específico y la probabilidad de supervivencia de las crías es baja. Nadie mejor que sus progenitores para el cuidado que deben recibir estos animales.

 

Quitar individuos de la naturaleza reduce las poblaciones y rompe el equilibrio ecológico debilitando genéticamente los individuos restantes, afectando los roles ecológicos que desempeña cada animal dispersando semillas, controlando plagas, polinizando plantas, entre otros.

 

  • Riesgos para la salud pública y la seguridad

 

Los animales silvestres pueden ser portadores de enfermedades zoonosis (que se transmiten de animales a humanos) y transmisión de parásitos. El contacto cercano aumenta drásticamente el riesgo de contagio para las personas en el hogar, especialmente niños y adultos con sistemas inmunitarios deficientes. Además, con el estrés y por sus instintos naturales, pueden morder, arañar o atacar gravemente, especialmente cuando se sienten amenazados, o cuando entran en el celo reproductivo.

 

  • Aspectos legales y éticos

 

La tenencia de animales silvestres está totalmente prohibida y estrictamente regulada por leyes de conservación, bienestar animal y salud pública. Poseer un animal silvestre sin autorización legal resulta una grave infracción y en cada caso corresponde redactar un acta de la falta, aplicar multas elevadas, confiscar el animal y otras consecuencias penales. Incluso, haciéndolo con buena intención, la tenencia de animales silvestres como mascotas es ilegal e ilógica por negar a estos animales su derecho innato a vivir en libertad y en su entorno natural.

 

  • Un acto de falsa compasión

Un animal silvestre estresado y frustrado no es un animal feliz. El estrés y la falta de condiciones adecuadas acortan significativamente su expectativa de vida en comparación con sus congéneres que viven libres en la naturaleza.

 

Debemos apreciar y respetar la fauna silvestre, permitiendo que vivan libres en sus hábitats naturales. Si te apasionan los animales, la mejor forma de demostrarlo es apoyando a centros de rescate y refugios de fauna silvestre que se especializan en su cuidado, o contribuyendo a programas de conservación que protegen sus hábitats naturales.

 

Dejemos que los animales silvestres vivan como deben, libres en la naturaleza. Tu respeto por la fauna es el mejor regalo que les puedes dar. En caso de encontrarse con animales heridos o merodeando en zonas urbanas, la acción más adecuada siempre es contactar y dar aviso a las autoridades ambientales o policiales.

 

(*) Biólogo, especialista en conservación de fauna silvestre. Trabaja en la Dirección de Recursos Naturales y Fiscalización de Entre Ríos.

 

Especial para la Redacción de ERA Verde