Los incendios en la Patagonia no han cesado. Se han controlado en buena parte, pero todavía permanecen focos activos en los parques nacionales Lanín y Nahuel Huapi; también en Los Alerces y la zona de Trevelin y Esquel (Chubut). Asimismo, permanece la alerta con “guardia de ceniza” en donde ahora el panorama se presenta desolador. Decenas de miles de hectáreas de bosques quemadas se han transformado en un campo de chamuscado, así como todo lo que se interpuso al avance de las llamas. Árboles añosos y toda la flora a su alrededor fueron arrasados, al igual que importante número de viviendas en la zona de El Bolsón, donde se estima fueron alcanzadas no menos de 130, así como otro centenar de chacras. Esta es la particularidad de los siniestros en esta temporada, cuenta a ERA Verde el brigadista Marcelino José Hernández que se encuentra trabajado en el combate del fuego desde sus inicios, allá por diciembre del año pasado. Las labores pueden extenderse en jornadas de sol a sol, y aún más si están comprometidas casas de pobladores. El cansancio impacta en los cuerpos, en ese olor a humo que queda impregnado y no parece irse, cuenta en un testimonio que da cuenta cómo se viven estos sucesos dantescos.

“Su obligación es que me mande un mensaje y me diga: ‘mamá, llegué a casa”, dice Ana que, en Villa Urquiza, Entre Ríos, vive con preocupación cada uno de estos días que su hijo, Marcelino José Hernández, ha salido a combatir los incendios en la Comarca Andina. “Lo noto con la voz ronca, tomada por el humo y hollín al que está expuesto”, cuenta preocupada. Marcelino es el segundo de cinco hermanos y con raíces entrerrianas, desde hace unos años está afincando en El Bolsón, provincia de Río Negro, epicentro de feroces incendios que se han desatado en los bosques patagónicos. Marcelino es brigadista del Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales (Splif) y desde hace unos dos meses se encuentra un intenso ritmo de trabajo junto a sus compañeros que diariamente salen a extinguir los focos ígneos que han tenido a maltraer ese rincón de la Argentina.

Con distintos incendios activos en la zona de denominada Comarca Andina, un área entre Chubut y Río Negro que abarca El Bolsón, El Manso, El Hoyo, Lago Puelo, Epuyén, El Maitén y Cholila, este verano el día a día de los brigadistas que combaten las llamas ha sido muy trabajoso. Las jornadas comienzan aproximadamente a las 6:30 y finaliza a la 21:00. Y “si hay interfaces”, que en la jerga es cuando por el fuego están en peligro viviendas de los vecinos, se sigue “hasta poder contenerlo”, cuenta a ERA Verde Marcelino Hernández, integrante de un grupo estable de 30 brigadistas. A raíz de la virulencia y extensión de las llamas, los combatientes se fueron sumando en distintas etapas, enviados desde otras provincias. El personal de apoyo ha alcanzado una dotación de aproximadamente 300 personas a quienes los locales guían a campo.

TRAS EL PASO DEL FUEGO

 

Marcelino cuenta que el trabajo diario comienza en la víspera, cuando se relevan los sectores alcanzados por el fuego. Para sofocarlo, se los ubica por cuadrículas y se asigna grupos de trabajo. Se accede al frente en algún punto cercano al que se pueda llegar en camión, camioneta o helicóptero. Desde allí, la línea de acción es a pie, a campo traviesa; como también los es en el regreso al punto de encuentro si se logra contener el incendio. Los brigadistas pueden recorrer entre 5 y 15 kilómetros diariamente, lo que demanda estar en un buen estado físico. Los terrenos son muchas veces escarpados, con pendientes, producto de la topografía de la cordillera. Es necesario llegar hasta allí para prever el comportamiento del fuego e indicar el punto preciso donde los helicópteros pueden descargar las bolsas de agua desde el cielo.

A la tregua se arriba hacia la noche, aunque casi sin respiro se debe organizar el equipo para salir al otro día. “Una vez llegas a la casa cuesta ‘bajar’ después de tanta adrenalina y se descansa poco. El primer día que dejé mi casa se trabajó 32 horas sin descanso. A nuestra jurisdicción vino gente de otras provincias y había que orientarnos porque no conocen el terreno en el que tenemos que estar todos los días”, comentó.

 

Sobre las particularidades del combate del fuego patagónico, Marcelino señala que tiene sus particularidades. “Los incendios en el sur son muy diferentes a los de otras provincias”, y es por eso el acompañamiento que deben hacer a los que vienen a ayudar, además que “hay que estar entrenados y capacitados para combatir este tipo de incendios donde el material combustible está disponible; más la meteorología (los vientos) que hace que sean megas incendios”, describe.

–¿Cómo te cambia el hacer estas tareas?

–El humo es algo de todos los días, caminar por las cenizas y altas temperaturas es duro y afecta nuestro cuerpo. Si bien sabemos que es duro y perjudicial, siempre vamos para adelante para cumplir el objetivo del día.

 

–¿Y en el paisaje? ¿Cómo se transforma eso que ves todos los días?

–El paisaje cambia brutal, siendo el paisaje lo más importante de la Patagonia, siendo que es parte de uno de los ingresos más fuerte del pueblo turísticamente… y ver que árboles legendarios ya no están, que no los vemos más, duele.

 

Fotos: Gentileza Marcelino José Hernández

De la Redacción de ERA Verde