Por Jorge Daneri (*) Ya no es un murmullo. Es un llanto desgarrador. El río grita herido y estamos sordos, quizás ya no sabemos percibir sus cantos, su lenguaje y menos brindar esos miles de cuidados que sus habitantes manifiestan necesitar.

 

Una niña hija de seres pescadores en el Paraná, cantaba algo así como que “… el río necesita un tratado de paz”, el fin de la guerra, la más larga de la historia inhumana. No advertimos que el río como sus humedales, cuencos de vidas, representa a todos los otros mundos que nos conforman y habitan como madre tierra. Es su embajador.

 

En estos tiempos el río fue vestido de verde. Un verde plástico atravesado de azules brillantes. Verde contra natura, químico, tóxico.

 

El orden construido está aniquilando el orden dado. Los ritmos de la naturaleza que el río cantaba, ahora se expone en una quietud casi desolada, desértica. Se está arrasando con el orden natural, causamos La Pandemia de las pandemias.

 

Un mapa, una brújula

 

Existe un relato, discurso casi lavado, otras veces parecería audaz, atrevido, destellos de valentía, como un animarse del Presidente de esta República nuestra. En las antípodas del relato, observamos una realidad de acciones políticas que rompe todas las fronteras, se está destruyendo el valor y la necesidad mayor del ser humano argentino, su soporte natural, el agua. El embajador no es escuchado, lo están agrediendo, esclavizando. El embajador no tiene contraparte. No existe la mesa redonda en la conversación con la Pachamama. Definitivamente, no existe.

 

Y así, una vez más, como tantas otras desde, por lo menos, el renacimiento de la democracia, también esta gestión se rinde a las corporaciones de más de lo mismo, acumulación de porquerías del Antropoceno suicida. No solo termina el primer año de gestión, sino que se consolida el proceso demoledor sobre los bienes comunes y públicos de los argentinos, las chances de un ejercicio de transiciones hacia la equidad intergeneracional, los pibes y las pibas que aún no han iniciado su tránsito pasajero por la Pachamama.

 

El proceso del negacionismo será finalmente traumático para los que lideran esta realidad dantesca y sus movimientos, como partidos políticos. Pero es aún más grave, desde la confluencia de las diversidades, las consecuencias negativas para los ecosistemas y sus comunidades, en muchos casos, son terminales.

 

Nuestros pensamientos y creaciones se han alejado de los procesos naturales, de los tiempos de la naturaleza, del ritmo de la cascada, de los saltos, aquellos grandes, del río de los pájaros, el Uruguay. Ya no sabemos de aquel murmullo, no contemplamos la migración de sus peces saltándolos aguas arriba como en punta de pie, hemos perdido incluso esa capacidad de contemplación que Byung-Chul Han desde esa claridad suave, sin vueltas, nos convoca a recuperar, urgentemente (1).

 

La destrucción de los procesos de sabiduría popular en el respeto por el otro y el sujeto naturaleza, madre de madres, se tiñe de ese verde tóxico plástico en las riberas del Paraná Plata, textura diabólica de la sinrazón productivo consumista.

 

¿Hemos perdido esa sabiduría? ¿Estamos sordos? ¿O la perdieron los responsables de estar en una instancia terminal?

 

Los responsables políticos máximos de los tres partidos con mayor representación legislativa, sí, sin duda alguna, Justicialistas, Radicales y PRO. Sin embargo, se advierte un despertar a la chilena, es el despertar de los pueblos de Mendoza, de Chubut, de todo lo que viene bien de adentro del Delta, abrazando desde los bordes sus riberas de barrancas, juventudes con un compromiso y convicción más que militante, la llevan dentro, la palpitan, es parte de sí mismos o quizás conforman su propia naturaleza de seres humanos y no este “tipo humano” auto arrancado de naturaleza, sabiduría y diálogos de saberes.

 

La dirigencia política mayoritaria presente (no existen buenos ejemplos de estadistas ni líderes en el país) se quedaron en el fin de la historia que se creyeron y no construyen procesos sociales y políticos con sentido de vida, de proyección, de utopías. Piensan y hacen política de gestión y oposición, desde el marco lógico de los años 70 del pasado siglo, desde agendas y presupuestos, con doble fondo. El de las corporaciones sin identidad, ni ser nacional alguno o bandera, alineados al Fondo Monetario Internacional, y el de, dicen, los pueblos. El primero es el prioritario en la burbuja de sus realidades de más de lo mismo, el segundo es sobrevivencia con mirada corta, electoral, no más de dos o cuatro años.

 

Y entonces las cuencas y sus ríos se fragmentan, se diluyen, se vuelven difusas, invisibles, inviables, feudales, territorios de poderes alienantes para unos pocos ricos, estados unitarios camuflados de federales, provincias del centro norte de mirada convocante a los jugosos mega negocios.

 

¿Mega negocios?

 

El partido se juega en los territorios profundos del interior y sus cuencas:

 

Visión y gestión de cuencas vs hidrovias.

Visión y gestión de cuencas vs represas hidroeléctricas.

Visión y gestión de cuencas vs Vaca Muerta.

Visión y gestión de cuencas vs soja y trigo agrotóxico.

Visión y gestión de cuencas vs destrucción de bosques, montes y selvas nativas.

Visión y gestión de cuencas vs minería a cielo abierto.

Visión y gestión de cuencas vs plantas de celulosas.

Visión y gestión de cuencas vs mega factorías de cerdos a la Felipe Sola o cuéntenos un contenido de diálogo cuasi bilateral, inexistente (Joseph Biden)

Visión y gestión de cuencas vs pesquerías desbastadas.

Visón y gestión de cuencas vs alianza ciega con China,

Visión y gestión de cuencas vs alianza estratégica con Chevrón y Cía.

 

Y las respuestas que asoman son de una bipolaridad en la palabra del Gobierno Nacional, salvo, aún, honrosas excepciones. Doble discurso en las campañas electorales y su contracara en las acciones de gobierno, como esos feudos provincianos de caudillismos familiares y eternos, junto a los CEO de los paraísos fiscales de los que venían a cambiar todo y lo profundizaron caóticamente, discursos que juegan a favor del mismo equipo, confluyen ambos en este drama y corresponsabilidad de verdes tóxico-plástico de la segunda columna, conjunto o banda de los versus.

 

El verde plástico en los ríos, los incendios, los ríos voladores que han dejado de viajar por los cielos de Sudamérica, las tomas de agua de los pueblos del interior que no dan más, los miles de otros seres que ya no están, no, no alcanza para alarmar ni seducir a las lógicas dominantes de más de lo mismo, “que se vayan todos” y todos están.

 

Venimos marcados por estos verdes tóxicos que el río hoy llora mal herido, verde de esa moneda que todo lo contamina, lo endeuda, se lo lleva, nos vende y ahora nos puede dejar como una enorme región de exclusión, zona de sacrificio (2), como África.

 

¿Y la deuda ecológica, Presidente?

 

¿Es un sueño imaginar al Presidente de los argentinos planteando una conversación con los acreedores y los Estados del Norte del mundo mal llamado desarrollados, sobre la enorme e invalorable deuda pendiente con Sudamérica? ¿Rescatar e iniciar, no el cobro, sino los escenarios de compensación de esa deuda y huella ecológica que lleva cientos de años sin honrar?

 

Desde la Argentina profunda las pibas, los pibes, vienen cantando que otros mundos sí son posibles. Las juventudes con sueños no robados, vienen marchando, bien de abajo soñando y haciendo otros modos de ejercer la política y dialogar como construir poderes más democráticos, saludables y liberadores. Los centros de estudiantes vienen entonando con guitarras y tambores multicolores, con vergüenza y esperanza, vienen, sí, cantando:

 

Padre, dígame que le han hecho al río que ya no canta…

Padre, el río ya no es el río…

Que le han hecho al bosque padre que no hay un árbol…

Tendremos que quemar la barca…

pero el campo ya no es ese campo…

Son monstruos de carne con gusanos de fierro…

Asómese porque son ellos los que están matando la tierra…

Padre deje usted de llorar, que nos han declarado la guerra.

 

“Esta canción que con mucha amargura y un tanto también de vergüenza, quiero dedicar a esos canallas que queman nuestros bosques, ensucian nuestras aguas, envenenan nuestros alimentos y se enriquecen con las miserias ajenas”.

 

Joan Manuel Serrat

 

A los canallas se les recomienda Serrat la canción (3). Mejor escuchar la letra cantada del poeta encantado. Y a los jóvenes también, es una bandera para luchar por el tratado de paz con la naturaleza que la niña soñó un amanecer echada en la canoa de su madre bailando la danza de las aguas del bello Paraná. Tratado de paz tan urgente, tan necesario; lucha acariciada y dura desde resistencias creativas y bien Gandhianas.

 

Son esos movimientos sociales que vienen como renaciendo desde el interior del país, transitando los senderos de la paz activa de Mahatma Gandhi, ejerciendo la democracia ambiental, el federalismo de concertación desde las mujeres, pueblos indígenas, campesinos, pequeños productores, cooperativas, movimientos ecologistas, seres luminosos y asamblearios, reclamando estas leyes tan trascendentales, como la de protección de los humedales, de los bienes ictícolas, de los corredores bioculturales y sus cuencas, del cumplimiento de las normas ambientales de bosques y glaciares, en pocas palabras, transitan, habitan sus mundos a escala humana, cautivados y seducidos por caminos que iluminan una ética hacia la sustentabilidad de sus pueblos, comunidades y hogares.

 

Una revolución en paz, que van a concretar inexorablemente, porque tienen esa capacidad de pensar lo no pensado y cantar.  Y esencial como vitalmente, porque saben en la profundidad de sus entrañas, que la madre tierra les sonríe y les sostiene, es su mayor aliada, madre amiga que, en la textura de sus aguas, llora, pero canta y baila desde las aguas aún sanas del gran pantanal, los glaciares y los acuíferos con ese nombre que todo lo dice y así resiste, guaraní.

 

La democracia ambiental viene naciendo desde la construcción social de un nuevo federalismo, con notas amorosas y esperanzadoras. La política, la de los partidos mayoritarios, ya no sorprende, no solo no les interesa, trabajan, para más de lo mismo, un mundo que se cae a pedazos, de pandemia en pandemia, como cada árbol, sus nidos, sus mundos, masacrados en el chaco, misiones o la cuenca del delta de los poetas. Vienen vendiendo el agua con cada grano transgénico, cada mineral cobarde, cada deforestación ilegal y clandestina, cada agrotóxico; ahora deben estar haciendo los números para venderla a cara descubierta en Wall Street y el casino financiero global.

 

Las democracias ambientales de las juventudes no los van a posibilitar, igual que en la Entre Ríos de los ríos libres frente al intento privatizador menemista de ríos y aguas dulces, los canallas no pasarán!

(*) Abogado, ambientalista, integrante de la Unidad de Vinculación Ecológica (UVE) de Fundación La Hendija

(1) Byung-Chul Han. El aroma del tiempo. Ed. Herder. Barcelona. 2015.

(2) Saskia Sassen. Expulsiones. Brutalidad y Complejidad en la Economía Global Ed. Katz, 2015.

(3) “Padre Pare” Joan Manuel Serrat. Álbum “El gusto es nuestro 20 años”(2016). Compositor: Juan Manuel Serrat Teresa.

Letra en http://www.lapluma.net/2019/02/09/padre-pare-joan-manuel-serrat/