El próximo 8 de diciembre se realizará una caravana náutica que hermanará las ciudades de Victoria y Rosario bajo la consigna “Salvemos el Paraná”. La actividad es convocada por un amplio abanico de organizaciones ambientales, sociales y políticas que fueron parte de “Remar contracorriente. Por el agua, la vida y la soberanía”, la monumental acción que en abril de este año recorrió el río Paraná desde Formosa al sur santafesino alertando de los peligros de la hidrovía. En el manifiesto de la convocatoria a la travesía señalan “crimen ambiental” y una “entrega de soberanía” la licitación a la concesión de la gestión de la red troncal del río Paraná. Al mismo tiempo, rechazan el dragado a 44 pies, “su reprivatización y entrega a manos extranjeras”.

 

Desde el Foro por la Recuperación del Paraná, una de las organizaciones que impulsan la actividad, se informó que el itinerario previsto parte a las 9:00 desde Victoria para aquellos que puedan sumarse con embarcaciones con motor. Continúa a las 13:00 en Isla de los Mástiles para los que se sumen principalmente con kayaks y culmina a las 17:00 en la Rambla Catalunya, en la ciudad de Rosario, con una radio abierta y un festival cultural. De este modo se busca visibilizar el reclamo y “vivenciar el río como patrimonio de todos”, coincidieron los impulsores de la acción.

 

UN RÍO EN PELIGRO

 

En la comunicación de la actividad se señaló que es consenso creciente que une las organizaciones ambientalistas, comunidades ribereñas, técnicos hidrográficos, organizaciones gremiales y sociales, las observaciones que se alzan sobre el plan oficial de concesionar la hidrovía. Todas advierten dragar y profundizar la vía troncal navegable desde el río de la Plata hasta el norte de Rosario “carece de fundamentos básicos: no hay un estudio de impacto ambiental, no existe evaluación hidrológica de largo plazo, ni menos aún mecanismos de participación real de las comunidades”.

 

Este posicionamiento se expresó ampliamente en el rechazo expresado en la audiencia pública convocada por el gobierno nacional el 3 de noviembre. En este orden se apuntó que “el proyecto no es una ‘modernización necesaria’, sino una ofensiva que transforma al río en autopista para buques de ultramar, favoreciendo a grandes corporaciones agroexportadoras y extranjeras. Una mayor profundización del Paraná implicará graves riesgos ambientales: destrucción de humedales, deterioro de la biodiversidad, amenaza sobre pueblos originarios y comunidades ribereñas, y degradación de los cauces naturales”.

 

SOBERANÍA Y CIUDADANÍA

 

Además del impacto en el ambiente, los convocantes se afirman que la reprivatización del mantenimiento y administración del río, junto con su dragado intensivo, representa una cesión de control estratégico sobre un recurso vital. “Se trata de un retorno a lógicas extractivistas que concentran poder en manos privadas y extranjeras, despojando al Estado y a las comunidades de su derecho a decidir sobre el uso del agua, la navegación y los puertos”, se indicó. En este orden, el miembro del Foro por la Recuperación del Paraná, Luciano Orellano, expresó: “En un país donde el 63 % del territorio es agua, resulta absurdo que no exista una flota nacional ni un control estatal efectivo sobre los mismos puertos”. Asimismo, representantes de organizaciones ambientalistas, de comunidades ribereñas, abogados especializados, miembros de la Iglesia y sectores sindicales coincidieron en el mensaje de aliento: “El río no se vende”.

 

UN LOBBY QUE AVANZA

 

El impulso de la protesta tiene su eje en rápido avance del gobierno nacional y “el lobby agroexportador –representado en La Bolsa de Comercio de Rosario– de cerrar en mayo (de 2026) la nueva licitación para reprivatizar la mal denominada hidrovía del Paraná”. De acuerdo a esta postura crítica con este plan, “no se trata solo de permitir buques más grandes: se trata de rediseñar la hidrografía a favor de un modelo exportador, ignorando un criterio universal: los barcos deben adaptarse a los ríos y no al revés”.

 

Es así que para los movimientos que impulsan la travesía “Salvemos el Paraná”, se trata de “una forma de resistencia cultural, ambiental y política. Una protesta simbólica, sí, pero que busca poner en agenda una pregunta profunda para las próximas décadas: ¿quién tiene derecho sobre el agua que nos atraviesa?”, se preguntaron.

 

“La convocatoria del 8 de diciembre no es un paseo náutico más. Representa una tensión histórica renovada: entre quienes defienden al río como bien común, ecosistema, fuente de vida y producción, soberanía e identidad; y quienes lo conciben solo como canal para las exportaciones, ganancias rápidas y expansión de un modelo en beneficio de grandes empresas extranjeras. El resultado de esa disputa —técnica, ambiental, pero también política— determinará no sólo el futuro del Paraná, sino el de muchas comunidades ribereñas, ecosistemas vulnerables y, en definitiva, del derecho al agua como inherente a la vida”, cerraron.

 

De la Redacción de ERA Verde